Jacinto Antón
Cuando estamos cerca de que se cumplan los 77 años del descubrimiento de la tumba de Tutankamón, ¿qué balance puede hacerse de lo que significó realmente el hallazgo? Responde Jaromir Malek, egiptólogo juicioso y conservador de los archivos del Griffith Institute del Ashmolean Museum de Oxford (que es decir seriedad y rigor): "La egiptología ha cambiado completamente desde entonces, se ha convertido en una ciencia moderna. Sin embargo, por desgracia, aún quedan muchos objetos de la tumba que no han sido publicados o estudiados lo suficiente. Creo que es una prioridad ahora publicar el contenido entero de la tumba en su conjunto". ¿
Fue tan relevante el hallazgo? Hay quien dice que se ha sobreestimado. Al cabo -el propio Carter se mostró decepcionado por ello- no se halló ninguna documentación conclusiva sobre los grandes enigmas de la época de Amarna. "No, no ha sido valorado en demasía", considera el egiptólogo, que dio ayer una conferencia con motivo de la exposición de copias de los tesoros de Tutankamón en las Atarazanas, prorrogada hasta el día 4 de octubre. "Pero la aportación principal no radica en la cantidad de objetos de oro, sino en la amplitud de la colección, 5.900 objetos que nos ayudan a estudiar otras cosas por comparación, y sobre todo en que se trata de un grupo muy bien conservado que permite apreciar con detalle cómo se trabajaban los materiales, la madera, las piedras, los metales.
En cuanto a la decepción de Carter... yo no lo diría tan rotundamente. Hay interesantísimas evidencias históricas en la tumba: una jarra de vino, por ejemplo, llevaba la indicación de embotellado en el año 10 del reinado de Tutankamón, un dato muy importante, que nos muestra cuánto duró, al menos, su época como faraón".
A contracorriente, Malek defiende la integridad de Carter y Carnarvon, y rebate las tesis de Thomas Hoving acerca de que escamotearon un buen número de objetos de la tumba, algo que hoy se da por seguro. "En mi opinión, no hay más de un par o tres de objetos que procedan indudablemente de la tumba y no estén en la colección. Carter fue suficientemente escrupuloso. Hoving tiende a identificar con la tumba cualquier objeto que lleve el nombre de Tutankamón, pero que porten el nombre no significa que procedan de allí".
De la única tumba hallada en el Valle de los Reyes tras la de Tut, KV63, "propiamente no una tumba sino un escondite de objetos relacionados con la momificación", recalca que lo más interesante es la cercanía a la tumba de Tutankamón (KV62). "Puede imaginarse que ambas se hicieron con el mismo fin, usarlas para reenterrar cuerpos sepultados en Amarna y transferidos al valle al clausurarse la capital del hereje Akenatón. Sabemos que durante el reinado de Tutankamón, que volvió a la ortodoxia, se desplazaron enterramientos de Amarna a la necrópolis tradicional. Finalmente, ambas tumbas, KV62 y KV 63, fueron reutilizadas para otro fin: en la primera se enterró precipitadamente a Tutankamón (está claro que la suya no es una tumba construida para un faraón) y en la segunda se dispuso ese depósito de objetos de momificación".
El jefe de la arqueología egipcia, Zahi Hawass, ha anunciado que busca ya otra tumba, la que será la KV64. "Es más que probable que haya otras tumbas en el valle, de la misma época de reenterramientos de Amarna, así que esa búsqueda tiene sentido. Puede haber otra tumba de Tutankamón al doblar la esquina. Todo es posible en egiptología".
De la carrera de hallazgos en la que se ha embarcado Hawass, Malek opina que la arqueología "siempre ha sido así". Pero matiza que aunque la sorpresa es un paradigma, personalmente no cree que la tumba de Cleopatra esté donde trata de localizarla.
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