Publicado en Público
Toni Polo
La riera de Terrassa (Barcelona) no tiene agua. Tampoco hay hierba a su alrededor. Tras ella se levanta el edificio de la Mutua y una vieja fábrica y muchas casas se asoman al valle seco. Nada hace pensar en un río caudaloso, ni en otros animales que no sean palomas o algún perro con correa. Cuesta mirar atrás en el tiempo, nada menos que un millón de años. Sin embargo, los restos hallados en el Parc de Vallparadís ayudan a reconstruir el paisaje de esta ciudad del cinturón industrial de Barcelona en el Pleistoceno inferior.
"Era como la actual sabana africana", cuenta el arqueólogo de la Universitat Rovira i Virgili (URV) de Tarragona Kenneth Martínez, uno de los codirectores arqueológicos del yacimiento. Martínez y el otro codirector, Joan García, forman parte del equipo de Eudald Carbonell, director de Atapuerca (Burgos), el yacimiento de la época más importante de Europa. Los restos hablan de los primeros humanos que pasaron de África a Europa y el yacimiento es el tercero de esta época que se encuentra en España, después del citado de Atapuerca y del de Orce (Granada).
"Estudiamos la comparación entre la vida del hombre en campamento y en el lugar de trabajo", afirma Martínez.
Los más de 50.000 restos fósiles encontrados (la mitad de los cuales, identificados) permiten afirmar que la zona era cálida y húmeda. Según los expertos, la presencia de hipopótamos indica que había un río caudaloso, no de aguas estacionales, y los pólenes (que se conservan atrapados en el barro) especifican la flora, de arbustos y herbáceos. Los huesos encontrados dan fe de la riqueza de la fauna: hipopótamos, macacos, hienas, jaguares, ciervos y jabalíes, entre otros.
¿Cazador o carroñero?
En Vallparadís no se han encontrado restos del Homo antecessor, pero sí herramientas hechas por homínidos. Se sabe que el ser humano era carroñero; se alimentaba de animales muertos que descuartizaba con piedras de cuarzo que tallaba en forma de sierra. Así lo atestiguan las marcas que se aprecian en los huesos de los animales.
Pero no se puede decir que el hombre ya fuera cazador, como hace 500.000 años, cuando empezó a utilizar lanzas: "Con las herramientas que fabricaba hace un millón de años es difícil que matara a las fieras", admite Martínez. Hay que señalar que los animales eran el doble de grandes que sus descendientes actuales, mientras que los homínidos no pasaban del metro y medio ni de los 50 kilos. "El gran debate es si éramos carroñeros o cazábamos: si eres carroñero estás un paso por detrás de tus competidores", dice el arqueólogo.
En Atapuerca se han encontrado restos de homínidos porque se trata de una cueva, donde estos residían. "Vivir aquí, sin embargo, era peligroso", dice Martínez, quien añade que "la zona del río era terreno de los grandes depredadores. Los humanos venían sólo para aprovechar la carne de animales muertos. Los descuartizaban antes de que llegaran las hienas y se iban. Eran seres tranhumantes, aún no conocían el fuego [se descubrió hace unos 400.000 años]".
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