Axier Burdain
Entrevista a Agustín Azkarate, Catedrático de Arqueología de la Universidad del País Vasco
¿Cómo interpreta que un trabajo como la recuperación de la catedral de Santa María, por el que no se apostaba mucho, se haya convertido en el estandarte del turismo gasteiztarra?
Soy de los que creen que la investigación no debe ser impulsada por el interés personal del arqueólogo, sino por las necesidades sociales. En el caso concreto de la Catedral, existía un edificio con problemas y una serie de arquitectos y arqueólogos respondimos. Con el tiempo ha resultado una experiencia intelectualmente muy gratificante, nuestro objetivo ha sido socializar el conocimiento y el resultado ha sido la aceptación y difusión del proyecto por parte de la ciudadanía, lo que a su vez ha atraído el turismo. No es importante porque hayamos creado un objeto de consumo para el turismo, sino porque la investigación es del interés de la ciudadanía de Vitoria.
¿Sucede lo mismo con las murallas?
El trabajo con las murallas es para mí especialmente querido y, quizás en este momento, el que más me estimula de todos. Tenemos unas murallas absolutamente desconocidas a pesar de que hace 53 años Apraiz clamara al cielo tras descubrirlas y constatar que ninguno de sus coetáneos se acordaba de ellas. Hemos demostrado que son más antiguas de lo que se pensaba, lo cual ya es un descubrimiento histórico, y hemos llevado a cabo un redescubrimiento social, que para mí es lo más importante porque devuelve la autoestima al Casco Viejo. Contemplarlas de noche, arregladas y con la nueva iluminación, resulta impresionante.
¿Es necesario que el Casco Viejo recobre la autoestima? ¿Está infravalorado?
Generalmente nadie da importancia a aquello que ve cada día y que ha visto desde que iba a la escuela. Uno va a Italia o a Turquía o a Croacia y se queda maravillado con obras peores que las que tiene en casa. El vitoriano, el VTV, no ha apreciado lo suficiente su Casco Viejo, aunque hay excepciones notables. Conozco a gente que ha nacido en el Casco y ha ocultado que procede de tal o cual calle porque le parecía más elegante decir que vivía en General Álava, en Dato o en la calle Florida.
¿Existen demasiados prejuicios en Vitoria?
Vitoria es una ciudad llena de prejuicios. Todo el mundo lo sabe.
¿Le gustaría eliminar algún tópico del mundo de la arqueología?
Claro. El de que los arqueólogos sólo estudian temas muy antiguos y que cuanto más antiguo sea el tema estudiado, mejor arqueólogo se es.
¿Y no es así?
Por supuesto que no. Por ejemplo, desde hace muchos años, en el mundo anglosajón se estudia la arqueología industrial, el siglo XIX, los poblados mineros, restos de fábricas y demás. Todo ello con metodología arqueológica. Yo mismo excavé en el Ártico, en Terranova, hace ya muchos años, los restos de los balleneros del siglo XVI.
Vamos, que cuando se habla de arqueología, sólo se piensa en Indiana Jones...
Evidentemente. Y no existe una imagen más alejada de la realidad que ésa. La arqueología es una disciplina en la que se trabaja en equipo, con mucha paciencia, poca afición por los hallazgos espectaculares...
¿Y poco afán de protagonismo?
El afán de protagonismo es inherente al ser humano. El ego es parte consustancial de nuestro carácter y unas personas lo tienen más desarrollado que otras, pero no creo que los arqueólogos sean de los que más ego tenemos. No habríamos elegido esta profesión si buscásemos la notoriedad. Ni el dinero.
Entrevista completa en Noticias de Álava
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