Los análisis antropológicos, paleopatológicos y genéticos practicados a los cuerpos hallados en la iglesia de San Esteban de Cuéllar (Segovia) revelan una relación de parentesco entre ellos, en el marco de la investigación promovida por la Fundación del Patrimonio Histórico (FPH) que ya arrojó "valiosos frutos" para el conocimiento de la vida en la Edad Media.
El análisis del ADN de las muestras tomadas en los restos, realizado por el Laboratorio de genética forense y genética de poblaciones de la Universidad Complutense, confirmó, con una probabilidad del 99,98 por ciento, que el hombre enterrado en el sepulcro que pertenece a Urraca García de Tapia era el padre del individuo enterrado con hábito franciscano en el sepulcro que pertenece a Martín López de Córdoba.
Con una probabilidad menor, un 68 por ciento, las pruebas apuntaron que la mujer enterrada en el sepulcro que pertenece a Urraca García de Tapia podría ser la madre de al menos uno de los dos bebés enterrados en el sepulcro de Martín López de Córdoba. Además, con ese mismo porcentaje de probabilidad, se reveló que los dos bebés enterrados en este sepulcro podían ser hermanos, según informaron a Europa Press fuentes de la FPH.
Asimismo, la buena conservación de los cuerpos se atribuyó a las "favorables" condiciones ambientales, dado que las tumbas estaban separadas del suelo y por lo tanto se mantuvo una temperatura baja. También se debe al uso de cal para impregnar los sudarios, en algunos casos introducida en las vías respiratorias.
En este sentido, la cal se usaba comúnmente como desinfectante ante enfermedades contagiosas y también tenía la consecuencia de secar el aire en espacios cerrados, circunstancia que favoreció también la conservación de los restos.
Las edades de los adultos oscilan entre los 30 y los 75 años y los dos niños podían tener entre uno y siete meses de vida. La talla media de los adultos es de 1,68 metros para los hombres y 1,59 para las mujeres.
ENFERMEDADES DE LA ÉPOCA
El examen de Paleopatología en el Hospital Clínico Universitario de Valladolid reveló también algunos datos sobre los males que pudieron sufrir en vida las personas enterradas en San Esteban, como el deterioro de las piezas dentales, en el caso del hombre enterrado en el sepulcro de Urraca García de Tapia con periodontitis, lo que denota la falta de higiene propia de la época.
Por otro lado, en el cráneo del hombre enterrado con hábito franciscano en la tumba de Martín López de Córdoba había una lesión redonda, propia de enfermedades infecciosas como la tuberculosis, hipótesis reforzada por la presencia de cal en las vías respiratorias de esta momia.
Por su parte, en el cráneo de Isabel de Zuazo se observó un adelgazamiento del hueso parietal, que no es una patología sino una variación genética, más propia de las mujeres y que no produce ninguna otra alteración.
Al estudiar las columnas vertebrales se observó escoliosis y osteoporosis en el cuerpo de Isabel de Zuazo, lo que parece normal si se tiene en cuanta que pudo morir a los 75 años. Además, en esta misma mujer se observaron procesos degenerativos en la clavícula y los tobillos, también normales en esa edad.
Por otra parte, la mujer enterrada en el sepulcro de Urraca García de Tapia padecía una intensa artrosis en la rodilla derecha que debió reducir su movilidad y causarle dolor. Además, el pelo del individuo con hábito franciscano parece hueco, lo que podría ser compatible con un diagnóstico de tiña.
Por otro lado, los sudarios de Alfonso García de León e Isabel de Zuazo son de lino y el hábito franciscano de lana, según pudo comprobarse al mirarlos con el microscopio electrónico de barrido y compararlos con tejidos actuales.
En cuanto a los objetos hallados en las tumbas, además de la importante colección de bulas impresas de Isabel de Zuazo, únicamente se encontró un colgante de vidrio de forma cúbica y un asta despuntada.Más información (e imágenes) en El Norte de Castilla
Estos sepulcros ya dieron de qué hablar en Mayo de 2009.
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