Jacinto Antón
"Y estigueren fins al dia de Nadal que sen anaren lo exersit de Phalip quint y lo de Carlos terser lo dia de St. Joan dia 27 de desembre deixant las casas de la vila menos la Rectoria y casa Candido inhabitables". De esta manera estremecedora relata en su diario Joan Fàbrega, payés de Cerarols coetáneo de los hechos, los efectos causados en la localidad de Els Prats de Rei por la batalla del mismo nombre disputada en 1711 entre los ejércitos borbónicos comandados por el mariscal Luis José de Borbón, duque de Vendôme, y los austracistas del mariscal Guido von Starhemberg. Fue un enfrentamiento largo y brutal, con más de 60.000 combatientes, uso masivo de la artillería, asedio, trincheras, asaltos y contraataques, durante el que el bando borbónico trató infructuosamente de arrojar de sus posiciones al variopinto contingente de Von Starhemberg, compuesto de austriacos, holandeses, portugueses, ingleses y catalanes.
El Ayuntamiento de Els Prats de Rei y el grupo de investigación Didpatri (Didáctica y Patrimonio) de la Universidad de Barcelona, con la colaboración del Museo de Historia de Cataluña, han iniciado un exhaustivo estudio científico de esta batalla poco conocida que se alargará los próximos tres años. Los resultados arqueológicos confirman la importancia de la batalla, la tercera en magnitud jamás librada en tierras catalanas después de la del Ebro (1938) y la de Ilerda (César contra Pompeyo, 49 antes de Cristo). Los investigadores califican la batalla de Els Prats de Rei de "Stalingrado catalán", nada menos.
"Fue una batalla muy larga, que involucró a un número extraordinariamente elevado de combatientes -más que en Villaviciosa y que en Almansa-, de fuerte desgaste, con los borbónicos dando y dando, embistiendo de cabeza, empeñados como los alemanes en 1942 en la ciudad del Volga. Y durante su fase final se libró, como la de Stalingrado, con un frío del carajo", justifica el historiador Xavier Hernández."El pueblo se convirtió en un campo de ruinas a las que se aferró la infantería austracista rechazando ataque tras ataque; se conservan testimonios tremendos de la lucha y la destrucción", continúa Hernández. El historiador del grupo Didpatri señala el uso de cañones de 24 libras, los más potentes del momento, cuyas balas de 12 kilos han aparecido en cantidad en la zona.
El campo de batalla es enorme; hay una ruta señalizada y un pequeño museo. La idea es hacer un buen centro de interpretación de la contienda y proteger y valorar uno de los escenarios más interesantes de la Guerra de Sucesión. De momento, la prospección arqueológica, con detectores de metal y GPS, se ha realizado en zonas de campamentos. Han aparecido piquetas, herramientas, botones y balas. "El estudio de esta batalla puede resultar esencial para nuestro conocimiento de los aspectos militares de la Guerra de Sucesión en Cataluña", reflexiona Hernández.
La batalla de Els Prats de Rei se sitúa en la fase de repliegue austracista de la guerra. La victoria de los aliados y la consiguiente retirada de las tropas borbónicas a Lleida mantienen la contienda viva, "significa que la ruleta todavía sigue girando", explica gráficamente Hernández.
El asedio de Els Prats de Rei comenzó en septiembre. Las tropas de Starhemberg, 36 batallones, 44 escuadras y 500 húsares (!), según algunas fuentes, llegaron el día 17, y a las tres horas, las del duque de Vendôme, franceses y españoles, que, a diferencia de las primeras, disponían de artillería. Al día siguiente, según el estudioso Francesc Serra, los cañones empezaron a disparar. El día 19, atacan dos batallones franceses, pero son rechazados. El 23, llega la artillería austracista. Ambos bandos cavan trincheras. A inicios de octubre, Vendôme abre una brecha en las murallas. Minas y contraminas. Diablos, ¡sólo falta la fábrica de tractores Octubre Rojo en este Stalingrado catalán! El enfrentamiento se extiende a Cardona -por donde intentan pasar los borbónicos- y su castillo, que también resiste, pese al ataque salvaje del conde de Muret, que lanza oleadas de granaderos y agota la pólvora de sus cañones de tanto uso. El austracista conde de Eck consigue hacer llegar la petición de ayuda a Starhemberg y éste le envía desde Els Prats de Rei (donde tiene su puesto de mando en la gótica Torre de la Manresana) infantería, 300 dragones y 500 migueletes.
El 20 de diciembre los austracistas pasan a la ofensiva y, después de nuevos combates encarnizados, los borbónicos se retiran el 24, tras perder, según las fuentes, 10.780 soldados de infantería, 4.341 caballos y 2.845 mulas. "Tota la vila posaren per terra, i mai en pogueren treure els del rei Carles", sintetiza el payés Fàbrega.
¿Cuál fue el papel de los combatientes catalanes? "En Els Prats de Rei había unidades regulares catalanas, infantería y dragones, por ejemplo, aunque el grueso eran austriacos, holandeses y portugueses, pero lo más notable es la acción de los migueletes, que realizan misiones decisivas de forrajeo, golpes de mano y distracción, y cubren las retiradas; la petite guerre, que decían los franceses", indica Hernández. "De hecho los migueletes, aunque su forma de actuar no es de guerra convencional, no son simples milicias indisciplinadas sedientas de pillaje, sino verdaderos regimientos de fusileros de montaña. Son, eso sí, la pesadilla de los borbónicos. Tenemos documentado algún ataque nocturno conjuntamente con los granaderos austriacos y se nos explica cómo derribaban las tiendas y acuchillaban con sumo talento a los de dentro".
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