Jesús García Calero
La noticia es que el supuesto expolio de Odyssey Marine Exploration (OME) no es una excepción ni un caso aislado. En realidad, la empresa codirigida por Greg Stemm sigue, paso por paso, una estrategia bien conocida por los cazatesoros, que campa en determinadas lagunas legales -o al menos en ciertas singularidades procesales- cada vez más cotidianas en los tribunales del Almirantazgo de EE.UU.
Así lo demuestran procesos a los que ha tenido acceso ABC y en los que se explica fehacientemente por qué los expoliadores se refugian en dicho tribunal. Como se recordará, OME ha solicitado al juez de Tampa que proteja -bajo sello- el lugar secreto de donde han extraído las 500 toneladas de plata y oro del «Black Swan», dejando a España a la espera de que la compañía quiera ofrecer esa información, que el juez les permite administrar. Pues bien, otra compañía cazatesoros, la BDJ Discovery Group, ha solicitado a un juez de Carolina del Norte que acepte bajo el mismo secreto sus informes mensuales de extracción de otro pecio sin identificar.
¿El problema? Que muy probablemente ese barco es un galeón español. Cabe recordar que la ruta de regreso a España de los galeones pasaba por la costa de Carolina hacia las Bahamas y de allí a las Azores (el Juno y la Galga, cuyo caso ganó España, también se hundieron allí). Pero ahora el juez admite que los cazatesoros entreguen bajo secreto los datos más relevantes del caso.
En septiembre de 2005, Discovery Group reclamó ante el tribunal del Almirantazgo ser el rescatador y poseedor en exclusiva de un «pecio inidentificado y abandonado del siglo XVIII». Se trata de un barco hundido a unas 12 millas de la costa de Carolina del Norte, según la compañía. Destacan en su demanda los gastos y riesgos asumidos por la empresa que les colocan «con los más altos méritos» para hacerse con el botín. Aún así, hablan de que han contratado un arqueólogo -sin especificar su formación ni experiencia- que realizará el programa de actividades de extracción de los restos. A cambio de todo ello, se «justifica un completo y liberal premio por el salvamento». Es decir, el tesoro, que para los arqueólogos científicos sería patrimonio histórico digno de estudio más que de venta.
Así, en febrero de 2006, Discovery Group realiza un nuevo informe para el juez en el que recuerda la anterior petición y afirma que entregó, como prueba, los primeros materiales extraídos del galeón. Por supuesto, el mismo día el juez dio a los cazatesoros la custodia legis de dichos materiales que el informe pasa a desgranar.
Secretos de oro y plata
Se sacaron 6 lingotes de oro de unas 3-4 pulgadas. También 2 lingotes de plata de 7 pulgadas (o 7 y media). Otra barra partida de plata de unas 4 pulgadas y 3 pequeños fragmentos de plata. Por si fuera poco, extrajeron 2 esmeraldas y varias monedas de reales españoles.
Lo cierto es que, arqueólogos consultados por ABC consideran muy probable que un galeón cargado con oro, plata y reales españoles en esas aguas durante el siglo XVIII fuera español.
Pero lo grave es que, aunque el juez conoció estas operaciones, y exigió que los cazatesoros redactasen un informe mensual sobre los trabajos efectuados, ello se hará bajo secreto. Para evitar que se originen personaciones de terceros que dificulten el procedimiento, por hacer público el origen cultural del pecio, Discovery solicitó, y el juez se lo concedió, presentar bajo secreto de sumario los informes mensuales de sus actividades extractivas. En ese secreto amparan su acción, sin que el tribunal -que no parece tener en cuenta la arqueología- pida informes periciales para identificar el barco y sus posibles dueños. Sólo exige la publicación en un diario local de un aviso por si alguien quisiera reclamar.
Otro probable galeón español
En Florida, otro juez del Almirantazgo recibió en octubre de 2004 la demanda de la empresa texana Marine Salvage Inc. para hacer lo propio con otro galeón «anterior al siglo XVIII» que se sitúa a 4,5 millas de la costa y a sólo 35 pies de profundidad, con toda probabilidad en un banco de arena. Los cazatesoros entregaron en este caso como prueba no lingotes ni monedas, sino sólo algunas piedras de lastre.
En octubre de 2006 vuelven a dirigirse al tribunal para quejarse del laberinto de permisos a que les obligan y afirman que desde mayo de 2007 continuarán hasta octubre extrayendo el material que encuentren. «Hasta el momento no han identificado el origen cultural de la carga ni los protocolos arqueológicos mínimos», según el abogado José María Lancho.
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