Vía: El Correo Digital
G. MARTÍN
Hace dos años, los arqueólogos e historiadores Pedro García y Pilar Pascual acudieron a la Asociación PANAL de Nalda asegurando que tenían información de que en este municipio existía una nevera y otras tantas, no sabían cuántas, en Sojuela. La asociación, que pertenece al Grupo Hermedaña de recuperación de patrimonio, se animó a emprender un proyecto de restauración y senderización de estas neveras.
Para conocer el origen de estos refrigeradores naturales hay que remontarse un poco más atrás en el tiempo. En el siglo XII, los Condes de Aguilar se instalaron en Nalda por su proximidad a la nueva capital, Logroño. El arqueólogo Pedro García opina que la construcción de esta nevera es obra de estos nobles, ya que «eran una entidad muy importante». Otra pista de la autoría de la instalación fue que, según los escritos de la época, los Condes debían pagar como impuesto 50 libras de truchas al año, y la nevera les ofrecía una forma de refrigerio del pescado.
En aquellos tiempos la nevera se utilizaba para conservar alimentos, para hacer helados y refrescos en las fiestas y como método terapéutico. «Hasta la llegada de la penicilina las dolencias se trataban con nieve», explica García. Así, nuestros antepasados utilizaban este elemento para calmar el dolor de la apendicitis o cortar las hemorragias, mientras que si se mezclaba con aceite servía de pomada para las quemaduras.
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