Asier Solana entrevista a Edurado Vijande, autor de una tesis doctoral sobre el abrigo de Benzú.
De los trabajos en el yacimiento de la cueva y abrigo de Benzú saldrá este otoño la primera tesis doctoral. Unos restos que ya han dado numerosos artículos de investigación y de los que por fin surgirá un doctor en Historia.
Se trata de Eduardo Vijande Vila (31 años, natural de San Fernando, Cádiz), que se ha centrado en la cueva, donde se hayan los restos menos antiguos. Además, hoy vendrá a dar una de las dos charlas que cerrarán el ciclo de conferencias organizado por la Consejería de Educación, Cultura y Mujer.
–Uno de los descubrimientos estrella es la elevada antigüedad del yacimiento, 250.000 años. ¿Por qué prefirió centrarse en profundizar sobre épocas más ‘recientes’?
–En efecto, hay registros paleolíticos. Pero yo me he centrado en el neolítico ya que se trata de una época que me atrae mucho más por sus características. En ese sentido, fue una suerte que José Ramos decidiera excavar en la cueva y que allí hubiera siempre 2 ó 3 personas, donde estuve desde el principio. Y eso que, al principio, no se tenía nada claro que se pudieran encontrar restos de valor.
–¿Es posible que a la cueva se le haya prestado muy poca atención ?
–Lo cierto es que el abrigo sí que tiene unas cronologías muy antiguas y novedosas, mientras que la cueva es mucho más pequeña.
–Tras varios años de excavaciones en la cueva, ¿qué le animó a emprender la tesis doctoral y estudiarla más a fondo?
–El neolítico me parece más interesante, no solo en Benzú, sino en otros yacimientos neolíticos que he explorado tanto en el norte de África como en la provincia de Cádiz. No estamos para ver quien hace el récord de cronología, pero es uno de los momentos históricos más interesantes.
–¿Cuánto de interesante ?
–Muchos expertos lo definen como una de los procesos económicos más relevantes en la historia de la humanidad. Ten en cuenta que la sociedad avanza desde una estructura basada en caza y recolección a otra basada en agricultura y ganadería. La cueva era un sitio estratégico en el norte de África.
–¿Una sociedad más avanzada?
–El cambio es importante. Se pasa del estrés que puede causar el no poder cazar comida durante unos días: podría desaparecer. Con la agricultura y ganadería, los periodos de carestía se solventan con almacenamiento. Esto supone unos cambios sociales, familiares, e ideológicos.
–¿Qué indicios tienen de esos cambios sociales?
–Sobre todo funerarios. Se han encontrado ajuares lujosos, lo que sugiere la existencia de una élite que tenía más poder y posesiones. Está claro que, desde el momento que alguien almacena, surge el sentido de propiedad y las desigualdades sociales. Además, se piensa que entonces surgió el concepto de familia.
–¿Qué fue lo más sorprendente que descubrió en estos años?
–Encontramos unos excrementos de hiena rayada. Por un lado, nos sirvió para ver cómo la ocupación de la cueva fue intermitente. Por otro, me dio para imaginar lo dura que debía ser la vida con ese tipo de animales salvajes rondando.
–Como investigador, ¿siente que su labor está apoyada por las administraciones?
–Lo cierto es que resulta complicado. Tuve la suerte de coger la beca del IEC y ahora otra de la Universidad de Montpellier con la que estaré año y medio en el norte de Marruecos. Pero luego no sé.
No hay comentarios:
Publicar un comentario