Publicado en El Heraldo
Leonor Franco
Las excavaciones arqueológicas que se han ejecutado en el castillo de Mora de Rubielos con motivo de las obras de restauración emprendidas en una de sus alas han descubierto los restos del foso de la primitiva fortaleza, un recinto del que hay constancia documental que existió en el siglo XII.
El foso se encuentra muy deteriorado, pero, según señaló el arqueólogo que ha dirigido los trabajos, Javier Ibáñez, está directamente relacionado con un torreón circular, que apareció hace unos años, y con una rampa. Agregó que los estudios topográficos que se acometerán con posterioridad ofrecerán datos exactos de sus dimensiones. Asimismo, un análisis pormenorizado permitirá datar los restos, ya que, según Ibáñez, la documentación más antigua revela la existencia de un castillo ya en el año 1198. "Al principio serían restos de poca entidad y es lógico suponer que las construcciones de mayor envergadura se irían añadiendo después, en el siglo XIII", subrayaba el arqueólogo.
Ibáñez defiende que el primitivo castillo sería de esa época, porque, a pesar de algunas interpretaciones que apuntan a la posible existencia de una fortaleza musulmana, no se ha encontrado hasta ahora ningún vestigio ni físico ni documental que avale la hipótesis.
El foso se ha localizado en la fachada septentrional del castillo, concretamente, en su esquina noroeste.
Las excavaciones han permitido, además, conocer la altura original del actual castillo, el que empezó a construir la familia de los Fernández de Heredia a finales del siglo XIV.
Los trabajos se iniciaron para localizar la causa de las filtraciones de agua que presentaba el sótano y que las primeras estimaciones apuntaban a la presencia de materiales de relleno depositados en la zona contigua a la muralla. Se pretendía, igualmente, conocer la configuración histórica de la fortaleza, pues, a juicio de Ibáñez, "daba la impresión de que en la fachada septentrional la edificación resultaba desproporcionada".
La sorpresa fue mayúscula. Se extrajeron más de 600 metros cúbicos de escombros en la zona de relleno, seis veces más de lo previsto inicialmente. La retirada de estos cascotes que, según el arqueólogo, procedían de los materiales depositados a lo largo de toda la edad moderna y sobre todo de la época contemporánea, reveló la existencia de 8 metros de muro, "enmascarado por lo que pudo ser la escombrera del pueblo". Esta llegaba, incluso, a ocultar completamente un talud de piedra de sillería.
"El hallazgo es muy espectacular, porque se trata de un muro que equivale a un edificio de tres plantas. Si antes esa zona del castillo medía 16 metros de altura, ahora sabemos que supera los 24", explicaba Javier Ibáñez.
El descubrimiento permitirá definir la configuración exacta de la fortaleza y afirmar que, como dice el arqueólogo, "el castillo es sensiblemente más alto de lo que se creía".
Las excavaciones asociadas a esta fase de restauración ya han concluido, pero Ibáñez considera que las que se lleven a cabo en un futuro pueden deparar alguna otra sorpresa. "Se han hecho catas en otros sectores de la misma fachada y se han observado niveles de escombros bastante potentes", explicaba el experto.
Javier Ibáñez sostiene que los hallazgos arqueológicos que se van produciendo en los últimos años en Mora de Rubielos posibilitarán que se pueda definir una idea aproximada de las estructuras que tuvo el castillo, una construcción, según el arqueólogo, "muy compleja y con una vida ajetreada".
Si bien la primera referencia documental del recinto data de 1198, la fortaleza no adquiere un gran relieve hasta el siglo XIV, cuando comienza su ampliación la familia de los Fernández de Heredia, con un aspecto que es el que se conserva en la actualidad. Ibáñez afirma que más que recinto militar, el castillo fue durante esta época una residencia señorial. De hecho, durante un cierto tiempo reside allí un miembro de esta saga. La edificación perdió su interés en el siglo XVI, sobre todo, por tratarse de un recinto alejado de los núcleos de poder, de manera que en 1614 pasó a manos de los franciscanos. En 1700 se produjo un incendio que acabó con sus archivos y después fue cárcel y cuartel.
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