Publicado en La Opinión
Medía poco más de metro y medio; tenía entre 18 y 20 años; sufría anemia, caries y dolor de espalda tras una dura vida de trabajo; y su muerte se produjo tras un difícil parto a causa de hemorragia e infección. Éste es el retrato de una de las mujeres que vivió en la ciudad hace unos 1.600 años, cuando A Coruña aún era Brigantium. Su biografía y la de otras dos mujeres más se ha logrado tras el estudio de sus esqueletos, una labor de investigación que desde ayer se expone con detalle en el mirador de la cúpula del monte de San Pedro.
Rostros Brigantium es el título de esta muestra que ayer inauguró el alcalde y que pretende rendir homenaje a los primeros pobladores de A Coruña, cuyos rostros se han podido reconstruir con las técnicas más modernas. Los retratos de las primeras coruñesas fueron realizados por el médico forense Fernando Serrulla y el modelado de los rostros lo llevó a cabo la artista plástica María Gómez. Esta exposición forma parte también de los actos de celebración del octavo centenario de la ciudad.
El estudio de los cráneos, mandíbulas y esqueletos de estas tres mujeres indican que estos primeros habitantes de la ciudad, en plena época romana, eran mujeres bajitas, de entre 1,45 y 1,60 metros, solían sufrir muchos problemas dentales y dolores de espalda. Eran muy trabajadoras y morían jóvenes, normalmente por una infección. Además tenían antepasados africanos, que aparecen en rasgos de dos de los tres cráneos reconstruidos.
Las técnicas forenses más avanzadas fueron utilizadas para realizar una aproximación lo más fideligna posible al rostro de los primeros coruñeses tras estudiar los cráneos descubiertos en las excavaciones arqueológicas realizadas en la ciudad y que conserva en vitrinas el Museo Arqueológico del Castillo de San Antón.
Estas tres mujeres no tienen nombre pero sí número de registro: MAC-4414 -por Museo Arqueológico de A Coruña-, MAC-110 y MAC-108. Los visitantes no podrán ver la cara de esta última, ya que se optó por dejar un rostro sin terminar, para mostrar cómo se realizó el proceso de relleno y modelado.
Dos de las tumbas donde se hallaron los esqueletos fueron descubiertas por José María Luengo en 1949 y la tercera por Víctor Tomás Botella en 2004. Estos hallazgos se localizaron en la necrópolis que existía en lo que hoy son las calles Riego de Agua, Real y Bailén. Todos estos restos estaban en perfectas condiciones.
Los visitantes podrán ver los tres esqueletos y la reconstrucción de las caras con ayuda de paneles informativos, fotografías, dibujos y hasta la proyección de un vídeo donde el médico forense Fernando Serrulla explica paso a paso la técnica que se utilizó.
La exposición incluye textos informativos sobre los ritos funerarios en la época de los romanos y cómo pasaron de la incineración al enterramiento. Una sección de esta muestra señala las zonas de A Coruña donde se realizaron excavaciones arqueológicas y donde se hallaron los esqueletos y otros restos. Otra parte de la exposición incluye nueve piezas de la época, entre ellas una placa funeraria hallada en la muralla de Puerta Real; y una estela hallada en la calle Real, de entre los siglos II y III después de Cristo, de un recaudador de impuestos llamado Fortunatus y que dedicó a su esclavo liberto.
Javier Losada destacó en la inauguración de esta muestra que el Concello apuesta por el "uso de las nuevas tecnologías para recuperar el pasado histórico de la ciudad", lo que ha supuesto "una experiencia casi única en Europa.
Losada recordó que se ha contado con la colaboración del Instituto de Medicina Legal de Galicia, donde Fernando Serrulla dirige el laboratorio de antropología forense; y el hospital de Verín, donde se realizó el escáner de los cráneos.
La elección del mirador de San Pedro para mostrar este trabajo se debe a que desde allí se divisa la Torre de Hércules, un monumento romano que podían ver los primeros coruñeses.
El Concello calificó de "reto científico y cultural" este intento de reconstruir el rostro de los cráneos más antiguos que se conservan de sus habitantes y que corresponden a personas que vivieron en la ciudad de Brigantium probablemente entre los siglos IV y V después de Cristo.
Esta reconstrucción del rostro de tres mujeres que vivieron y murieron en la ciudad romana de Brigantium y de sus esqueletos ha permitido conocer tanto su aspecto físico, aproximado, como las enfermedades que sufrieron, lesiones y causas probables de su muerte.
En la reconstrucción de los rostros se han utilizado técnicas como la digitalización en un escáner láser. Con una imagen en tres dimensiones se construyeron después cráneo a base de un tipo de resina, trabajo que realizó la empresa Maxilaria Surgery de Madrid.
Con unos bastoncillos se señalaron en estos prototipos los 52 puntos del cráneo que sirven de referencia para la reconstrucción de las partes blandas de los tejidos -piel, músculo, grasa-. La artista María Gómez rellenó y modeló con arcilla y pasta estos prototipos y colocó prótesis oculares auténticas, que donó el laboratorio Protesis Laiseca.
Rito romano
Las leyes romanas prohibían que se enterrase a los ciudadanos en las ciudades, por eso las necrópolis estaban situadas junto a las vías de entrada de los núcleos, como en el caso de A Coruña. Además de la necrópolis del eje calle Real-Riego de Agua los historiadores creen que pudo existir otra entre el cuartel de Atocha y la plaza de España.
La muestra inaugurada ayer destaca la importancia de las celebraciones funerarias para los romanos. A lo largo de todo el año llevaban flores, comida y bebida a sus familiares y amigos fallecidos. La incineración fue el rito habitual hasta el siglo II d.C., después optaron por la inhumación por influencia del culto cristiano.
Tras el entierro la familia ofrecía a parientes y amigos un banquete y después el cortejo se marchaba tras ser regado con agua para purificarse. El luto duraba nueve días, en los que la familia estaba alejada de la sociedad y lloraba al difunto. El noveno día termina el luto y la familia ofrecía un sacrificio a los dioses y una cena en la tumba. Los poderosos costeaban juegos y distribuían alimentos entre el pueblo. Al décimo día se barría la casa y quedaba así definitivamente purificada.
Esta exposición podrá visitarse todos los días hasta el 28 de diciembre en el mirador de San Pedro de 11.00 a 19.30 horas, y hasta las 21.30 horas los viernes, sábados y víspera de festivo.
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