Arqueólogos de la Dirección General de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid analizan estos días los restos sacados a la luz por las obras de Metro en la plaza de Isabel II (Ópera) de la capital, que podrían corresponder a la muralla cristiana de la ciudad, construida en el siglo XII.
También estudian los restos de la denominada Fuente de los Caños del Peral, de cuya existencia se tiene noticia desde 1991 pero que las obras de Metro en la estación de Ópera, que continúan al ritmo previsto, han rescatado del olvido.
Fuentes de la Consejería de Cultura han informado a Efe de que los trabajos arqueológicos en el subsuelo de la plaza, que va a ser peatonalizada, llevan en marcha varias semanas y de que no hay una previsión temporal de cuándo podrá estar listo el informe técnico que identifique y valore los restos hallados.
Los arqueólogos trabajan en la actualidad en la identificación y datación de los posibles restos de la muralla cristiana y en el descubrimiento total de la fuente.
Cuando acabe esta fase, y a la vista del contenido del informe que elaboren, será el momento en que la Dirección General de Patrimonio Histórico decidirá cómo se ponen en valor esos hallazgos, quizá "musealizando" total o parcialmente lo encontrado, bien en el lugar en el que está ahora o en otro sitio.
Tras tener conocimiento de estos hallazgos, un grupo de ciudadanos que se definen como "amantes de la Villa y de su historia" han solicitado por escrito a la Dirección General de Patrimonio Histórico de la Comunidad que considere "la posibilidad de poner en valor y en exposición pública" esos restos.
Convencidos de que se trata de un tramo de la muralla cristiana del siglo XII y de la Fuente de los Caños del Peral, que aseguran que mide unos 25 metros y se conserva "en perfecto estado" a unos ocho metros de profundidad, han solicitado además que, "si fuera posible", todo quede en su emplazamiento actual "para el disfrute e instrucción de todos".
Estas personas, que consideran que los restos encontrados en Ópera son "posiblemente mucho más interesantes" que los de la cerca de Felipe IV descubiertos en las obras de Serrano, lamentarían que tanto la muralla como la fuente quedaran de nuevo enterrados y no expuestos al público.
Según dicen, cuando se tuvo conocimiento de la existencia de la fuente hace 18 años "se habló de la posibilidad de hacerla visible a través de una mampara transparente desde el propio andén del metro", aunque después "no ha vuelto a hablarse de este tema".
Argumentan además que "la misma circunstancia de peatonalizar la plaza debería facilitar que estos elementos arqueológicos fueran fácilmente rescatables al no obstaculizar ningún tránsito rodado de superficie".
La actual plaza de Isabel II, explican estos ciudadanos, es producto del relleno en el siglo XIX, con motivo de las obras de construcción del Teatro Real, de un terreno hasta ese momento sumamente irregular y abarrancado, como se puede comprobar al asomarse a la barandilla que limita la calle de la Escalinata.
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