Agurtzane Salazar
La Llanada alavesa es cada día una tierra más fértil. De ella no sólo se extraen productos tan típicos de la región, como la patata, sino también algunos que empiezan a ser ya clásicos: los vestigios medievales. Tras los descubrimientos arqueológicos de Zornostegi, Aistra o Trebiño ya no es insólito toparse con un fémur de tiempos inmemoriales cuando uno se hace con un pico y una pala para cavar un hoyo o para realizar unas obras de saneamiento. Éste último fue el caso de la localidad de Dulantzi, la última en incorporarse a la cada vez más larga lista de yacimientos.
En esta pequeña porción de tierra hay tanto seres de nuestra generación como hombres del medievo. Sólo que dado el tiempo transcurrido -unos trece siglos como mínimo- se trata de lo que queda de ellos: de restos humanos sepultados. Pero los de Dulantzi no conviven con una tumba esporádica. El equipo de diez profesionales que dirige Javier Niso ha conseguido contabilizar 45 esqueletos de este período en la zona que va desde la calle de Nuestra Señora de Ayala a la de San Martín.
Toda una necrópolis a la que se le calcula una extensión aproximada de 100 metros. "Un espacio muy amplio para uno de estas características. Por eso hemos cavado zanjas de hasta siete metros de anchura", valora Miguel Loza, uno de los profesionales que estos días desentierra todo tipo de objetos en la zona.
necrópolis bajo el pueblo Estos hallazgos indican que en la zona ya existían pobladores anteriores a las propias tumbas que han visto ahora la luz y que con toda probabilidad vivieron a finales del período romano o de la Alta Edad Media (siglos VII y VIII). Un cementerio en medio de la localidad alavesa en la que se han descubierto desde adultos a recién nacidos. "Un hecho bastante habitual porque en aquellas épocas las tasas de mortalidad infantil eran altísimas", explica el director de las excavaciones.
Según se ha podido concluir a partir de los hallazgos, los antepasados de Alegría enterraron a sus paisanos a lo largo de "dos fases" diferenciadas. La más antigua sería incluso anterior a la parroquia de San Martín. Estaría fechada por el medievo, cuando la aldea de Dulantzi era denominaba por aquel entonces Dullanzi. "Lo más característico de ella son sus muretes de mampostería y algunas sepulturas en fosa simple", aclara Niso. A la segunda etapa corresponderían los inhumados entre los siglos XI-XII. "Se trata de todas aquellas osamentas concentradas donde supuestamente estaba la antigua iglesia de Dulantzi, que en teoría estaba ubicada en la plaza", detalla.
No obstante, la diferencia del tiempo no es la única entre unas sepulturas y otras. "Las anteriores a la iglesia están ordenadas, de ahí la finalidad de los muretes. Las otras, están situadas más cerca del altar", declara Loza. Una tipología, por tanto, distinta para aprovechar mejor el espacio.
Aún así, esto es sólo una "pequeña" parte del descubrimiento. El equipo de Niso también ha encontrado en el subsuelo empedrados de la época romana alto imperial. "Es lo más arcaico si seguimos el orden cronólogico de la investigación. De los siglos I-II DC", comenta el responsable de los trabajos.
Otra parte de la intervención sobre el terreno la protagoniza las denominadas "estructuras excavadas". Aunque a día de hoy es difícil clasificarlas de una forma más exacta. "Lo único que de momento tenemos claro es que en el suelo hay unas estructuras hechas, una especie de agujeros, que se remontarían a los siglos VI-VII DC", confiesa el director de los trabajos.
Pero en la preparación del empedrado romano también aparece cerámica, de la que quedan "muchas" evidencias materiales. Prueba de ello son las vasijas de la época alta imperial romana, las lucernas o lámparas de aceite y los restos metálicos de bronce, probablemente "adornos para la vestimenta". El terreno de esta localidad alavesa también escondía una serie de elementos un poco más cercanos a la época actual. Este es el caso de los caños para la recogida de aguas, que los expertos aseguran ser de hace un centenar de años.
Una extensa variedad de objetos desde que el pasado 26 de octubre el equipo de Niso empezó a abrir la tierra en la plaza. "Al ver que los yacimientos se extendían más allá de esta zona protegida -perímetro adyacente a la ermita de San Martín en el que se daba por hecho la existencia de restos de civilizaciones ya olvidadas- comprendimos que había que seguir investigando un tiempo más allá de lo previsto", comenta el director. Por ello, estos expertos calculan que dejarán de remover el subsuelo más o menos dentro de dos meses.
La climatología será el mayor contratiempo en estas fechas. "Si llueve, se entorpece todo el trabajo porque se encharcan todas las zanjas", afirma Loza. Así que para encarar el invierno que se avecina ya han tomado precauciones. " Con el temporal que ha hecho estos días, hemos protegido determinadas zonas con techos de plásticos apoyados sobre pilares de madera con el fin de resguardarlas del agua", puntualiza Niso.
Un terreno resbaladizo que también es la principal razón que impide que los más curiosos experimenten en sus propias carnes cómo es ver aquel conjunto de huesos de cerca. De momento, tendrán que conformase con verlos in situ, desde detrás de las verjas o bien en el depósito del Museo de Arqueología de Álava, donde serán llevados una vez realizado el correspondiente inventario.
Los arqueólogos no dudan en afirmar que esto es "sólo el principio". "Seguramente aparecerán muchas más cosas porque estamos a mitad de camino. Aún estamos sacando los rellenos que cubren los muertos", asegura Javier Niso.
De toda la Llanada, la villa de Dulantzi se desmarca como la más prolífica en lo que a yacimientos se refiere. Por si fuera poco, de ella también forma parte el Castro de Henayo, otro elemento de gran interés histórico. La zona -situada a unos 664 metros de altura en un espolón de la ladera norte- está catalogada como Bien Cultural por parte del Gobierno Vasco desde el año 2004. La razón de ello es que se estructura sobre un asentamiento humano fechado entre la Era del Bronce y las primeras etapas de la Edad del Hierro.
La idea de los responsables del Consistorio es recuperar ciertas viviendas de entonces y enseñar en qué consistía la civilización que habitaba la Llanada hace siglos. Un proyecto que se artículará a lo largo de tres ejes: el lúdico, el académico y el turístico. Para dar a conocer el enclave los responsables municipales llevarán a cabo la señalización del itinerario y elaborarán diverso material divulgativo, como desplegables y carteles, con el fin de concebir como museo estos hallazgos.
La empresa Lurmen Creativos se encargará de ensalzar el valor de los descubrimientos mediante una recreación del poblado. Dos cabañas simbolizarán las encontradas en el cerro. Además, se adecuarán varios senderos para conocer las inmediaciones del yacimiento.
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