Íñigo Fernández
La localidad pasiega de Prases (Corvera de Toranzo) podría incorporarse al mapa de los grandes hallazgos arqueológicos de Cantabria si, como parece, la piedra identificada en una tapia del lugar se confirma como una estela cántabra de época antigua.
En principio, todos los indicios apuntan a una pieza de época prerromana o romana, según han confirmado distintos especialistas y, entre ellos, Eduardo Peralta. Sin embargo, será preciso someter a la piedra a pruebas de laboratorio con el fin de establecer su datación con toda certeza.
El asunto ha sido puesto ya en conocimiento de la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte del Gobierno de Cantabria, cuyo servicio de Patrimonio indicará en los próximos días los pasos a seguir. De momento, el proceso lo dirige personalmente el alcalde de Corvera de Toranzo, José Manuel Martínez Penagos (PP), asesorado por el técnico de la empresa Gea-Impulso Global, Joaquín de Diego.
La finca en la que se ha identificado la piedra labrada es propiedad de Alejandro López, un vecino de Prases de 73 años de edad, cuya residencia familiar se encuentra situada, precisamente, frente a la tapia.
«Siempre estuvo aquí»
Alejandro López recuerda la 'piedra' de toda la vida, aunque nunca le concedió el valor que, según los técnicos, parece entrañar. Antiguamente formó parte de una cerca, al menos desde la época de sus padres. «Siempre estuvo aquí, junto a la casa», atestigua.
Hace treinta años, cuando se armó la tapia actual, fue utilizada por los canteros como un elemento más de la construcción. Todos se dieron cuenta de que la piedra mostraba extrañas formas, y por esa razón, la colocaron en un lugar destacado, junto a la puerta de acceso a la huerta. Pero nadie reparó en su verdadero significado, hasta hoy.
«Una vez me preguntó el médico por el dibujo, pero no le dimos más importancia», explica Alejandro. Finalmente, fue el actual alcalde, muy aficionado a la arqueología, quien intuyó su verdadero valor y contactó con Joaquín de Diego para que este procediera a realizar un estudio más minucioso, cuyos resultados ahora se conocen.
Secuencia
«Puede ser una estela. Está a falta de constatar, pero lo que es seguro es una piedra labrada y todo apunta a que una piedra cántabra prerrománica o románica. Se sabrá más cuando se investigue y, de hecho, ya hemos empezado a investigar», afirma Joaquín de Diego.
A su juicio, en el descubrimiento de esta estela se ha reproducido el esquema clásico: alguien conserva la piedra, sin saber su valor (Alejandro); otra persona se pregunta por su significado y se pone a funcionar (José Manuel); y un tercero emprende la investigación (en este caso él mismo).
La característica de los dibujos -«lóbulos lineales semejantes a los de la figura denominada trisquel»-, el tipo de piedra arenisca, el emplazamiento, la proximidad a una necrópolis medieval... todo apunta a una nueva estela cántabra, descubierta, como siempre, gracias a la afortunada combinación de la casualidad y el acierto.
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