Francisco Albo
Las poblaciones paleolíticas del valle de Lemos pudieron haber seguido un patrón de distribución geográfica similar al actual, concentrándose sobre todo en las zonas más próximas al río Cabe y asentándose de una forma mucho más escasa y dispersa en áreas marginales de la depresión, como la zona oriental. Esta es la hipótesis que manejan los investigadores del proyecto de estudio de los yacimientos paleolíticos del sur lucense promovido por la Universidade de Santiago, que estos días están prospectando zonas de la depresión que no habían sido examinadas en anteriores campañas.
En los pasados días, el equipo científico ha seguido localizando industrias paleolíticas dispersas por la superficie del terreno y ya catalogó una veintena de lugares en los que podrían existir yacimientos en el subsuelo. Asimismo, se ha recogido medio centenar de artefactos, que en su mayor parte consisten en simples lascas -restos de fabricación de herramientas líticas-, un material difícil de asignar a una época determinada de la prehistoria por no presentar rasgos que ayuden a precisar su cronología. No obstante, entre estas piezas aparecieron algunos instrumentos acabados -de tipo bifaz- que podrían encuadrarse en el Paleolítico Inferior. «Son unos materiales muy similares a los que aparecieron en la zona de As Lamas y en otras partes de la depresión», indica el arqueólogo Arturo de Lombera.
Menos yacimientos
Las prospecciones se han realizado en diversas zonas de las parroquias de Chavaga, Reigada, A Parte, Ribas Altas y Valverde. Los hallazgos de piezas arqueológicas y de posibles yacimientos realizados hasta ahora en este territorio es bastante menor que los realizados en otras áreas de la depresión. Los investigadores opinan que ello puede deberse a que estas partes del valle -como sucede en la actualidad- estaban considerablemente menos pobladas que los alrededores del Cabe. Según indica De Lombera, «tiene bastante lógica pensar que fuese así, porque en torno al río se concentrarían las principales masas de vegetación y serían más abundantes las poblaciones animales, por lo que esas zonas serían las de mayor interés para que se asentasen los grupos de homínidos».
No obstante, los investigadores puntualizan que las zonas donde se están efectuando estas últimas prospecciones son menos adecuadas que las otras para localizar industrias paleolíticas. «También hay que tener en cuenta que en esta parte de la depresión los procesos erosivos han sido más fuertes y hay menos terrazas fluviales, que son las zonas donde se concentran la mayoría de los yacimientos», explica De Lombera. «Además, en esas zonas hay menos tierras de labor y es más difícil encontrar cortes del terreno, unos lugares que resultan muy útiles para localizar rastros de posibles yacimientos», añade.
Cuando se complete el mapa de los poblamientos paleolíticos del valle, los investigadores esperan poder trazar un panorama más fiable de su distribución geográfica y determinar si efectivamente seguía una pauta parecida a la actual.
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