Suso Souto
El director del Museo das Peregrinacións, Bieito Pérez Outeiriño, encontró de forma casual cuando paseaba por la playa de O Xobre, en A Pobra, un ara romana de unos dos mil años de antigüedad. La pieza, de granito de gran calidad, tiene forma rectangular y mide casi medio metro de alto. Estaba siendo utilizada para amarrar dornas.
El azar quiso que Bieito Pérez pasase junto a ella cuando la marea estaba muy baja. El hallazgo se produjo a escasos cincuenta metros de distancia del muro de cierre del castro de punta Ostreira, donde se ubicó antigüamente el convento de los Franciscanos de San Antonio, construido en el siglo XV. La romanización gallega se extendió desde finales del siglo I antes de Cristo (fecha de la conquista del noroeste ibérico) hasta comienzos del siglo V después de Cristo (creación del reino suevo).
Este hallazgo se relaciona precisamente con el proceso romanizador vivido por los pobladores del castro de punta Ostreira.
Se trata de un altar votivo dedicado a una divinidad y sobre el que se quemaba incienso, aunque la pieza superior no se conserva. La pieza fue cincelada y a la erosión marina hay que sumar el efecto de la erosión que las cuerdas causaron en las esquinas de la piedra.
Una divinidad "censurada"
Según señaló el director del Museo Valle-Inclán, Antonio González Millán, esta ara estuvo dedicada a una divinidad con una inscripción, pero los romanos le aplicaron la damnatio memoriae, es decir, la censuraron eliminando la dedicatoria para poner otra en su lugar en honor de otro dios, algo que solían hacer cuando no se sentían correspondidos por una divinidad.
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