Publicado en EuropaSur
Tamara Crespo
La excavación arqueológica desarrollada en el interior del Baluarte de los Mallorquines se ha saldado con un significativo hallazgo, el de una puerta califal (siglo X), la segunda que se conserva de esta época en la ciudad. Tal como mostró ayer el arqueólogo José Suárez, de la empresa Arqueotectura, los restos del acceso se encuentran en buen estado, conservando incluso fragmentos del estucado original, de cal y arena, con que estaba recubierta la piedra. Tal como comentó Suárez, su tamaño es menor que el de la descubierta en el interior del Parador, de carácter monumental al tratarse en aquel caso de una de las puertas de la muralla.
La parte excavada corresponde con un alzado de algo más de un metro en el que se observa el hueco donde encajaba una de las jambas de la puerta. Se calcula que cada una de las hojas podría tener una anchura de 60 centímetos, por lo que las dimensiones de la puerta serían de 1,20 metros de ancho por 2 de altura.
Por sus características y localización, los expertos consideran que podría tratarse de un acceso interior al palacio o alcázar que estuvo situado en el espacio que hoy en día ocupa la Comandancia General.
Los datos obtenidos durante la investigación revelan asimismo que el lugar en el que en el siglo XVI se levantó el Baluarte correspondía posiblemente a una península natural utilizada desde época romana como zona de control avanzado de las distintas murallas que protegieron la ciudad en su flanco norte. Otro ejemplo del este tipo de fortificación avanzada hacia el mar puede observase en el caso del espigón sobre el que se sitúa el Club Natación Caballa.
La correspondencia con época califal (s. X) o de Taifas (s. XI) se deduce del tipo de fábrica empleada en la construcción de la puerta, una técnica edilicia conocida como "a soga y tizón" por la disposición de los sillares.
En el mismo punto, los investigadores han descubierto, entre otras estructuras, un muro romano datado en el siglo II, junto a una gran cantidad de material asociado.
La excavación ha sido desarrollada por el arqueólogo de la Ciudad Autónoma, Fernando Villada, en colaboración con Suárez y David Godoy, este último miembro también de Arqueotectura. En estos momentos, la empresa especializada Quibla está procediendo a la consolidación de los restos.
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