16 febrero 2009

Una joya escondida en Málaga

Publicado en Sur
María Dolores Tortosa

Se trata de los únicos ejemplos de oratorios funerarios conocidos en la España islámica
Las únicas mezquitas funerarias de Al-Andalus conocidas hasta ahora duermen desde hace años en el sótano del número 22 de la calle Agua listas para ser visitadas, pero sin abrir al público. Aún deberán aguardar un tiempo en su soledad oscura la mirada curiosa de extraños, aunque no mucho. La Junta de Andalucía, propietaria del inmueble patrimonial, plantea abrir a las visitas este yacimiento arqueológico al mismo tiempo que el centro de interpretación del Teatro Romano, previsto para antes del verano, probablemente para mayo, según confirmaron a este periódico fuentes de la Consejería de Cultura. El objetivo es que el recorrido por el foro romano incluya en el mismo circuito las mezquitas musulmanas de la calle Agua.

Para ello, Cultura revisa en la actualidad el proyecto museográfico de las mezquitas para uniformar el mobiliario y formato con el del centro de interpretación del Teatro Romano. Se trata de la exposición permanente que, anexa a los restos islámicos restaurados hace años, explicará estos.

A la singularidad de ser únicos en España, se une la aceptable conservación de estos oratorios funerarios levantados en lo que fue el cementerio Yabal Faruh de la Málaga islámica, ubicado en la ladera de Gibralfaro y parte de lo que hoy ocupa el barrio de la Victoria, desde los siglos X al XV. Los arqueólogos fechan la construcción y uso de las mezquitas desde los siglos XII al XIV, según explican Manuel Corrales y Luis Efrén Fernández.

Dos décadas después
Cuando estén abiertas al público este verano ya habrán pasado veintidós años de su descubrimiento y excavación. Dos décadas desde que lo que iba a ser un aparcamiento para coches de dos plantas acabara salvándose de la piqueta. Sin embargo, la expectación de los primeros tiempos dio paso a una larga espera para que esta joya arqueológica de lo que fue la Málaga musulmana pueda disfrutarse.

Corrales y Fernández, arqueólogos de la Delegación Provincial de la Consejería de Cultura, recuerdan que su descubrimiento data de finales de los años ochenta con motivo de las obras para la construcción de un edificio. En un primer momento se creyó que eran simples restos de tumbas de la necrópolis ya conocida, hasta que se sospechó de que se trataba de algo más.
El servicio de arqueología de la gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento, con Carmen Peral y Carmen Fernández al frente, realizó varios sondeos arqueológicos y ya en 1990 se pudo corroborar la novedad del hallazgo: dos mezquitas anexas y un panteón de carácter noble, que en principio se atribuyó al santón Ib Al-Qatar, eremita que habitó en la falda de Gibralfaro, pero que no se ha podido confirmar, aclara Luis Efrén Fernández. La singularidad de las mezquitas radica en que no sólo sirvieron como lugar de oración, sino también para inhumaciones. En los sondeos se constató la densidad de enterramientos. «Se llegaron a encontrar cuatro niveles», añade Corrales.

Las dos mezquitas son de planta rectangular y en ellas pueden apreciarse casi todos sus muros de tapial, entre ellos bastante bien definidos los de la quibla y la hornacina que fue el mihrab, señalando a La Meca. Del panteón se distinguen curiosas decoraciones en yeso propias de la religión de Mahoma, como estrellas de ocho puntas y el árbol de la vida.

La Junta adquirió el sótano para salvaguardar el yacimiento y en 2002 acometió las obras de restauración y acondicionamiento para su visita, según el proyecto del arquitecto Ciro de la Torre. Desde entonces aguarda para ser visitada. El recinto cuenta con 500 metros aproximados, de los cuales casi 200 corresponden a los restos. Para poder acercarse a estos hay construido un circuito con una veintena de pasos con rejillas y barandillas, de manera que el visitante puede observar de cerca las estructuras de las mezquitas o el zócalo decorado del panteón y del resto de tumbas.

Clavos y candiles
El proyecto de Ciro de la Torre contemplaba, en el pasillo que rodea los restos, un recorrido de paneles que mostrara los objetos encontrados en el lugar y en la necrópolis malagueña (estelas de orejeras, clavos de los ataúdes y candiles para rituales funerarios, entre otros) y vídeos sobre esta. Este proyecto museográfico fue realizado por Manuel Acién. La falta del proyecto museográfico era la razón por la que Cultura aplazaba la apertura de las mezquitas. Ahora parece que ya le toca. Una vez que sea revisado, la empresa pública de Gestión de Programas Culturales se encargará de su ejecución.

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