L.N.
Dice un proverbio chino: "Ts´ang chin ming shan, ch´uanchu chi Ien". Lo que en castellano vendría a decir: "Guardad mi cuerpo una vez muerto en aquella famosa montaña hasta que sea descubierto en el tiempo oportuno por aquél que esté destinado a recuperarlo". Un proverbio que parece traído para las excavaciones arqueológicas que, dirigidas por el arqueólogo de Bretoña, Francisco Javier Chao, se están llevando a cabo en torno a la iglesia de Santa María, en Pontevedra. Tras un mes de trabajos, el equipo de investigadores ha sacado a la luz 100 esqueletos de la necrópolis del siglo XVI (aunque podría remontarse hasta el siglo XIV) ubicada en torno a los muros de la colegiata. Menor es el número de fosas localizadas, debido a la costumbre medieval de enterrar hasta cuatro cuerpos (como ha podido comprobar el equipo de arqueólogos que allí está trabajando) en una misma fosa.
De todas las necrópolis arqueológicamente documentadas en Galicia, la de Santa María es la más importante por el número de esqueletos y fosas localizadas. En cuanto a las características de los individuos allí enterrados, los arqueólogos han podido determinar que los hay de todas las edades y de ambos sexos. La información que aportan los esqueletos (a pesar del pésimo estado de conservación en el que se encuentran, debido principalmente a la humedad) es muy importante para el conocimiento de la población antigua de Galicia. A través del estudio antropológico de los restos, los investigadores podrán obtener importantes datos. Por ejemplo, las enfermedades más frecuentes que padecieron aquellas personas, o (por el desgaste de los dientes) saber el tipo de dieta alimenticia al que estaban sometidos: muy posiblemente una dieta con poco aporte de carne (siendo la de cerdo la más abundante), mucha verdura y frutos secos, además de mariscos, cuando éstos (todo lo contrario que ahora) no eran un manjar ni plato exquisito, sino un remedio muy eficaz, rápido (siendo Pontevedra ciudad de mar) y poco codiciado por los paladares más exigentes de la época, para paliar el hambre.
Cuenta Javier Chao que de todos los esqueletos encontrados hasta el momento, el más sorprendente ha sido el de un bebé que apenas superaría las semanas de vida. Es más, los arqueólogos creen que incluso ni siquiera llegó a nacer. Su madre habría abortado, y contra las costumbres, el dolor de los padres habría sido tan grande que optaron por enterrarlo en una fosa, encima del esqueleto de una persona adulta, que bien pudiera tratarse de su propia madre. Se trata de un hallazgo excepcional en Galicia, debido en primer lugar a lo poco frecuente de este tipo de enterramientos, y en segundo lugar a que (a pesar de la gran humedad del suelo de la necrópolis) el esqueleto del bebé no se está descompuesto por entero, como hubiera sido lo normal.
Monedas de bronce y piezas para la cocina
Los enterramientos de la necrópolis de Santa María se caracterizan por su absoluta sobriedad. No obstante, como en la necrópolis se han detectado numerosas remociones a lo largo de los siglos (debido a la reestructuración urbanística de la zona y obras de reacondicionamiento de la iglesia), los arqueólogos han localizado numerosos vestigios, en vidrio, cerámicos y metálicos, que están aportando una importante información. Entre ellos, hay botellas del siglo XVIII, tres cuentas de collar con una cronología en torno al siglo XVII. Más de tres centenares de fragmentos de cerámica, fragmentos, en su mayoría, de cerámica de cocina (ataifores de tradición árabe, escudillas, platos, cántaros, boles, etc.), con una cronología que abarca desde el siglo XIV hasta principios del XX. En cuanto a vestigios metálicos, los más frecuentes son los clavos, puntas y remaches de hierro. Hasta el momento han aparecido también un total de 12 monedas en bronce (algunas reacuñadas, algo muy frecuente durante la Edad Media) de la época de los reyes Austrias y de los Borbones.
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