A. Gerpe
El arqueólogo Víctor Barbeito afirma que la comarca posee un potencial enorme porque «ten xacementos de todo tipo» y ejemplos de construcciones civiles y religiosas merecedores de figurar en el listado de bienes de interés cultural. Sin embargo, buena parte del patrimonio barbanzano está sin inventariar y, por lo tanto, hay petroglifos, cruceiros y restos arqueológicos, además de edificios singulares, que corren el riesgo de desaparecer porque, simplemente, no están catalogados y, así, a efectos de protección no existen.
Aunque cuantificar el legado de los antepasados que se extiende de una punta a otra de la geografía barbanzana es difícil, pueden hacerse estimaciones. Barbeito asegura que la cifra de yacimientos arqueológicos supera de largo el medio millar. En el futuro no se sabe lo que puede aparecer porque en Boiro, donde trabaja este arqueólogo, últimamente cada vez que se abre una zanja se descubre un resto prehistórico.
Lo que está ocurriendo en el municipio boirense también pasó en O Son, donde comenzaron a emerger petroglifos en un terreno en el que pretendía construirse un polígono industrial. El concejal de Cultura sonense, Carlos Santamaría, reconoce que en el ayuntamiento hay más de un centenar de este tipo de restos y, sin embargo, «en el último catálogo aparecían treinta».
A Santamaría le preocupa que puedan perderse «elementos muy valiosos» y, por eso, ha solicitado a Patrimonio el último registro actualizado que haya de O Son para, en función de los datos, elaborar un nuevo informe: «Si un bien sufre daños y no está catalogado no tienes con qué actuar».
Castro Barbudo
Un ejemplo de lo anterior lo pone un profesional que explica que el castro Barbudo, en Rianxo, fue uno de los primeros restos que se identificó en Barbanza, pero que desapareció cuando se hizo un mirador porque el concello carecía de PXOM y no estaba inventariado.
Ni siquiera ayuntamientos con el PXOM aprobado después del 2000 tienen un registro fiable. En Lousame, el regidor, Santiago Freire, indica que «lo más significativo sí está, pero ahora estamos haciendo un inventario porque cuando llegamos al gobierno había uno que no recogía ni la mitad». Esperan tenerlo listo en el plazo de un año.
Lo mismo sucede en Boiro, cuyo edil de Cultura, Gerardo Piñeiro, indica: «No concello debe haber uns 200 cruceiros, pero catalogados figurarán uns 50». Piñeiro asegura que obras civiles como el pazo de Goiáns deberían tener la categoría de bien de interés cultural y señala que la prioridad es proteger los restos que corren peligro.
El registro noiés tiene unos 52 elementos, entre cruceiros y palomares, entre otros, sin contar los que figuran en el documento específico del casco histórico.
El teniente de alcalde noiés, Bieito González, dice que «a protección do patrimonio etnográfico estivo esquecida».
González, como otros responsables municipales, alude a las dificultades financieras de los concellos para afrontar los gastos que implica documentar todos los elementos patrimoniales. De hecho, en la comarca solo hay tres ayuntamientos que tengan a un arqueólogo entre su plantilla de profesionales.
Ahora bien, restos importantes como el dolmen de Axeitos, son bien de interés cultural.
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