08 julio 2009

Xouba, la «caníbal», se quiere comer los restos de los antepasados de Baiona

Publicado en La Voz de Galicia
Alejandro Martínez

Reposando durante siglos bajo el suelo de Baiona para ahora ver la luz y acabar saciando el hambre de una perra que merodea por el entorno de la antigua Colegiata. El animal responde al nombre de «Xouba» y se quiere comer los restos mortales que han aparecido en el cementerio olvidado descubierto recientemente junto a la iglesia parroquial de Santa María.

La apertura de zanjas para la canalización subterránea de servicios de telefonía y gas ha permitido reconocer el primitivo camposanto de la villa. La aparición de una moneda del siglo XVI, así como de diversas lápidas funerarias hizo que Patrimonio decidiera paralizar las obras para dar paso a una excavación arqueológica más profunda.

Y ha sido «Xouba» quien ha seguido con mayor interés el desarrollo de las investigaciones. El equipo dirigido por la arqueóloga municipal, Rosa Villar, y también por Lino Gorgoso, contratado por Gas Galicia, descubrió hace unos días el osario del antiguo cementerio. Contabilizaron nueve cráneos y miles de huesos. Todo un festín para la perra «caníbal» de Baiona, una atracción irrefrenable que ha despertado sus instintos de supervivencia.

El animal ha tenido fritos a los arqueólogos hasta que el pasado viernes concluyeron la excavación. No ha apartado la vista de su trabajo para aprovechar el mínimo descuido y poder llevarse a la boca una recompensa en forma de tibia, omóplato o costilla de algún antepasado baionés. Otras veces, aprovechando la ausencia de los arqueólogos, se metió dentro de la zanja para excavar con sus patas hasta encontrar algún tesoro comestible.

Los especialistas han perdido la cuenta de las veces que han tenido que echar a la perra de la excavación. Su obsesión por el contenido del osario fue tal que llegó incluso a gruñir al sacerdote Don Javier cuando éste quiso defender los restos enterrados cristianamente hace varias generaciones.

La perra «Xouba» pertenece a una pareja que reside a pocos metros del yacimiento arqueológico, en el barrio de San Xoán. Un agujero en la puerta otorga al can la libertad de entrar y salir cuando quiere de la casa. Estos días ha estado muy ocupada con el filón que ha encontrado a la vuelta de la esquina. Vivía al lado del paraíso y ella sin saberlo.

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