Vía: La Nueva España
José Adolfo Rodríguez Asensio, director general de Universidades e Innovación Tecnológica, es prehistoriador y director del Aula de Interpretación de la Cueva de Candamo.
La UNESCO acaba de aceptar la candidatura «Arte rupestre paleolítico de la cornisa cantábrica» a la lista de Patrimonio Mundial. En esta propuesta, además de algunas extraordinarias cuevas cántabras y vascas, se encuentran las cavidades asturianas del Pindal, Llonín, Tito Bustillo y Candamo. Estas cuatro grutas que guardan celosamente sus secretos en forma de pinturas y grabados desde hace varios miles de años son los santuarios más importantes de época paleolítica en Asturias y forman el grupo de cabeza de las más de 40 cuevas que conservan muestras de arte Paleolítico en nuestra región.
El Pindal con sus pinturas ordenadas a modo de gran escenario teatral nos sugiere un camino hacia la interpretación chamánica de estas manifestaciones artísticas. Con sus claviformes únicos y su elefante «enamorado», además de los extraordinarios bisontes, ciervas, caballos y signos, ha estado aportando pacientemente, desde principios del siglo XX, sus datos a los estudiosos como uno de los santuarios más importantes de la cornisa cantábrica.
Llonín que, además de guardar celosamente algunas de las mejores figuras pintadas y grabadas del arte Paleolítico, aguantó la fuerte contaminación a la que las bacterias de la fermentación quesera sometieron durante años a esta cavidad. El serpentiforme, los ciervos, los cápridos, los bisontes, los caballos, los signos y otras figuras, en rojo y en negro, han situado desde los años setenta esta cavidad en un lugar de privilegio.
Tito Bustillo, el más completo santuario paleolítico de Asturias y que desde 1968, año de su descubrimiento, ya fue conocido como «la cueva de los caballos», pues su gran panel, organizado como si de un gran pentagrama se tratara, como ha dicho el padre Soria, nos ha legado una excelente partitura del arte Paleolítico. La cueva de Tito Bustillo guarda, además, algunos tesoros inigualables y únicos, como son el camarín de las vulvas o la galería de los caballos, entre otros muchos conjuntos que se encuentran en esta oquedad de un kilómetro de galerías. Sólo allí nos podemos deleitar en la contemplación de figuras en color violeta, además de las rojas o negras, y el amplio bestiario plasmado por la mano del hombre paleolítico en sus paredes nos permite acercarnos con paso seguro al ambiente de aquellas lejanas épocas en que se desarrolló la cultura magdaleniense.
Por último, quiero hacer referencia a la caverna de la peña de Candamo, cuyas pinturas y grabados fueron descubiertos a comienzos del siglo XX y sufrieron grandes avatares de conservación hasta llegar al momento actual en que, felizmente, la cueva se encuentra saneada, sin males internos y con un tratamiento adecuado de conservación.
Artículo completo en La Nueva España
Información sobre la cueva de Candamo en la página web del Ayuntamiento
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