El castillo de Tiebas tiene en sus piedras (más bien en sus ruinas) cicatrices de buena parte de las guerras que ha sufrido Navarra desde la Edad Media. Pero también guarda un recuerdo de sus primeros años, cuando fue construido como palacio y no como instalación defensiva.
Las obras de consolidación de las ruinas del castillo han revelado una zona pavimentada con azulejos de época medieval, probablemente del tiempo de su construcción como castillo del rey Teobaldo II.
Los azulejos, en colores ocres y con dibujos geométricos, vegetales y de dragones fueron importados desde Francia, probablemente desde Champaña, la tierra natal de los Teobaldos, ya que la técnica que se utilizó no es la misma que se empleaba en España, según explica Mikel Ramos Aguirre, del gabinete arqueológico Navark.
Los azulejos serán retirados estos días y, según comentó el consejero de Cultura y Turismo, Juan Ramón Corpas, serán trasladados al almacén de arqueología del Gobierno foral, donde serán estudiados. Posteriormente, se tomará una decisión sobre cómo exponer los elementos hallados.
Mikel Ramos señalaba que se desconoce cuál podía ser el uso concreto que podía tener esa sala, aunque recuerda que el castillo -en realidad un palacio- tenía una función eminentemente residencial.
Este revestimiento cubre aproximadamente la quinta parte del total de la sala, que tiene en total casi 22 metros de largo por 8,8 de ancho y estaba oculto bajo 500.000 kilos de escombros que han sido retirados en las últimas semanas.
Bajo la sala azulejada se encuentra la bodega, que ha sido ya limpiada y en uno de cuyos laterales se pueden ver unos espacios en los que, probablemente, se guardaban las cubas. La bodega tiene dos agujeros en su techo, uno de ellos antiguo, y que había sido reparado antiguamente, y otro provocado por la caída de una gran piedra, probablemente durante el bombardeo del castillo en las guerras civiles del siglo XV.
Fuera del recinto del palacio, las excavaciones están sacando a la luz otras estancias, como las cocinas, en el lado este (hacia las canteras) o las letrinas, en el oeste del castillo.
Teobaldo II construyó el castillo en torno a 1260, en un momento en el que el obispo de Pamplona ocupaba el palacio real de la capital navarra. Su hermano y sucesor Enrique I y Carlos II, ya en el siglo XIV, también habitaron el palacio, que también sirvió para custodiar el tesoro del reino, como depósito del archivo de la Cámara de Comptos, del Archivo Real y de algunos documentos del obispado. En 1378 fue destruido por las tropas castellanas.
Reconstruido por Juan II en torno a 1445, volvió a sufrir daños importantes en las guerras civiles, en 1449 y 1494, y también parece que fue incendiado en el entorno de la batalla de Noáin, en 1521. Quedó abandonado definitivamente alrededor de 1640; vuelve a aparecer en la historia durante la Guerra de la Independencia, con enfrentamientos entre las tropas de Espoz y Mina y las francesas, y también en las guerras carlistas.
Las obras de consolidación de las ruinas del castillo han revelado una zona pavimentada con azulejos de época medieval, probablemente del tiempo de su construcción como castillo del rey Teobaldo II.
Los azulejos, en colores ocres y con dibujos geométricos, vegetales y de dragones fueron importados desde Francia, probablemente desde Champaña, la tierra natal de los Teobaldos, ya que la técnica que se utilizó no es la misma que se empleaba en España, según explica Mikel Ramos Aguirre, del gabinete arqueológico Navark.
Los azulejos serán retirados estos días y, según comentó el consejero de Cultura y Turismo, Juan Ramón Corpas, serán trasladados al almacén de arqueología del Gobierno foral, donde serán estudiados. Posteriormente, se tomará una decisión sobre cómo exponer los elementos hallados.
Mikel Ramos señalaba que se desconoce cuál podía ser el uso concreto que podía tener esa sala, aunque recuerda que el castillo -en realidad un palacio- tenía una función eminentemente residencial.
Este revestimiento cubre aproximadamente la quinta parte del total de la sala, que tiene en total casi 22 metros de largo por 8,8 de ancho y estaba oculto bajo 500.000 kilos de escombros que han sido retirados en las últimas semanas.
Bajo la sala azulejada se encuentra la bodega, que ha sido ya limpiada y en uno de cuyos laterales se pueden ver unos espacios en los que, probablemente, se guardaban las cubas. La bodega tiene dos agujeros en su techo, uno de ellos antiguo, y que había sido reparado antiguamente, y otro provocado por la caída de una gran piedra, probablemente durante el bombardeo del castillo en las guerras civiles del siglo XV.
Fuera del recinto del palacio, las excavaciones están sacando a la luz otras estancias, como las cocinas, en el lado este (hacia las canteras) o las letrinas, en el oeste del castillo.
Teobaldo II construyó el castillo en torno a 1260, en un momento en el que el obispo de Pamplona ocupaba el palacio real de la capital navarra. Su hermano y sucesor Enrique I y Carlos II, ya en el siglo XIV, también habitaron el palacio, que también sirvió para custodiar el tesoro del reino, como depósito del archivo de la Cámara de Comptos, del Archivo Real y de algunos documentos del obispado. En 1378 fue destruido por las tropas castellanas.
Reconstruido por Juan II en torno a 1445, volvió a sufrir daños importantes en las guerras civiles, en 1449 y 1494, y también parece que fue incendiado en el entorno de la batalla de Noáin, en 1521. Quedó abandonado definitivamente alrededor de 1640; vuelve a aparecer en la historia durante la Guerra de la Independencia, con enfrentamientos entre las tropas de Espoz y Mina y las francesas, y también en las guerras carlistas.
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