Los restos de los pequeños mamíferos que se han encontrado en la Cueva del Mirón aportan claves que ayudan a reconstruir la historia del clima que había en la zona cantábrica entre 40.000 y 3.000 años atrás.
Los roedores e insectívoros prehistóricos proporcionan una nueva fuente de datos para evaluar el impacto ambiental de los cambios climáticos sobre el paisaje.
Estos resultados de investigación han sido publicados en los últimos números de la publicación especializada 'Journal of Archaeological Science', de Estados Unidos, y de la Revista Española de Paleontología.
Los artículos están firmados por prestigiosos investigadores, entre ellos miembros del equipo que trabaja en el yacimiento arqueológico de la cavidad, en la localidad cántabra de Ramales de la Victoria.
La excavación está coordinada por los profesores Lawrence Straus, de la Universidad de New Mexico (USA) y Manuel González Morales, del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC), perteneciente a la Universidad de Cantabria (UC). El resto de participantes en el estudio sobre los pequeños mamíferos son los profesores Gloria Cuenca y Juan García Pimienta, del Área de Paleontología de la Universidad de Zaragoza, y miembros del equipo de Atapuerca.
MÁS DE 100.000 FÓSILES
El trabajo se ha basado en el análisis de una parte de los más de 100.000 fósiles de microfaunas seleccionados individualmente en las campañas de excavación llevadas a cabo en El Mirón entre los años 1996 y 2000, de los cuales algo más de 3.000 han sido ya identificados a nivel de especie.
La buena conservación de los restos de hueso en esta cueva ha permitido disponer de una muestra amplia para su estudio, a pesar de que ninguno de los fósiles llega a un centímetro de largo y las piezas dentarias, claves para la identificación, apenas superan el milímetro. También han tenido una gran importancia en el resultado las técnicas especializadas de recogida y tamizado mediante flotación que emplean los investigadores para analizar todo el sedimento de la cueva.
Según los investigadores, la ventaja de estudiar a roedores, insectívoros (musarañas y topos son los ejemplos más conocidos de estos últimos) y otros órdenes zoológicos próximos, es que estas especies son muy sensibles a los cambios de clima y vegetación.
Además, su presencia en la cueva no está afectada por una fuerte selección humana, como en la caza y la domesticación, sino que eran traídos generalmente por las aves rapaces que anidaban en la cueva o la utilizaban como refugio.
Gracias a los pequeños mamíferos se han podido identificar siete grandes momentos de cambio del clima y del paisaje que pueden correlacionarse en su mayoría con episodios climáticos globales, unos testimonios de gran interés para comprender mejor la historia de la zona.
Noticia completa en Europa Press
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