Fernando Pérez Ollo
Si el sentido medieval del dinero, la propiedad privada y los derechos comunales, el precio y el salario justos, el sistema mercantil, los pesos, medidas y monedas, el interés y la usura, materias todas que analiza la profesora Wood, pueden anestesiar una sobremesa, qué diremos de un volumen de casi mil páginas dedicadas a un sexenio de cuentas, sarmentosas partidas de ingresos y gastos, en el primer tercio del siglo XIV. Y, sin embargo, hay que hablar de este libro, por varias razones.Contiene cuarenta comptos o registros, de ellos diez incompletos, fechados entre 1318 y 1325. Pertenecen, pues, a los reinados de Felipe II y Carlos I, hermanos de Luis Hutin, hijos los tres de Juana y Felipe, monarcas de Navarra y de Francia. Como se sabe, Juana I de Navarra, hija de Enrique III y nieta de Teobaldo II, perdió a su padre cuando tenía año y medio, en 1274. Era heredera indudable, pero su madre, Blanca de Artois, condesa de Champagne, rindió vasallaje al rey francés, Felipe III el Atrevido, al que quería unir la Corona navarra. Los intereses castellanos y aragoneses enredaron la cuestión, pero al final la princesita navarra quedó prometida al primogénito francés, luego Felipe II de Navarra y V de Francia. Los tres hijos varones de esa pareja reinaron en ambos reinos: Luis Hutin, Felipe y Carlos.
Al morir en 1328 el tercero, Carlos I de Navarra y IV de Francia -allí El Hermoso, aquí El Calvo-, le sucedió su hermana, Juana II, casada con Felipe III, su primo. Así, a la Casa de Francia sucedió la de Evreux. El cambio dinástico ocasionó la guerra de Navarra -mayo/septiembre de 1276-, que destruyó la Navarrería. La cantó Guillem de Anelier, cuyo códice del siglo XIII se muestra ahora en la exposición de Fitero, abierta hasta el próximo día 29.
De los cuarenta registros, nueve corresponden a Pamplona y otros tantos a Estella, cinco a Tudela, cinco también a Olite, cuatro a Sangüesa, tres a la Ribera, dos a Puente la Reina. Las cuentas, en moneda -libras, sueldos, dineros- y cereal -trigo, cebada avena-, son minuciosas y complejas. Además del interés estrictamente fiscal y de sus variados conceptos, incluidas las sanciones penales, estos cuadernos en latín y romance ofrecen muchos otros datos, como nombres de vecinos y de términos, oficios, funciones y obras públicas. Y además radiografían la reforma administrativa introducida por los reyes franceses en este reino que no pisaron.
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