Publicado en El Faro de Vigo
María López
Más de dos mil años de historia escondidos a seis metros bajo tierra. Por fin, la esperada musealización de la salina romana ubicada en Rosalía de Castro ya está a punto. Antiguamente su superficie abarcaba desde la calle Pontevedra hasta la rotonda de Guixar, pero los arqueólogos, tras meses y meses de trabajo, sólo han podido conservar 300 metros cuadrados, aunque intactos, que se exponen en el Centro Arqueológico de Areal, bautizado como "Salinae".
Un ascensor de cristal para acceder al museo subterráneo pone al visitante en situación de lo que se va a encontrar. Tras una primera panorámica de pantallas digitales con información, paneles con ilustraciones y texto y pequeños hallazgos (sandalias o collares), se oculta el verdadero motivo de la apertura del centro de interpretación: una de las salinas mejor conservada y más antigua del norte del país. La expectación está asegurada. No fueron pocos los que al pasar frente al centro de salud preguntaban a los operarios sobre la apertura al público del museo.
Este yacimiento en pleno centro de Vigo se abre como un espacio donde los amantes de la historia y la arqueología tienen la posibilidad de recrear perfectamente el funcionamiento de la salina en el siglo I, y podrán hacerlo siempre a través de visitas guiadas y con previa cita. La salina está compuesta de varias cubetas de diferentes tamaños. La más cercana al mar, la más profunda, recogía el agua. Las personas que se encargaban de trabajar en esta rudimentaria "fábrica" al aire libre trasladaban con unas palas especiales el agua a unas cubetas de arcilla de menor altura para que el agua pudiese calentarse con la luz solar. El siguiente paso sería pasar la sal a las parcelas destinadas a su cristalización.
Todo un cuidadoso proceso que nos demuestra a la sociedad contemporánea la importancia de la época romana en Vigo. "Si existía esta salina de evaporación solar era porque había un mercado suficiente que se abasteciese de ella", explica el arqueólogo del Museo del Mar, Vicente Caramés, quien destaca, mientras hace un recorrido por el museo, la dificultad de hacer sal en una zona costera como Vigo. "Muy posiblemente la salina no duró más de un siglo debido a cuestiones técnicas y climáticas", observa. Muchas horas de sol, lluvia escasa y una alta salinidad del agua. Estos son los tres requisitos indispensables para que una salina funcione, y el clima atlántico no permitió que la actividad de la recogida de sal permaneciese en el tiempo. Ya en el siglo II d.C. se forma la necrópolis, según informa el arqueólogo.
Las primeras excavaciones en 1998 suponen el punto de partida del hallazgo que ahora podemos contemplar. "Lo que menos te esperas es que el centro de Vigo escondiese semejante yacimiento", apunta el director del Museo del Mar, Pablo Carrera. Su espectacular conservación "es lo que la hace única", matiza el arqueólogo.
Las gallegas, hasta el XVIII
La mayor parte de las factorías de sal datan del siglo I, aunque las modernas aguantaron en pie hasta el siglo XVIII. Las más importantes de Galicia, en A Lanzada, cesaron su actividad en estas fechas. En Aveiro (Portugal) todavía funcionan hoy en día algunas salinas por evaporación. Allí la sal se considera un producto artesanal y por ello se paga como tal.
Aparte de la propia salina, los 800 metros cuadrados que ocupa la totalidad del centro de interpretación también albergan diferentes utensilios de retirada de sal y explicaciones sobre los primeros usos de este mineral que contribuyó en Vigo al auge de las fábricas de salazón y otras industrias. La utilización más común es la conservación de alimentos, sobre todo para el pescado, aunque sin descartar la carne.
Todas estas curiosidades y otras acerca de los inicios de la extracción de sal directamente del mar podrán conocerse en pocas semanas en el Centro Arqueológico de Areal. Pese a todo, para que cualquier ciudadano pueda visitar el yacimiento deberá ponerse en contacto con el Museo del Mar para pedir cita. La entrada es totalmente gratuita y las visitas se limitarán a 25 personas. Todos los recorridos estarán guiados. El centro cerrará los domingos por la tarde y los lunes, y de martes a viernes se darán prioridad a las visitas de escolares.
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