Publicado en La Opinión de Málaga
Lucas Martín
La exhumación de las fosas comunes del antiguo cementerio de San Rafael, promovida por la Asociación contra el Silencio y el Olvido, por la Memoria Histórica, ya ha sacado a la luz los restos de 2.500 personas ejecutadas durante la Guerra Civil y las primeras décadas del franquismo. La cifra, que podría aumentar en los próximos meses, ratifica las conjeturas de los especialistas, que desde hace años, señalan al camposanto como el mayor punto de exterminio del país, por encima, incluso, de los situados en las inmediaciones de las zonas de batalla.
Los trabajos, que comenzaron en octubre de 2006, se han centrado, por el momento, en ocho fosas, situadas en la parcela de San Francisco, un enclave en el que únicamente constaba la presencia de dos, datadas al principio de la contienda. Actualmente, los expertos, asistidos por un grupo de voluntarios, escrutan otro nicho en el Patio Civil, por lo que, aún restaría excavar la mitad de las fosas documentadas, que se elevan a dieciocho. Francisco Espinosa, investigador del colectivo, asevera que el trabajo de campo podría concluir a mediados del año que viene, aunque se muestra cauteloso, dado el elevado número de sorpresas que han deparado las excavaciones.
Sin ir más lejos, la información recabada por la asociación alude a la existencia de una treintena de fosas, si bien doce de ellas no corresponden a fusilamientos masivos. "Después de los primeros años de posguerra, las ejecuciones eran, a lo sumo, de diez en diez, por lo que éstas serán pequeños nichos", reseña el experto.
Al margen de la especulación permanece la abultada cifra de asesinatos cometidos en el cementerio. El colectivo dispone ya de los nombres de un total de 4.530 personas sepultadas, al menos en primera instancia, en San Rafael. Un número que supera ampliamente las premisas que se manejaban en los primeros meses de trabajo, que hablaban de poco más de tres mil cadáveres.
De los cuerpos extraídos hasta el momento, destaca la preponderancia de muertos que no superaban los cuarenta años, además de un centenar de mujeres y casos especialmente difíciles de asimilar, como el de una joven en avanzado estado de gestación o el de más de medio centenar de bebés. No obstante, la presencia de estos últimos no corresponde a disparos, sino a la inhumación de hijos de republicanos fallecidos por hambruna o epidemia.
Las fosas abiertas en San Francisco se remontan a las ejecuciones de 1937 y los primeros años de la posguerra. Su estructura, recuerda Espinosa, estaba dividida en capas separadas por ingentes cantidades de cal, una sustancia utilizada para facilitar la fragmentación de los huesos. La disposición de los cadáveres, arbitraria y diversa, arrojó nuevos datos sobre algunos de los fusilamientos, que se produjeron junto al talud del nicho y sin atender a ordenaciones posteriores en la fosa. "Parece por la separación que la parcela acoge a víctimas de diferentes épocas", puntualiza Espinosa. Las excavaciones prosiguen.
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