Publicado en ABC
M. Moreira
Al pasear por la plaza de la Almoina de Valencia, muchos viandantes se habrán preguntado la razón de ser de un estanque de 300 metros cuadrados, reticulado bajo el agua con una extraña malla amarilla. Ninguna señalización informa de que bajo esa lámina se hallan los baños más antiguos de Hispania, de los más peculiares del siglo II a.C. que se conocen. Cinco años después de anunciar la recuperación de los restos arqueológicos de la antigua Valentia, ya pocos se acuerdan de este proyecto municipal, que mañana viernes se inaugura -con dos años de retraso-.
La desaparición de una manzana de edificios en esta céntrica parte de la ciudad se aprovechó en su día para descubrir los tesoros de su subsuelo. Bajo los cimientos de esta manzana están estratificadas las ruinas de la fundación de la ciudad en el 138 a.C. y las consiguientes huellas romanas, visigodas, islámicas y cristianas.
El arqueólogo Albert Ribera y el arquitecto José María Herrera son los artífices de este museo subterráneo, en el que pueden contemplarse espacios tan emblemáticos de la civilización romana de Valencia como algunas columnas del foro (de 4,35 metros de altura, coronadas por capiteles estucados de orden corintio), las termas republicanas, los restos de la catedral visigoda o una noria árabe.
Según la documentación original del proyecto, en el vestíbulo del museo se extenderá sobre un muro un plano inciso en mármol de Carrara que representará la Valencia romana, inspirada en la «forma urbis», el plano realizado por Septimio Severo a principios del siglo III d.C.
Noticia completa en ABC
No hay comentarios:
Publicar un comentario