José Rodríguez
El Centro Andaluz de Arqueología Ibérica, a base de analizar minuciosamente cada hallazgo, aporta nuevas claves sobre la Batalla de Baécula, acontecida hace 2.200 años. El último descubrimiento es el camino que recorrió el ejército romano antes de enfrentarse a los cartagineses en Santo Tomé.
La maquinaria militar del imperio romano hizo temblar al mundo conocido hasta el siglo V después de Cristo. Sus soldados, bien entrenados y equipados con el armamento más avanzado, estiraron al máximo los límites de la ciudad estado que fundaron Rómulo y Remo. Pero los terribles y organizados legionarios tenían un problema: a sus sandalias (las calligae), de tanto andar en pos de la conquista, se les caían las tachuelas. La tropa de Roma perdió clavos de su calzado, por ejemplo, en su avance sobre el Valle del Guadalquivir. Y esta ofensiva, como dicen las crónicas, comenzó en el 208 antes de nuestra era en Santo Tomé, en la Batalla de Baécula, en la Segunda Guerra Púnica. Fue cuando Escipión El Africano decidió combatir al cartaginés Asdrúbal Barca en su campamento, en lo que, dos mil doscientos años después, es el cerro de Las Albahacas.
La pérdida de enganches de los zapatos, que haría proferir blasfemias a diestro y siniestro a los combatientes, es una oportunidad para los investigadores del Centro Andaluz de Arqueología Ibérica de la UJA (CAAI). Y es que los expertos, que dirige Arturo Ruiz, gracias a las tachuelas, se marcan otro tanto en sus investigaciones sobre la contienda, que ya dejaron claro que no fue en Bailén, como siempre se pensó. Ahora, uno de los más espectaculares y esclarecedores descubrimientos es el “camino de Escipión”. La vía, por el momento, de unos cuatro kilómetros de extensión y plagada de restos arqueológicos, es la ruta que enfilaron los legionarios prestos a atacar el territorio de Cartago. El director del CAAI confía en que, una vez que el yacimiento sea visitable —para lo que ya se trabaja en un centro de interpretación en Santo Tomé—, la posibilidad de caminar por el sendero que recorrieron Escipión y sus militares será un gran atractivo.Además, no sólo se conoce por dónde llegaron; el análisis de las más de 850 piezas encontradas permite determinar ya la zona en la que se apostaron los cartagineses para tratar de frenar a Roma. En este lugar, hay restos de flechas o del armamento de los onderos baleáricos, los mercenarios íberos que combatían a las órdenes de Asdrúbal Barca. En otro punto del cerro, se descubrió el terreno en el que atacantes y defensores se enfrentaron cuerpo a cuerpo. Una de las pistas más curiosas para localizar este el lugar, son las monedas encontradas. El investigador Arturo Ruiz precisa que los soldados romanos, acostumbrados a largas campañas, siempre llevaban todo el dinero que podían encima, porque no sabían si en sus vastos desplazamientos les haría falta.
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