Carlos Gosálbez
La intervención que el Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES) lleva a cabo este mes de mayo en el barranco de La Boella ha confirmado la importancia del yacimiento. La zona en estudio era la orilla de un río que formó parte del delta fluvial del Francolí, de ahí que muchos de los animales que están apareciendo tengan relación con el medio acuático, como sucede en el caso de los hipopótamos.
El director de la excavación, el profesor Josep Vallverdú, ha informado al Diari que en anteriores intervenciones se hizo un sondeo en una de las paredes del barranco, de arriba hacia abajo, y ya se observó que en tres cuartas partes aparecían restos con una antigüedad mayor a 800.000 años».
Restos de 1,5 millones de años
Vallverdú ha subrayado que sondeos geotécnicos realizados en la zona donde se construye la nueva estación de tren, al sur del aeropuerto, han puesto de manifiesto que «el río pasaba a setenta metros de altura con relación al nivel actual del mar y que, a sesenta, había zonas–trampa para los animales».
Estos espacios eran donde acudían los vertebrados a beber y en los que morían de viejos o al ser atacados por otros, o a donde eran arrastrados por las riadas.
El estudio del subsuelo invita a pensar que hay restos enterrados «de una antigüedad de entre 800.000 y 1,5 millones de años».
En el sector inferior –en fase de excavación–, coincidiendo con el nivel actual de la zona de paso del agua que discurre por el barranco, han aparecido piezas de piedra talladas por el hombre.
Diversidad de fauna
El espacio en el que trabajan los paleontólogos del IPHES alcanza una superficie de 25 metros cuadrados y ya ha puesto al descubierto fósiles de oso, hiena, caballo, rinoceronte, hipopótamo o cérvidos, además de restos de madera y las piezas manufacturadas por el hombre. Entre los elementos desenterrados, sobresalen trozos de mandíbulas y cráneos.
En el muro de tierra situado en el lado contrario al que se excava en la actualidad, en 2007 fueron hallados colmillos y piezas dentales de mamut.
El objetivo de los paleontólogos es, en un futuro, buscar restos en el entorno del aeropuerto y en La Canonja.
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