Vía: La Voz Digital
José María Esteban González
Desde hace algunos años no corren tiempos favorables para la conservación y restauración del Patrimonio Histórico Artístico de Cádiz. En los primeros tiempos de la democracia el fuerte impulso de las administraciones, fundamentalmente la autonómica andaluza, utilizó prioritariamente la conservación del legado histórico invirtiendo con habilidad y rentabilidad en una herencia casi olvidada y en un lamentable estado de salud. Las posteriores situaciones políticas y la necesidad de otros nuevos equipamientos hicieron que dicho protagonismo se trasladara a sus propietarios mediante convenios compartidos, lo cual ha bajado muy alarmantemente la curva de conservación, y mira que deben ser estos los que obligatoriamente deberían mantenerlos. Ejemplos que se dan en Cádiz o en Jerez son muy elocuentes. Tan sólo algunos aspavientos de obra social o rentables protagonismos de marca han dirigido caudales, aún muy insuficientes, para que el patrimonio se nos conserve en dignas condiciones. Siguen faltando, como al principio, medidas de fomento acertadas y generosas.
En Cádiz, el olvido de todos ha sido clamoroso. Ahí sigue la Catedral en una continua inanición para su restauro, con una red que avergonzaría al más común, pero que ya todos admitimos como una telaraña histórica. El patrimonio militar, que salvo la acción de la Universidad, sigue en discontinuos visuales y uso muchicultural de relativo y lento contenido. Casi todas las rehabilitaciones paradas o por terminar por falta de consistencia en los consensos económicos. No hay nuevos museos de Cádiz: comercio, del mar, de la modernidad neoclásica, de cientos y un contenidos propios y originales de nuestra ciudad, futuro sustento de la llamada turística de esta capital...
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