D. Pérez
Para marcar la ubicación de los pecios, quizá la parte más complicada de todo el proceso, Cultura ha tenido que recurrir a buques cazaminas de la Armada, dotados de sistemas de detección y rastreo, como el que fijó la posición del 'Reina Regente' (hundido frente a la costa de Barbate, en 1985, a causa de una tormenta). También acaba de incorporarse a la batalla el Servicio Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE), dependiente del Ministerio de Interior, que a su tarea habitual de control del tráfico marítimo debe sumar ahora el encargo de ayudar a redactar un Atlas Arqueológico Submarino Nacional.
En el CAS de Cádiz han tenido ocasión de comprobar la eficacia de algunos de los nuevos procedimientos llamados a redefinir por completo los métodos que actualmente utilizan los arqueólogos para este mismo fin, como la aplicación de técnicas geofísicas de rastreo, utilizadas anteriormente con éxito en tareas industriales (búsqueda de petróleo); o el Equipo de Ecosondas Multihaz (una especie de variante mejorada del sónar), que durante 15 días barrió el fondo de la playa de La Caleta arrastrado por un barco y gracias al cual los especialistas pueden elaborar un mapa tridimensional de todo lo que hay bajo el agua. Se trata de escanear el fondo marino y levantar después un plano en relieve en el que se puede distinguir los restos de los pecios bajo el légamo.
El CAS trabaja además con la Universidad de Málaga en la puesta a punto de una novedosa técnica electroscópica de plasma inducido por láser, y colabora con la Unidad de Buceo Tecnológico de la UCA en una moderna línea de investigación bautizada como arqueometalurgia, que permite conocer la naturaleza química de los materiales localizados.
Según explicaba Carmen García de Rivera, la directora del centro, «los mejores resultados se derivan del uso combinado de todas esas técnicas, aunque somos plenamente conscientes de que aún queda mucho camino por recorrer, también en el campo de la innovación tecnológica».
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