Publicado en Las Provincias
Carme Martínez Sagunto
Un número incalculable de restos arqueológicos pertenecientes a la historia de Sagunto están repartidos por toda la geografía española y el extranjero.
De este modo, muchos rastreadores de vestigios que han trabajado en los monumentos históricos de la capital del Camp de Morvedre, desde el Renacimiento hasta la actualidad, se han apropiado de muchas de estas piezas. Durante las extracciones, estos buscadores de fortuna cambiaban los fragmentos originales por burdas copias.
Así, según el cronista y también historiador de Sagunto, Emilio Llueca, "no se puede calcular de manera concreta cuánto patrimonio histórico está dispersado en el exilio, aunque sólo en monedas y cerámicas superan la centena". No es extraño que en muchas subastas realizadas por Internet "se puedan encontrar muchas monedas encuñadas por los íberos o los romanos".
Durante años, "a las visitas ilustres se les solía obsequiar con piezas arqueológicas o artísticas por las cuales el destinatario había mostrado tener interés". Uno de ellos "fue el mismo Franco, que recibió importantes fragmentos históricos de nuestra ciudad", señala Llueca.
Hallazgos
Corrían los años 20 y 30 cuando muchas piezas abandonaron su morada milenaria y traspasaron fronteras. De hecho, una vez realizados estos hallazgos, "los arqueólogos mandaban frecuentemente estos vestigios históricos, que sacaban del subsuelo saguntino, a Madrid".
Muchos coleccionistas que ansiaban poseer piezas únicas para sus colecciones privadas pudieron hacerse con algún que otro trofeo histórico.
Desde el Renacimiento, asegura Llueca, "se está produciendo este expolio y actualmente, aunque en menor medida, también se están dando este tipo de casos". Y es que los detectores de metales "son totalmente legales en nuestro país, hecho totalmente increíble cuando el robo de piezas está prohibido", matiza el historiado saguntino.
El mismo cronista asegura que todavía "hay muchas personas que se dedican a este tráfico ilegal de piezas arqueológicas". A pesar de que para entrar a los conjuntos históricos de la ciudad está terminantemente prohibida la entrada con este tipo de detectores, no obstante, aún hay intrépidos que "caminan por las laderas de la montaña del Castillo, que está lleno de piezas sin excavar", en busca de pequeños tesoros escondidos.
El destino de estas pequeñas piezas de historia no es otro que el tráfico ilegal, en la mayoría de casos. Ejemplos hay muchos, como es el caso de coleccionistas ingleses fascinados por los restos históricos o los mismos excavadores que tienen como finalidad "llenar sus piezas particulares, hecho que impide que la sociedad puedan disfrutar de estos vestigios históricos", se lamenta Llueca.
Algunos de los fragmentos que se encuentran en el exilio fruto de lícitos traslados, eso sí, son, por ejemplo, la Venus de la Concha, una escultura romana de mármol blanco de 1,61 metros de altura a la que le faltan los brazos y las piernas y que fue hallada en las inmediaciones del Teatro Romano.
Otra Venus mucho más pequeña, de tan sólo 12,2 centímetros, también esculpida en el siglo II, se encuentra en esta ocasión en la Real Academia de la Historia de Madrid. Más allá de las fronteras españolas se halla una escultura de Mercurio, dios romano del comercio, que se encontró en las excavaciones del castillo saguntino y a día de hoy alberga el Museo Nacional de Dinamarca, en Copenhague. Por último, no se debe dejar de recordar monumentos como la destacable Iglesia del Salvador, "construida sobre las ruinas del templo dedicado a San Juan y que fue destruido por el Cid y construido con maderas nobles de los bosques de Beselga y Estivella", tal y como manifiesta este experto en patrimonio e historiador saguntino.
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