Publicado en La Nueva España
Rebeca Aja
No cabe duda alguna. La cueva de Coimbre (Peñamellera Alta) estuvo habitada hace más de 10.000 años por la última cultura del Paleolítico Superior, la Magdaleniense. Es una de las conclusiones iniciales que pueden extraerse de la primera excavación arqueológica realizada en la cavidad peñamellerana, cerrada al público desde su descubrimiento a principios de la década de los setenta.
Para afinar más sobre el período de ocupación del yacimiento será necesario aguardar un nuevo avance de la investigación sobre el poblamiento, en la cuenca media del río Cares, durante el período geológico del Pleistoceno Superior, que han impulsado los historiadores David Álvarez, profesor en la UNED en Asturias, y José Yravedra, doctor en Historia y colaborador, también, de la Universidad Complutense de Madrid.
Ellos han coordinado la primera campaña arqueológica acometida en Coimbre, clausurada el pasado domingo, tras apenas diez días de exploraciones que han permitido identificar varios niveles de ocupación, aunque «es muy probable que haya niveles de ocupación más antiguos». Así lo ha explicado David Álvarez, después de una primera aproximación a un yacimiento con «potencial» suficiente para seguir trabajando. Ligado al éxito de esta campaña preliminar está el deseo de acometer una segunda en 2009, con el propósito de seguir obteniendo información sobre el modo de vida de los últimos cazadores-recolectores del Paleolítico Superior en la cueva de Coimbre. Pero también, desde un punto de vista más amplio, conocer la dinámica de estos poblamientos en el extremo oriental de Asturias, señaló Álvarez, para lo cual abogan por seguir contando con el apoyo de la Consejería de Cultura del Principado de Asturias una vez cumplido el objetivo inicial: constatar que Coimbre tiene valor arqueológico.
La primera excavación ha terminado sin defraudar. Aunque los investigadores insisten en señalar que aún es precipitado hacer una estimación real del material hallado hasta que no se procese en el laboratorio, sí calculan haber alcanzado el millar de restos. A lo que hay que sumar «fragmentos de menos de un centímetro que salen con el sedimento recogido», explica Álvarez. Ahora toca repartirse el trabajo de laboratorio para analizar el material encontrado. La mayor parte de estos restos se catalogará en Asturias y el resto en Madrid, explica el coordinador del proyecto. Y hace hincapié en los méritos de Coimbre: «Para haber hecho tan solo un pequeño sondeo hemos encontrado muchos restos de fauna y de industria lítica».
Esta primera intervención arqueológica se ha llevado a cabo en dos zonas de apenas dos metros cuadrados de superficie, la zona «A», a la entrada de la cueva, y la zona «B,» al fondo de la galería.
Pero aún queda otro trabajo pendiente que, previsiblemente, continúe en los próximos meses. Desde la UNED reiteran que el proyecto no se centra solo en la cueva, también en el entorno del río Cares, de ahí que la tarea paralela sea «obtener más información desde el punto de vista geológico, por eso tendremos que seguir tomando muestras y localizando afloramientos de materias primas». Al parecer, las huellas de los niveles de caídas y derrumbes propios del período geológico del Pleistoceno Superior son, en Coimbre, «más acentuadas», afirma Álvarez.
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