Publicado en La Nueva España
Alba Sánchez R.
Pablo González
«Era Himmler. Lo reconocí porque el actor que hacía de él en "La lista de Schindler" era clavado». Así, con una foto del comandante en jefe de la SS que diseñó el exterminio de millones de judíos, gitanos, eslavos y homosexuales de la Europa ocupada, comienza la historia del «tesoro» nazi de Ponga. Quien habla es Rosa López, una asturiana de 57 años que hace unos meses encontró en el desván de la casa familiar de su marido, en la aldea pongueta de Abiegos, casi medio millar de fotografías originales -el álbum personal de Hans Thomsen, jefe del partido nazi en España hasta 1946-, que ponen de manifiesto las íntimas relaciones de la España de Franco y la Alemania de Hitler.
La génesis de este hallazgo arranca meses atrás cuando Rosa López se encontraba recogiendo la casa de los abuelos paternos de su esposo para ponerla en venta. Al abrir unas cajas se encontró con un gran libro con tapas de cuero marrón. López descartó con un simple golpe de vista que fuese un álbum de fotos o de recortes de prensa de familia. Más que nada porque el libro, lleno de firmas germanas, estaba decorado por un águila imperial en cuyas garras sostiene una esvástica, el símbolo del III Reich, pero, sobre todo, por el contenido de las dos colecciones de fotos que encontró bajo el libro. Un rápido vistazo a las imágenes en blanco negro llenas de uniformes alemanes y de la Falange y cruces gamadas le bastó para saber que tenía ante sí documentos de cierto valor.
La prueba definitiva fue cuando uno de los personajes fotografiados le resultó familiar. El haber visto «La lista de Schindler», la visión de Steven Spielberg sobre el Holocausto, le permitió reconocer a Himmler. Himmler, de visita en Madrid, preparando la seguridad de la cumbre de Hendaya entre Franco y Hitler (sin retocar por los servicios de información españoles); Himmler en el monasterio catalán de Montserrat buscando a los pies de la Virgen de la Moreneta el Santo Grial; el Generalísimo y el Führer mano a mano en la estación de Hendaya, o miembros de las juventudes hitlerianas celebrando el cumpleaños de su líder en la Casa Alemana de Madrid. «Cuando vi aquello me quedé patitiesa», reconocía ayer Rosa López a LA NUEVA ESPAÑA.
Una vez asumida la entidad del hallazgo, López comenzó a investigar de dónde había salido aquello. «Buscando en internet averigué quién era Hans Thomsen», cuenta refiriéndose al creador de esta colección inédita de fotos, que comienza el 28 de marzo de 1939, cuando las tropas de Franco toman Madrid, según publicó ayer el diario «El Mundo» .
Y es que los álbumes no sólo recogen las vinculaciones de Franco y el nazismo, sino de la vida de Thomsen, responsable del partido Nacionalsocialista alemán (NSDAP) en España hasta el final de la II Guerra Mundial. En ellas se puede ver a Thomsen en funerales, como el del embajador alemán en España Von Moltke o paseando por Madrid escoltado por un grupo de falangistas.
¿Pero cómo acaban los testimonios gráficos recolectados por esta figura del nazismo alemán en una casa del oriente asturiano? En mitad de la intrahistoria de este histórico hallazgo, por la información gráfica que aporta a la presencia nazi en España, se encuentra el marido de Rosa López, Manuel Sánchez Bretón, un ovetense nonagenario que en los años 40 estudiaba en Madrid Ingeniería de Caminos. Cuando Thomsen tuvo que abandonar el país en 1946 reclamado por los aliados, le entregó su colección de fotos y firmas a uno de sus vecinos de El Viso, donde vivía en un chalé. El vecino era Andrés Rodríguez-Villa, procurador falangista en las Cortes, responsable de Asuntos Sociales de uno de los Gobiernos de Franco y representante en España del grupo Krupp, una de las empresas alemanas marcadas por haber utilizado mano de obra esclava durante la contienda mundial.
El legado del representante del aparato político de Hitler en España fue transmitido por Rodríguez-Villa al asturiano Sánchez Bretón, que a sus 24 años residía en una pensión de la calle Arenal, cuando en nazismo comenzó a caer en desgracia a golpe de derrota. España debía comenzar a hacer puntos ante la inminente victoria de los aliados, de ahí que cualquier cosa que oliera al imperio nazi que iba a durar mil años y que no llegó a tres lustros quemase en las manos. Y más en las de alguien vinculado al Movimiento.
Sánchez Bretón guardó las fotos y con él volvieron a la casa familiar de Ponga cuando retornó de Madrid en 1970. También lo hicieron sus recuerdos sobre Thomsen, «un hombre serio de dos metros». «Se acordó que existían las fotos cuando las encontré», relataba su esposa. «Al principio las dejamos estar, si más, pero luego nos dimos cuenta que podían ser un documento histórico importante y por eso las hemos dado a conocer», prosigue Rosa López.
La preocupación de la familia ahora es dejar claro que nada tiene que ver «con el nazismo». La misma que mostraban ayer los vecinos de Abiegos tras conocer la relación de su pueblo y la colección privada de imágenes del jefe del NSDAP. «No es nazi, ni él ni nosotros», explicaban los vecinos de la localidad pongueta en plena resaca de las fiestas patronales. «Es una persona muy discreta que pasaba temporadas aquí cuando regresó de Madrid», apostillaban desde Abiegos. Y así, con la misma discreción, Sánchez Bretón guardaba en una vieja caja de cartón un trozo de la historia que cambió el mundo hace casi setenta años.
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