30 diciembre 2007
Vuelta al principio
Huele a humo de leña de encina, a barro después de la lluvia, a sopas de ajo, a alcohol. Amanece, aunque la luna lleva horas dándole candela a la noche, húmeda y caliente, nada que ver con la gabardina que tapó el campo en Nochebuena. Decenas de personas, sombras clareadas, caminan hacia lo alto del pueblo, atraídas por un imán invisible que anula voluntades, que achanta el velo vacuo de la falsa modernidad, que descarna el pasado, hasta llegar al hueso. Suena machacón el sonido totémico de los cencerros, hay carreras desmayadas, voces por las esquinas, gritos...
De repente lo veo claro. Separo de la cebolla la interpretación religiosa: la de que el Zangarrón tiene su origen en un personaje estrafalario que hace siglos, para calmar la cólera vecinal por la mortandad causada por una peste, asustó a los violentos que querían apedrear la imagen de San Esteban, paseada en procesión por las calles del pueblo.
Tiro también de la capa generalista, la que engloba a todas las mascaradas de invierno dentro del saco del antruejo, del carnaval, de la trasgresión y del cambio de roles, de las saturnales romanas, de las fiestas dionisiacas, de la tradición. Cojo con los dedos, así mismo, la que conformó el antropólogo Caro Baroja, que llegó a hablar de los "zaharrones" como juglares medievales que iban por los pueblos contando historias y divirtiendo a la concurrencia con representaciones estrafalarias.
Me quedo con la última, la del meollo más tierno, la primera que se formó, allá en la noche de los tiempos. Allí está, el gentío desordenado, echando humo al amanecer, oliendo a sudor cortado por el airecillo recién despertado, moviéndose nervioso, envuelto en pieles, en ropas gordas de lana de oveja. Hay palos, sombras tamizadas por la claridad descompuesta. Se oye el seco despertar del tambor, la flauta, las castañuelas... Hay baile, cierto orden, un ritual, la liturgia. Es una ceremonia de iniciación. Ya no hay ninguna duda: estamos en el Neolítico. Los hombres y mujeres del Redondil han resucitado. Aquí están, no hay cinabrio sobre sus caras, hay chocolate y marcas indelebles de una noche sin dormir, de bodegas y callejones.
La comitiva enfila hacia la parte baja del pueblo. Carreras atropelladas, brincos. Cencerros nerviosos. Los "suspiros" atormentados de los fotógrafos. El Zangarrón, el brujo de la tribu, el chamán que dirige la ceremonia protege a los neófitos de la provocación de la chusma. El vergajo va y viene, descompuesto, golpea sin piedad, hace estragos...
La figura del Zangarrón, encarnada por el mozo Roberto Rodríguez Pérez, dirige la función, con fuerza, estableciendo un orden que hace posible que los danzantes -dirigidos por el quinto Adrián Sánchez Pérez- bailen con ritmo machacón al tiempo que no dejan de tocar las castañuelas. Los mozos intentan romper las filas, una y otra vez. Hay, además, decenas de espectadores, que caminan al mismo paso que la comitiva. La cuña humana abre las calles solitarias, y las revuelve, descomponiendo puertas y balcones.
La marcha no dura más allá de media hora. Termina en las Cuatro calles, con el baile del Niño. La carretera a Zamora se corta durante diez minutos. Prohibido el paso para los vehículos. Aquí no hay mas normas que las nuestras, las del oficiante de la fiesta, las de los quintos, ataviados con capotes negros, las piernas protegidas con leguis, que dejan de ser niños para abrazar la adultez. Si alguien quiere pasar tendrá que pagar, antes en especias, ahora en dinero. Después el Zangarrón y los quintos recorrieron todas las casas del pueblo para felicitar las Pascuas y pedir el aguinaldo. Antes del mediodía, la misa y la procesión con el santo, con san Esteban. Otra vez las carreras. Los golpes con el palo adornado con vejigas de cerdo, el baile del Niño, las venias con el pendón, el convite en casa del cura, la comida del mutis, dirigida por Tanis: el que hable, paga; nadie puede levantar la voz. Al final, para despedir el día, baile, cansancio e historia. Otro zangarrón más, otra muesca en la historia del pueblo, un devenir que nació antes de los túmulos del Redondil, miles de años antes de la historia.
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La mayor necrópolis de Galicia
L.N.
Dice un proverbio chino: "Ts´ang chin ming shan, ch´uanchu chi Ien". Lo que en castellano vendría a decir: "Guardad mi cuerpo una vez muerto en aquella famosa montaña hasta que sea descubierto en el tiempo oportuno por aquél que esté destinado a recuperarlo". Un proverbio que parece traído para las excavaciones arqueológicas que, dirigidas por el arqueólogo de Bretoña, Francisco Javier Chao, se están llevando a cabo en torno a la iglesia de Santa María, en Pontevedra. Tras un mes de trabajos, el equipo de investigadores ha sacado a la luz 100 esqueletos de la necrópolis del siglo XVI (aunque podría remontarse hasta el siglo XIV) ubicada en torno a los muros de la colegiata. Menor es el número de fosas localizadas, debido a la costumbre medieval de enterrar hasta cuatro cuerpos (como ha podido comprobar el equipo de arqueólogos que allí está trabajando) en una misma fosa.
De todas las necrópolis arqueológicamente documentadas en Galicia, la de Santa María es la más importante por el número de esqueletos y fosas localizadas. En cuanto a las características de los individuos allí enterrados, los arqueólogos han podido determinar que los hay de todas las edades y de ambos sexos. La información que aportan los esqueletos (a pesar del pésimo estado de conservación en el que se encuentran, debido principalmente a la humedad) es muy importante para el conocimiento de la población antigua de Galicia. A través del estudio antropológico de los restos, los investigadores podrán obtener importantes datos. Por ejemplo, las enfermedades más frecuentes que padecieron aquellas personas, o (por el desgaste de los dientes) saber el tipo de dieta alimenticia al que estaban sometidos: muy posiblemente una dieta con poco aporte de carne (siendo la de cerdo la más abundante), mucha verdura y frutos secos, además de mariscos, cuando éstos (todo lo contrario que ahora) no eran un manjar ni plato exquisito, sino un remedio muy eficaz, rápido (siendo Pontevedra ciudad de mar) y poco codiciado por los paladares más exigentes de la época, para paliar el hambre.
Cuenta Javier Chao que de todos los esqueletos encontrados hasta el momento, el más sorprendente ha sido el de un bebé que apenas superaría las semanas de vida. Es más, los arqueólogos creen que incluso ni siquiera llegó a nacer. Su madre habría abortado, y contra las costumbres, el dolor de los padres habría sido tan grande que optaron por enterrarlo en una fosa, encima del esqueleto de una persona adulta, que bien pudiera tratarse de su propia madre. Se trata de un hallazgo excepcional en Galicia, debido en primer lugar a lo poco frecuente de este tipo de enterramientos, y en segundo lugar a que (a pesar de la gran humedad del suelo de la necrópolis) el esqueleto del bebé no se está descompuesto por entero, como hubiera sido lo normal.
Monedas de bronce y piezas para la cocina
Los enterramientos de la necrópolis de Santa María se caracterizan por su absoluta sobriedad. No obstante, como en la necrópolis se han detectado numerosas remociones a lo largo de los siglos (debido a la reestructuración urbanística de la zona y obras de reacondicionamiento de la iglesia), los arqueólogos han localizado numerosos vestigios, en vidrio, cerámicos y metálicos, que están aportando una importante información. Entre ellos, hay botellas del siglo XVIII, tres cuentas de collar con una cronología en torno al siglo XVII. Más de tres centenares de fragmentos de cerámica, fragmentos, en su mayoría, de cerámica de cocina (ataifores de tradición árabe, escudillas, platos, cántaros, boles, etc.), con una cronología que abarca desde el siglo XIV hasta principios del XX. En cuanto a vestigios metálicos, los más frecuentes son los clavos, puntas y remaches de hierro. Hasta el momento han aparecido también un total de 12 monedas en bronce (algunas reacuñadas, algo muy frecuente durante la Edad Media) de la época de los reyes Austrias y de los Borbones.
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Pedroche: Restaurarán el yamur de la antigua mezquita
Miguel Romero
El Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH), organismo que depende de la Consejería de Cultura de la Junta, procederá durante el mes de enero próximo a la restauración del yamur de la iglesia del convento de la Concepción de Pedroche, procedente de la antigua mezquita de dicha localidad.
El yamur es la barra con la que terminan los alminares de las mezquitas, en la que se ensartan una, dos, tres o cuatro esferas de cobre, bronce o latón, de tamaño decreciente de abajo hacia arriba, doradas y plateadas.
Después de estudiar el informe realizado por el departamento de Conservación de la Delegación Provincial de Cultura de Córdoba y de reconocer tanto los valores históricos del edificio del que forma parte, como su deficiente estado de conservación, el Centro de Intervención del IAPH ha considerado de interés proceder a su restauración.
Dado su deficiente estado de conservación, la intervención en esta singular obra debe ir encaminada a devolverle la estabilidad de la que actualmente carece debido a su exposición a los agentes atmosféricos y a las transformaciones de las que ha sido objeto. Se considera necesario llevar a cabo una serie de actuaciones para, con carácter más urgente, frenar el deterioro que está teniendo lugar en el metal. El valor histórico y patrimonial de este yamur no es sino parte del reflejo del rico pasado islámico de Pedroche, de Córdoba y de toda Andalucía en general.
Noticia completa en Diario CórdobaLas termas de Calatayud tienen más de 500 metros cuadrados
Las nuevas termas romanas encontradas en un solar, en el que se iba a levantar un bloque de pisos, tenían entre 500 y 700 metros cuadrados de extensión, según explicó ayer a Efe el arqueólogo José Luis Cebolla, que ha dirigido las excavaciones. Se trata de un terreno privado, en el que se hicieron inicialmente unas catas arqueológicas, siguiendo el protocolo ordinario que fija la normativa de patrimonio para solares en zonas de interés histórico-artístico.
En las catas, según explicó Cebolla, se hallaron restos de elevado interés, lo que llevó al Gobierno aragonés a ordenar una excavación exhaustiva del terreno. Estas tareas se ha desarrollado durante los dos últimos meses y ayer fue el último día en el que se han realizado trabajos de campo, de forma que ya sólo falta la redacción del informe de conclusiones.
Según avanzó José Luis Cebolla, en el informe se indicará que se trata de unas termas romanas de gran tamaño que, por su dimensión y características, serían de carácter público, es decir, concebidas para una ciudad de envergadura. Por lo tanto, se estaría ante la evidencia de una ciudad de época romana desconocida hasta ahora en Calatayud que, por los indicios encontrados ahora y otros elementos hallados en distintos solares de la ciudad en los últimos años, habría existido entre los siglos I y V de nuestra era.
Por lo tanto, se trataría de una ciudad que coexistió con la Bílbilis romana, situada a unos diez kilómetros, y que perduró más en el tiempo, puesto que Bílbilis entró en un declive acelerado en el siglo III que la condujo con rapidez a su desaparición. Cebolla indicó que las excavaciones han dejado a la luz gran parte de lo que fueron las termas y se pueden apreciar con claridad elementos tales como tres piscinas, las calderas y los conductos por los que transcurrían las corrientes de agua, así como varias estancias.
Entre tanto, la Dirección General de Patrimonio del Gobierno aragonés tiene que decidir ahora qué hacer con estos restos arqueológicos. Fuentes de la Consejería de Cultura indicaron que la decisión no está tomada y queda a expensas de recibir los informes arqueológicos.
Noticia completa en Red Aragón
Gilabertus, autor medieval
Eva Clota
"Gilabertus, que no era un desconocido, me ha esculpido". Con esta inscripción en latín -destruida accidentalmente en 1864- a los pies de los bajorrelieves de San Andrés y Santo Tomás, que se conservan en el Museo de los Agustinos de Toulouse (Francia), Gilabertus ha pasado a la posteridad por la singularidad de firmar sus obras, práctica inédita en la Edad Media. Su vida, sin embargo, es prácticamente un misterio. Apenas se sabe que regentaba un taller de escultura a mitad del siglo XII en el entorno de Toulouse, donde se conservan la mayor parte de sus obras, y que su particular estilo, en el que las figuras adquieren una inusitada humanidad para la época, le sitúa como artista clave en la historia del precursor del arte gótico. Una selección de sus obras expuestas en la exposición Gilabertus. Un viaje decisivo en el descubrimiento del románico, que se exhibe en el Museo Episcopal de Vic (Barcelona) hasta el 4 de febrero, permite ahora ver la influencia que ejerció su obra y estilo en la escultura medieval y en el arte románico catalán.
El estilo de Gilabertus supuso, en palabras de Jordi Camps, conservador de arte románico del Museo Nacional de Arte de Cataluña, un paso adelante en la historia de la escultura románica. Huía de los arquetipos tradicionales, de las representaciones planas, hieráticas y de ojos grandes e inexpresivos tradicionales. Apostó por darle relieve a sus obras y un cierto sentido del movimiento. Sus figuras son más humanas, y las escenas que representa presentan "una cierta dosis de componente narrativo, de dramatismo", apunta Camps. Preciso en los detalles, "buscaba la sensualidad en la ropa, los cabellos y las caras", asegura el historiador Eduard Riu-Barrera, comisario de la exposición.
La exposición recorre el viaje que hace ahora cien años emprendieron cinco expertos catalanes en arte comisionados por el Institut d'Estudis Catalans, la academia catalana, para fotografiar e inventariar todo el arte románico o del valle de Arán, en el Pirineo catalán. La expedición partió de Barcelona rumbo a Toulouse para visitar el Museo de los Agustinos, donde descubrieron a Gilabertus, y de allí dirigirse al valle de Arán.
Noticia completa y más imágenes en El País
Más información en la web del Museu Episcopal de Vic
27 diciembre 2007
El asentamiento ibero de Torre d´Onda en Burriana tiene 3.000 años de antigüedad
El Servicio Municipal de Arqueología del Ayuntamiento de Burriana (Castellón) ha finalizado las catas arqueológicas en el yacimiento de Torre d´Onda y ha determinado que el asentamiento ibero tiene 3.000 años de antigüedad. Según fuentes municipales, los trabajos han permitido corroborar la riqueza del asentamiento, que ya había sido evaluado en las siete campañas anteriores llevadas a cabo a principio de los 90.
Así, ha sido posible la recuperación de una gran cantidad de fragmentos de cerámica ibérica y romana, en su mayor parte ánforas y grandes tinajas, además de clavos de bronce, platos, copas y otros objetos de uso cotidiano. En cuanto a las estructuras, se documentaron algunas cimentaciones de edificios que se volvieron a cubrir de forma controlada y que ayudaron a determinar los límites reales del yacimiento.
Ahora se va a iniciar una tarea de inventario y estudio de los restos recuperados para, posteriormente, elaborar un estudio técnico y científico que se elevará a la Conselleria de Cultura, con la finalidad de que la misma emita un informe vinculante que permita al Ayuntamiento incluirlo en la normativa local.
Ingente cantidad de datos
Debido a la gran cantidad de información recuperada, que «prácticamente ha desbordado los recursos actuales del Museo Arqueológico», la redacción definitiva del estudio se espera que esté finalizada durante los primeros meses del año 2008.
Como avance de este estudio, el Servicio Municipal de Arqueología ha informado que los límites conocidos del yacimiento varían de forma sensible respecto a lo que se presumía hasta el momento, ya que ocupan una menor superficie.
De la misma forma, se introducen algunas variaciones sustanciales sobre la cronología límite del mismo ya que, por ejemplo, puede establecerse un momento inicial del yacimiento hace unos tres mil años, lo que lo sitúa entre los más antiguos del término municipal burrianero.
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Aparecen restos del foso del primitivo castillo del siglo XII de Mora de Rubielos
Leonor Franco
Las excavaciones arqueológicas que se han ejecutado en el castillo de Mora de Rubielos con motivo de las obras de restauración emprendidas en una de sus alas han descubierto los restos del foso de la primitiva fortaleza, un recinto del que hay constancia documental que existió en el siglo XII.
El foso se encuentra muy deteriorado, pero, según señaló el arqueólogo que ha dirigido los trabajos, Javier Ibáñez, está directamente relacionado con un torreón circular, que apareció hace unos años, y con una rampa. Agregó que los estudios topográficos que se acometerán con posterioridad ofrecerán datos exactos de sus dimensiones. Asimismo, un análisis pormenorizado permitirá datar los restos, ya que, según Ibáñez, la documentación más antigua revela la existencia de un castillo ya en el año 1198. "Al principio serían restos de poca entidad y es lógico suponer que las construcciones de mayor envergadura se irían añadiendo después, en el siglo XIII", subrayaba el arqueólogo.
Ibáñez defiende que el primitivo castillo sería de esa época, porque, a pesar de algunas interpretaciones que apuntan a la posible existencia de una fortaleza musulmana, no se ha encontrado hasta ahora ningún vestigio ni físico ni documental que avale la hipótesis.
El foso se ha localizado en la fachada septentrional del castillo, concretamente, en su esquina noroeste.
Las excavaciones han permitido, además, conocer la altura original del actual castillo, el que empezó a construir la familia de los Fernández de Heredia a finales del siglo XIV.
Los trabajos se iniciaron para localizar la causa de las filtraciones de agua que presentaba el sótano y que las primeras estimaciones apuntaban a la presencia de materiales de relleno depositados en la zona contigua a la muralla. Se pretendía, igualmente, conocer la configuración histórica de la fortaleza, pues, a juicio de Ibáñez, "daba la impresión de que en la fachada septentrional la edificación resultaba desproporcionada".
La sorpresa fue mayúscula. Se extrajeron más de 600 metros cúbicos de escombros en la zona de relleno, seis veces más de lo previsto inicialmente. La retirada de estos cascotes que, según el arqueólogo, procedían de los materiales depositados a lo largo de toda la edad moderna y sobre todo de la época contemporánea, reveló la existencia de 8 metros de muro, "enmascarado por lo que pudo ser la escombrera del pueblo". Esta llegaba, incluso, a ocultar completamente un talud de piedra de sillería.
"El hallazgo es muy espectacular, porque se trata de un muro que equivale a un edificio de tres plantas. Si antes esa zona del castillo medía 16 metros de altura, ahora sabemos que supera los 24", explicaba Javier Ibáñez.
El descubrimiento permitirá definir la configuración exacta de la fortaleza y afirmar que, como dice el arqueólogo, "el castillo es sensiblemente más alto de lo que se creía".
Las excavaciones asociadas a esta fase de restauración ya han concluido, pero Ibáñez considera que las que se lleven a cabo en un futuro pueden deparar alguna otra sorpresa. "Se han hecho catas en otros sectores de la misma fachada y se han observado niveles de escombros bastante potentes", explicaba el experto.
Javier Ibáñez sostiene que los hallazgos arqueológicos que se van produciendo en los últimos años en Mora de Rubielos posibilitarán que se pueda definir una idea aproximada de las estructuras que tuvo el castillo, una construcción, según el arqueólogo, "muy compleja y con una vida ajetreada".
Si bien la primera referencia documental del recinto data de 1198, la fortaleza no adquiere un gran relieve hasta el siglo XIV, cuando comienza su ampliación la familia de los Fernández de Heredia, con un aspecto que es el que se conserva en la actualidad. Ibáñez afirma que más que recinto militar, el castillo fue durante esta época una residencia señorial. De hecho, durante un cierto tiempo reside allí un miembro de esta saga. La edificación perdió su interés en el siglo XVI, sobre todo, por tratarse de un recinto alejado de los núcleos de poder, de manera que en 1614 pasó a manos de los franciscanos. En 1700 se produjo un incendio que acabó con sus archivos y después fue cárcel y cuartel.
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Gijón: Los arqueólogos hallan en el exterior de Tabacalera los primeros vestigios romanos
Marcos Moro
Los arqueólogos encargados de realizar las excavaciones en Tabacalera han descubierto los primeros vestigios romanos tras dos meses de trabajo. Así lo confirmó ayer a EL COMERCIO el soriano Miguel Ángel López, coordinador de campo de Terra Arqueos, la empresa contratada por el Ayuntamiento para descubrir la potencialidad arqueológica del enorme solar de Cimadevilla.
Los restos romanos fueron hallados la pasada semana en la parte del solar más alta y menos afectada por las sucesivas obras que transformaron el convento de las Agustinas Recoletas, del siglo XVII, en una fábrica de tabacos a mediados de siglo XIX tras la desamortización. Se trata de una zona que, según ha podido documentar el equipo de arqueólogos, fue utilizada por las monjas que moraron el edificio como huerta. Hasta el momento en ese enclave sólo se habían hallado algunas canalizaciones de agua asociadas a 1840, inicio de la construcción de la fábrica de tabacos y una pared de azulejos de la misma época.
El estrato romano ha sido detectado a tan sólo 40 centímetros de la superficie y el material que de él se ha extraído son varios fragmentos de cerámica y teja. Según explicó López, los restos de vasijas se corresponden con muestras de terra sigillata, «una especie de cerámica de lujo» que se distingue por su aspecto exterior con un color rojizo o anaranjado y brillante. Para su fabricación se utilizaba un molde de arcilla. Los trozos son pequeños y oscilan entre los cuatro y cinco centímetros. Mezclados con la terra sigillata, se han hallado también vestigios de tégula romana, tejas de terracota planas, con una dimensiones de entre dos y tres centímetros. «En total suman cuatro o cinco fragmentos», explicó Miguel Ángel López.
El material romano recuperado hasta el momento, según indicó el coordinador de las excavaciones arqueológicas, «es aún poco relevante, pero nos pone en la pista de lo que puede haber en la parte menos arrasada por los aterrazamientos y sucesivas remodelaciones que han afectado al solar».
Los primeros vestigios del pasado romano de Tabacalera no son significativos, explicó López, porque «están descontextualizados y y no están conectados con ninguna estructura o edificación de la época». Precisamente la localización de restos de algún edificio romano es el gran sueño de la empresa que está desarrollando el proyecto arqueológico de Tabacalera. Puestos a soñar, el mayor anhelo de los arqueólogos sería encontrar vestigios sobre el primitivo foro romano de Gijón, esto es, el lugar donde se desarrollaba la vida pública de los moradores de aquellos tiempos. Otro descubrimiento excepcional sería también el hallazgo, por ejemplo, de restos de un teatro o de una basílica.
«Rellenos enormes»
En el interior de los muros de Tabacalera las prospecciones continúan en el claustro y en la primitiva iglesia del edificio conventual. Durante las excavaciones el equipo de Terra Arqueos se ha encontrado, tanto en el exterior como intramuros, con «rellenos enormes, de más de dos metros de profundidad, de la propia época del convento». La necesidad de salvar estos rellenos está complicando la realización de las catas arqueológicas, que se llevan a cabo de forma completamente manual.
En los trabajos realizados hasta la fecha, los sondeos descartaron la existencia de restos en la zona de bancales.
El antiguo convento de las Agustinas Recoletas, en el que se emplearon 15 años para su construcción, es de 1680, aunque la iglesia es de 50 años más tarde. La parcela ocupa en total una superficie de 10.000 metros cuadrados, contando el exterior del edificio. Durante el funcionamiento de la fábrica, el templo fue utilizado para secar los fardos de tabaco.
Posible necrópolis
Tras las primeras excavaciones quedó al descubierto el empedrado original de la iglesia y se halló una pequeña ventana baja que podría haber servido como ventilación. En alguno de los sustratos que se van a estudiar los arqueólogos no descartan encontrar enterramientos asociados a la comunidad de religiosas que vivió en el cenobio hasta su desamortización a mediados del siglo XIX. Según explicó Miguel Ángel López a este periódico, las inhumaciones dentro y fuera de las iglesias son una tradición que venía dándose desde la época visigoda en España.
En cualquier caso, el trabajo de campo será sistemático, afectará a todo el solar de la vieja fábrica y se prolongará en una primera campaña de excavaciones hasta febrero. En función de la relevancia de los hallazgos, se decidirá sobre la ampliación en el tiempo de las catas.
Noticia completa en El Comercio Digital
24 diciembre 2007
Arqueólogos marinos reclaman se reconozca importancia de patrimonio sumergido
La Asociación de Profesionales de Arqueología Subacuática (APASUB) ha hecho un llamamiento para que se tome conciencia de la importancia del patrimonio sumergido y de la labor de los centros de arqueología submarina, mientras ha destacado la necesidad de mejorar la formación reglada en esta materia.
El presidente de la asociación y arqueólogo marítimo, José Manuel Matés, dijo a Efe que hay que 'difundir la idea de que el patrimonio arqueológico subacuático es de todos, y que la sociedad en general y los centros de buceo en particular deben tomar conciencia de este patrimonio y de cómo tratarlo'.
En esta línea, también ha lamentado la poca formación sobre esta materia a nivel universitario, ya que sólo tres universidades españolas imparten algún tipo de curso, lo que cree insuficiente.
La APASUB editará unos informes que harán llegar a los clubes de buceo deportivo de toda España, en los que se explicará la importancia del patrimonio arqueológico marino y de cómo se ha de actuar para no destruirlo, igual que se hace con el patrimonio arqueológico en tierra.
Esta semana, con la colaboración del Centro de Arqueología Subacuática de Cataluña (CASC), la APASUB ha organizado en Girona la III Mesa Técnica en Arqueología Subacuática, en la que han intervenido una treintena de personas, entre miembros de la asociación, arqueólogos, miembros del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil (GEAS) y del Grupo de Patrimonio.
En esta edición, las jornadas, que se celebran anualmente en diferentes lugares de España, se ha centrado en el papel de los centros de Arqueología Subacuática españoles, situados en Cataluña, Valencia, Andalucía y Cartagena.
El de Cataluña, que se fundó en 1992, es el mejor preparado de ellos en cuanto a los recursos técnicos, humanos y presupuestarios de que dispone, según indicó Matés.
En este sentido, ha lamentado que España 'tenga un litoral tan amplio y que pocas comunidades tengan centros de este tipo, especializados para estudiarlo', teniendo en cuenta que todas las comunidades autónomas con costa tienen transferidas las competencias.
La labor de estos centros es la de gestionar, proteger, investigar y divulgar el patrimonio histórico sumergido en el litoral de las comunidades a las que pertenecen, y además también ayudan en la formación a quienes quieren practicar sus habilidades arqueológicas.
Desde el APASUB han lamentado que estos centros no existan en todas las comunidades del litoral español, lo que hace que haya 'un conocimiento dispar sobre el patrimonio existente'.
Jose Manuel Matés comentó la necesidad de 'que se creen centros en aquellas comunidades que en la actualidad no los tienen' y que para ello puedan utilizar la experiencia de los centros que funcionan hace tiempo.
Actualmente, en aguas catalanas existen contabilizados unos 790 yacimientos, de los que el 95% han sido expoliados. Un 75% son de época clásica y el 80% están situados en la Costa Brava.
La APASUB es una entidad privada que reúne principalmente a arqueólogos, pero también a profesionales de otras materias relacionadas con la arqueología subacuática.
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Los vestigios romanos de Villalba
Paz Sánchez Pintor
A los 1.701 habitantes de la localidad pacense de Villalba de los Barros seguro que les gustaría saber cómo vivían sus antepasados en el siglo II después de Cristo. Qué es lo que hacían, en qué trabajaban, cuál era su medio de subsistencia... Pues pueden conocerlo si se les explicara, ya que han descubierto unos cinco yacimientos romanos muy cerca de su municipio. Exactamente en el lugar donde está previsto que se construya la presa, cerca del río Guadajira. A simple vista son restos de muros, de lo que pudo ser la parte dedicada a la explotación agrícola y ganadera de una villa, la construcción rural más común de aquella época.
Dos arqueólogos y unos once peones han trabajado durante cuatro meses, desde el 20 de agosto al 20 de diciembre, en las excavaciones. Han encontrado herramientas y otros utensilios de las labores, pero ningún motivo decorativo ni mosaico importante. Los muros no son de calidad y solían estar levantados con piedra y barro, material de la comarca. Parte de ellos es lo que se ha hallado. Éstas y otras pistas van encajando en los conocimientos y horas de estudio de los expertos para así documentarse y seguir escribiendo con exactitud la forma de vida de hace unos dos mil años, que al parecer, no ha cambiado mucho.
Las villas
Las villas romanas se asentaban a las afueras de las ciudades. Eran una especie de cortijos que dependiendo del poder adquisitivo del dueño (pater familias o dominus), disponía de más o menos lujos. «Había algunos muy preparados con grandes tuberías, a todo lujo, estatuas, una riqueza espectacular, con muros revestidos de mármol», cuenta José Ángel Calero, profesor de Historia del Arte e Historia Antigua, y que ha participado en numerosas excavaciones de la zona.
Este experto asegura que estos hallazgos son muy comunes en la zona de Tierra de Barros, ya que la riqueza de la tierra para explotarla y trabajar en ella es muy grande. Característica que desaparece a medida que nos alejamos y nos acercamos a Mérida, la urbe, donde las dimensiones del feudo aumentan ya que al no ser tan fructíferas producen menos. «Por ejemplo, si nos acercamos a Lusitania, Portugal, el papel del cerdo es mayor», apunta Calero.
En las villas o cortijos podían vivir unas 150 personas, y se dividían según sus funciones. Estaba la zona residencial, donde habitaba el dueño con su familia; otra dedicada a la explotación agrícola; y una tercera donde vivían los siervos que labraban la tierra (pars urbana y pars rústica). «Era muy habitual que este tipo de explotaciones agrícolas tuviera un núcleo central con una parte residencial, otra fructuaria y una rústica, y estratégicamente repartidas por el territorio otros lugares como por ejemplo un chozo para el pastor», cuenta.
Era un sistema de autoabastecimiento y esta economía sostiene a la población de la época. Es difícil dar una cifra sobre las dimensiones construidas de las villas, ya que dependen de las necesidades del dueño, aunque podían llegar a ocupar hasta 300 hectáreas. «Nosotros excavamos una en Oliva de la Frontera que tenía unas termas muy interesantes», dice. Como es normal, la explotación olivarera y vinatera la tenían en cuenta por lo que muchas villas contaban con espectaculares bodegas. José Ángel Calero asegura que las villas tenían de todo, y además de esto, una parte dedicada a la artesanía. «Para arreglar el arado que se estropea tienen su propia fragua, pequeña, pero la tienen; para fabricar tinajas etc.», ejemplifica.
Núcleo de población
Quienes habitaban allí no eran grandes patricios, pero sí gente adinerada con una economía muy saneada; además de los trabajadores que comprendían un núcleo de población relativamente importante: pastores, agricultores, lavanderas, manijeros..., junto a sus familias.
Muchos más detalles se pueden dar de la vida de nuestros antepasados que se extraen encajando las piezas, no sólo de los materiales, sino también de las horas de estudio. Calero cree que los arqueólogos deben hacer las excavaciones pensando en el conocimiento de un territorio, más que en salvar un yacimiento. Y para ello se necesita tiempo, mucho, no meses sino en ocasiones años de prospección del suelo.
Se inundará
Un descubrimiento, el de la presa de Villalba, que tras haber emitido los informes pertinentes a la Consejería y Ministerio de Cultura servirá para la documentación y ampliación de la historia. Los restos más valiosos pasarán al museo. Después, se inundará y desaparecerá para siempre.
En Extremadura es muy normal encontrar estos vestigios. Recientemente se han hallado dos en Alange, también los encontramos en Jerez de los Caballeros, cerca de Oliva de la Frontera.
En España se conocen más de 500 villae aunque ninguna ha sido excavada en su totalidad. Entre ellos existen ejemplos de la Villa Romana de la Olmeda, en Castilla y León, las villas romanas de Toralla, en Vigo, de Camesa-Rebolledo, en el sur de Cantabria, las de Bruñel en Jaén o las de Ròtova en Valencia.
Noticia completa en Hoy
La restauración de la catedral de Albarracín recuperará la imagen primitiva del coro
Leonor Franco
El coro de la catedral de Albarracín recobrará su imagen primitiva tras las obras de restauración iniciadas recientemente y que contemplan una intervención parcial de los espacios interiores del templo.
Los trabajos, que corresponden a la segunda fase del plan director de la catedral, cuentan con un presupuesto de 568.363 euros que están siendo financiados a través del 1% que el Ministerio de Fomento destina al patrimonio cultural. Supervisada por el Instituto de Patrimonio Histórico, la intervención fue adjudicada a la empresa Geotecnia, que realiza los trabajos conjuntamente con la Fundación Santa María de Albarracín, entidad promotora del proyecto.
La restauración incide en los accesos a la capilla del Bautismo, desde la plaza de La Seo, e incluye el tratamiento para eliminar filtraciones de humedades en los muros y la renovación de redes eléctricas y climatización. No obstante, la actuación estrella afecta al coro, a una superficie que va desde la primitiva sala capitular hasta la cripta de los obispos y que abarca los bienes muebles y las pinturas murales.
El gerente de la Fundación Santa María, Antonio Jiménez, explicó que este proyecto va a permitir rescatar las pinturas originales del coro, ocultas hasta ahora por una capa de pintura realizada a principios del siglo pasado.
Tres capas de pintura
El descubrimiento de estos frescos no es algo nuevo. Hace varios años que durante un curso de restauración promovido por la citada Fundación salieron a la luz en el último cuerpo del coro unas primeras pinturas del siglo XVI, muy deterioradas aunque todavía se percibe algún dorado, y sobre ellas otras que pueden corresponde a un periodo situado entre los siglos XVII y XVIII. "Estas segundas se conservan bastante bien sobre los paramentos, bóveda y nervios, y, aunque todavía están por datar con exactitud, podrían situarse en una etapa en la que se redecoró la catedral", señalaba Antonio Jiménez.
Descubrir las escenas de numerosos angelotes, muy definidas y con un trazo que recuerda al estilo naif, extendidas a lo largo de todo el coro, constituirá toda una sorpresa, según considera el director de la Fundación, quien explicó que la imagen final de este espacio religioso será decidida, no obstante, por los técnicos del Instituto de Patrimonio Histórico. "Habrá que plantearse si se mantienen las primeras o las segundas pinturas, aunque yo creo que estaría justificado sacar a la luz las del siglo XVIII, porque presentan una factura de mucha calidad y, además, están muy extendidas. Lo que está claro es que se eliminará la tercera y última capa, la que ahora ve el público", afirmaba Jiménez.
Antigua capilla de San Juan
La operación del cambio de imagen del templo, que incluye asimismo una intervención en parte de la cubierta con el retajado de algunas zonas, se completará con la recuperación de unas pinturas esgrafiadas muy coloristas que se encontraban ocultas bajo un repintado en los zócalos de los accesos a la Catedral desde la plaza de La Seo. Se trata de la primitiva capilla de San Juan.
El proyecto de restauración de la catedral de Albarracín fue adjudicado por la Dirección de General de Bellas Artes a la empresa Geotecnia y Cimientos S. A., el pasado mes de julio. Los trabajos corresponden a la segunda fase del plan director de la citada catedral. La primera actuación se ejecutó hace más de cinco años y consistió en la reparación de cubiertas. Entonces se invirtió un millón de euros.
Según los plazos previstos inicialmente, las obras que se están acometiendo en la actualidad concluirán en el verano del próximo año. Antonio Jiménez considera que el proyecto de restauración de la catedral "debería tener continuidad". La nave central y las capillas laterales que la rodean serían, a su juicio, los espacios que podrían formar parte de una nueva fase.
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El artesonado de la iglesia San Cipriano, en vilo
El inicio de la restauración del retablo de la iglesia parroquial de San Cipriano de Fontiveros ha servido para comprobar que el estado de conservación de esta singular pieza artística y arquitectónica era peor de lo esperado. Tras la instalación de dos enormes andamios: uno para la nave central de 50 metros de largo, por más de 12 de alto y nueve y medio de ancho, y otro algo más pequeño para la nave lateral, los técnicos han podido comprobar que la madera de buena parte de los apoyos de los extremos está absolutamente destrozada, además de observar que algunos puntos de la parte central del artesonado han descendido en algunos puntos entre 70 y 80 centímetros.
Estos primeros datos han servido a la Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y León para ratificar su intervención de urgencia y anunciar que será necesario descolgar el artesonado «para desarrollar los trabajos con la mejora garantía y calidad».
La actuación no sólo busca recuperar el estado original de las armaduras del templo, sino también devolverlas su funcionalidad estructural. Además, también se contempla recuperar la unidad formal, mediante la recomposición de los elementos decorativos que se han perdido, como los florones, así como la de la tablazón, y la dotación de un fondo unitario a los elementos que conforman el mismo.
Los trabajos incluyen la limpieza completa de la armadura, así como la aplicación de un tratamiento curativo y preventivo de xilófagos. Finalmente se aplicará un tratamiento de entonado del conjunto y protección final.
Según se recoge en una nota de la Fundación, durante ocho meses se intervendrá tanto en la estructura de la armadura, como en los elementos decorativos «con el objeto de preparar al artesonado para que pueda volver a cumplir con su función de soporte de la cubierta, luciendo un aspecto uniforme en su decoración y seguro, sin peligro de desprendimiento de los adornos». La inversión será de 336.600 euros, de los que la institución aporta el 80 por ciento y la parroquia el 20 por ciento restante, para lo que ha contado con la colaboración de Adrimo.
Las armaduras de la iglesia se rehicieron en el siglo XVI, tras sufrir un incendio que se originó en el artesonado de la nave central. Sólo en ésta y en la epístola se conserva un fragmento original de gran belleza. Aunque, en origen, el artesonado cumplía la función de soporte de la cubierta, en los años 70 del siglo pasado se apostó por superponer una estructura metálica que cumpliera dicha función, dejando a la pieza, simplemente a modo decorativo. La construcción de la iglesia parroquial de Fontiveros, declarada Monumento Histórico Artístico en 1943, corresponde a dos épocas: al románico -las naves- y al gótico -la cabecera, en la que intervino Rodrigo Gil de Hontañon-.
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Más información del proyecto en la web de la empresa Coymavila
Más información sobre este templo en la web de Fontiveros
23 diciembre 2007
Dènia: El año que resurgió Dianium
V.X.C.
Se acaba el ejercicio y toca hacer balance de una ciudad en la que levantas una piedra y aparece el recuerdo de una civilización pasada de gran valor arqueológico. El jefe de los servicios de arqueología municipal, Josep Antoni Gisbert, se atreve a decir que este ha sido el año de la villa romana de Dianium. Y motivos no le faltan. Se ha realizado un basto trabajo con una subvención de más de 120.000 euros del Servef que ha permitido el inicio de la rehabilitación de los 3.000 m2 municipales de l'Hort de Morand, donde emergió Dianium en medio de la provincia de Tarragona para completar el peso de otras villas como Valentia o Saguntum.
Las excavaciones de 2007 han permitido, efectivamente, el resurgir de Dianium. Se ha limpiado el jardín histórico de los Morand en el que en 1870 el historiador Roc Chabàs y Juan Antonio Morand supervisaron los primeros estudios serios y que como afirma Gisbert es «un referente sentimental de los primeros trabajos arqueológicos de la ciudad». En ese lugar, en el umbráculo, depositaron las más de 3.000 teselas de mosaico que iban apareciendo, por si se encontraba entera la composición de la lauda sepulcral dedicada a Severina, el testimonio a una mujer cristiana de Dénia del siglo IV.
Lo que no sabían los dos protagonistas de finales del siglo XIX es que debajo de donde se sentaban se escondía un pedestal (hallado en agosto del presente año) dedicado a lo que sería ahora un concejal, magistrado o alto cargo de la villa de Dianium, Marcos Sempronio Lepido, datado en el año 110 después de cristo.
Más información
Gisbert incide en tres aspectos claves para valorar el ejercicio arqueológico que ahora se cierra. Por un lado el avance en la investigación, por otro la conservación y museización de la parcela municipal romana y la difusión de la villa a través de, por ejemplo, el tomo II de la Gran Enciclopedia de la Comunitat Valenciana del diario Levante de Alacant. Pero el proceso de expansión informativa de la importancia de Dianium no se circunscribe solamente al 2007. En 1995 en Barcelona, Gisbert aportó en un congreso nuevos datos sobre la importancia de la producción del vino en el territorio dianense en época romana a través de la dispersión de las ánforas aparecidas en diferentes lugares. El vino de Dianium se bebía en la Vall del Vinalopó y desde Dénia se transportaba hasta Cathago Nova (Cartagena) y desde este gran puerto se distribuía en el siglo II a diferentes enclaves del Mediterráneo.
En 1996 Gandia acogió un congreso de arqueología subacuática con los restos de cinco barcos hundidos que transportaban diferentes mercancías de Dianium y algunos productos de otras partes de Hispania, como el aceite de Bética (Sevilla) o la salsa de pescado de Cádiz.
En 2007 ha sido la ciudad madre -Tarragona- la que ha sido testimonio de los estudios sobre la dispersión de piezas arqueológicas procedentes de Dénia como ánforas, almazaras o lagares de vino.
Pero ha sido el puerto, sin lugar a dudas, el principal portagonista de la historia y de las investigaciones. Porque la ciudad se encontraba ubicada al norte del actual núcleo urbano y el puerto estaba orientado en esta zona del principio del litoral de les Marines. De hecho, como explica Josep Antoni Gisbert, la línea de la parcela que cierra el solar conserva todavía unas palmeras que se abrían al mar en la antigüedad, un espacio que tras el paso de los siglos ahora está colmatado de tierras que han ganado metros al mare nostrum.
Gracias a estas investigaciones -y como se puede adivinar en la imagen que abre la página- se conoce muy bien el área portuaria y también se han podido estudiar los restos de los almacenes que se levantaron delante de la actual Torre del Galliner del castillo (junto a la calle Temple de Sant Telm) unas dependencias que servían para guardar productos que se embarcaban.
Con Dianium y las tierras que abarcaba (la Marina Alta y la Safor) hablamos de uno de los territorios romanos más conocidos de toda hispania. Ahora falta que los ciudadanos tomen conciencia, más todavía, del potencial histórico y turístico de la villa romana de Dénia.
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22 diciembre 2007
El Museo de La Almoina recorre 2.200 años de historia de la ciudad de Valencia
El Museo de la Almoina de Valencia abrió sus puertas hoy de forma oficial para ofrecer de forma gratuita (al menos durante dos meses) un repaso histórico de 2.200 años a partir del nacimiento y desarrollo de la ciudad desde la época romana hasta la Edad Media.
Este espacio arqueológico, cuya inauguración fue presidida por la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, recopila los principales hallazgos encontrados tras veintidós años y catorce campañas de excavaciones en el centro histórico de la ciudad.
El recorrido se ha dividido en varias zonas referidas a diferentes épocas históricas: la primera ciudad (fundada en el año 138 a.C.), la ciudad imperial, la primera ciudad cristiana, la ciudad islámica y la ciudad nuevamente cristiana, con la llegada de Jaume I.
La visita se ha organizado de tal forma que permite contemplar el devenir de la ciudad a través de varios restos arqueológicos y por orden cronológico. Además, el recorrido se realiza sobre una pasarela que en la mayor parte de sus tramos tiene el suelo de cristal, lo que permite caminar sobre las ruinas y observarlas desde varios ángulos.
Cada uno de los espacios clave del museo dispone de atriles con información escrita, sobre la etapa histórica a la que hacen referencia los restos, y audiovisual en tres dimensiones.
Dichos audiovisuales recrean espacios como las termas, el ninfeo, o episodios históricos como la epidemia de cólera. Junto a los atriles se han colocado maquetas de bronce que reproducen el estado actual de las excavaciones, así como una recreación de cómo era la ciudad en cada etapa histórica.
Además de columnas, tabiquería, termas y pavimentos de diferentes épocas y estilos, el visitante podrá contemplar vasijas, jarrones, armas y elementos decorativos, además de tumbas e incluso restos humanos.
Esta visión general de las distintas etapas se completa con dos amplios murales instalados, que facilitan al visitante dos perspectivas históricas: un paseo al circo romano, y la salida de la ciudad por la Vía Augusta.
La cubierta superior del museo coincide con la plaza del mismo nombre, y se ha construido con paneles de cristal sobre los que discurre una lámina de agua, de modo que desde el exterior del mismo se puede contemplar una parte de la exposición.
En conjunto, el nuevo espacio museográfico ha supuesto una inversión de seis millones de euros que, sumados a lo invertido en la urbanización de la plaza significa una monte total de más de doce millones, según fuentes del Ayuntamiento.
El acto de inauguración constó de un espectáculo audiovisual con juegos de luces y ambientación que abarcaron toda la plaza, incluidos los edificios vecinos, en el que se utilizó la simbología de los colores relacionándolos con cada una de las épocas históricas que se observan en el museo. Se ha previsto que se repita en dos pases diarios hasta el próximo lunes.
Según afirmó la alcaldesa, Rita Barberá, "el Museo de La Almoina es el mayor espacio museográfico urbano dedicado a la arqueología de toda Europa, unas instalaciones en las que los valencianos podrán conocer el origen de su ciudad".
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Patrimonio dictará por dónde seguir excavando en la Nevería
A.I.
Patrimonio determinará la cronología de los restos arqueológicos encontrados en la primera fase de excavación del solar de la Nevería, en pleno centro de Huesca, y por dónde deben continuar los trabajos. Así lo aseguraron fuentes de la consejería de Educación y Cultura.
La primera fase de la excavación, dirigida por José María Vilader, se ha prolongado a lo largo de los dos últimos meses afectando a los 1.000 metros cuadrados del solar. El director, en una reciente visita, aseguró que lo hallado hasta el momento a pesar de su espectacularidad son los cimientos de las casas construidas a partir del siglo XVIII en las que se reutilizaban sillares de épocas anteriores. Pero será Patrimonio quien, tras estudiar el informe presentado, determine la cronología.
En las primeros sondeos que se realizaron salieron a la luz los restos de un lienzo de la muralla medieval en un "extraordinario grado de conservación", según se apuntó en su momento desde Patrimonio. Nuevas catas reflejaron la existencia, además, de un sistema de abastecimiento y evacuación de agua que hicieron presagiar que bajo el suelo había un sistema de cisternas de la época romana. Pero, de momento, lo único que se ha encontrado es un canal de factura moderna y hecho con ladrillos que está a la altura de la calle y restos que, por su modernidad, no resultan de gran interés.
No obstante Patrimonio, tras estudiar el informe presentado, dictará por dónde deben seguir las excavaciones. Para ello se retirarán las estructuras que ahora mismo están a la vista. Previsiblemente, según explicó el director de los trabajos hace varias semanas, en la segunda fase "saldrán estructuras medievales porque los sondeos nos indican que pasamos de unos niveles de no más de 300 años, con algún compendio de los siglos XV y XVI, a un nivel musulmán". Aunque no quiso aventurarse a hablar de posibles hallazgos. Una vez finalicen todas las fases, será también Patrimonio quien dicte el destino de los restos: bien si se datan y retiran, bien si se incorporan a la cimentación del edificio proyectado en el solar.
Por otra parte, desde la consejería señalaron que en los sondeos realizados en el entorno del Casino Oscense no se han localizado hallazgos de importancia, por lo que la restauración y recuperación de la parte trasera de la fachada de este edificio modernista ya tiene autorización. No obstante, estas fuentes advirtieron que tan solo han sondeado el primer metro de profundidad, parte a la que afectaría la obra, y que se tomarán medidas de protección por si acaso hay restos en niveles inferiores.
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En busca del barco perdido
Javier Yanes
Juan Rodríguez Cabrillo fue el primer navegante español que en 1542 fondeó en la costa de Alta California, hoy perteneciente a EEUU. En 1769, la región fue asimilada como provincial colonial del imperio. Fue entonces cuando una serie de expediciones emprendidas por el franciscano Fray Junípero Serra, por orden del rey Carlos III, extendieron la huella hispánica hacia el interior. No hay duda de que los contactos entre españoles y nativos americanos en esa franja del litoral se habían producido ya antes de esa fecha, pero hay poca constancia histórica.
Durante dos siglos, los residentes del condado de Tillamook, junto al estuario del río Nehalem en la costa de Oregón (EEUU), han sido testigos de la aparición de restos de procedencia desconocida en las playas. Después de un temporal o en mareas excepcionalmente bajas, el Pacífico devolvía fragmentos de porcelana china decorada y bloques de cera de abejas.
En la década de los cincuenta, comenzó el interés científico por desvelar el misterio del naufragio de la cera de abejas. Desde hace dos años, el arqueólogo del gobierno del estado de Washington, Scott Williams, persigue el esquivo origen de las reliquias.
En una entrevista a Archaeology Channel, Williams detalla la naturaleza de su estudio. Según el científico, dos naves se hundieron en este rincón de la entonces remota costa noroeste americana, el Santo Christo de Burgos, en 1693, y el San Francisco Xavier, en 1705. Sería, según Williams, el naufragio español más septentrional de aquel litoral.
Varias versiones han atribuido a los restos un origen chino, japonés o portugués. Para Williams, la hipótesis española es la más probable debido al cargamento del barco: la cera.
En Norteamérica no hay abejas nativas y en la época del naufragio no existía este insecto al oeste de las Montañas Rocosas. Por este motivo, los galeones españoles que cubrían la ruta entre Acapulco y Manila cargaban en Filipinas la cera que surtía a las colonias americanas para la fabricación de velas. “Sólo los españoles hacían este comercio, así que sabemos que era un galeón de Manila con rumbo este que se desvió de su ruta. Uno de los barcos desaparecidos transportaba 75 toneladas de cera”, recalca.
Descendientes de españoles
Durante siglos, los indios de la región han empleado puntas de flecha talladas en porcelana y han comerciado con cera de abejas. Pero éste no fue, quizá, el único legado de la nave siniestrada. En 1811, el mercader quebequés Timothée Franchère relató que entre los pescadores indios había un anciano blanco y ciego llamado Soto, que aseguraba ser hijo de un español.
El hombre contó que los supervivientes de un naufragio habían arribado a la costa y habían sido masacrados por los indios clatsops. Sólo su padre y tres más lograron sobrevivir y desposar a mujeres nativas.
Años después, cuando Soto era niño, los españoles abandonaron el poblado para buscar el camino de regreso a casa. Nunca más se supo de ellos. Si éste y otros relatos similares son ciertos, en la costa de Oregón quedó una pequeña comunidad de raíz española.“Ahora empieza lo divertido”, asevera Williams, detallando sus próximos planes.
A partir de mayo, el arqueólogo emprenderá estudios de radar y exploraciones submarinas in situ para tratar de ubicar el pecio y ponerle nombre al galeón perdido.
Un dato a añadir a la investigación es un tsunami que batió la costa en 1700, entre ambos naufragios, lo que podría ayudar a identificar la nave según los restos fueran o no arrastrados por la ola gigante al otro lado de la barra arenosa del río. “Yo me inclino a creer que es el de 1693”, precisa Williams.
"No es una caza del tesoro”, aclara el arqueólogo. “Hemos explicado a la población que no hay oro ni joyas, sólo cera y cosas perecederas, y todo será propiedad del estado de Oregón. El tesoro es su valor histórico y educativo. En las charlas que damos, el entusiasmo de los locales es extraordinario. Incluso si nunca lo encontramos, merecerá la pena”, concluye.
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Los hombres del medievo tenían una dieta mejor que la mediterránea
Los estudios sobre alimentación señalan que la dieta mediterránea es de las más saludables que existen hoy en día. Eso sí, no tiene comparación con la dieta de la Edad Media: baja en grasas y rica en cerveza, la dieta medieval era mucho mejor para el corazón que los alimentos que tomamos hoy en día.
Los hombres y mujeres del medievo tenían un estilo de vida más saludable ya que, pese a que consumían más calorías diarias (unas 3.500), también las quemaban más rápidamente (no en vano trabajaban unas 12 horas diarias), según publica BBC Mundo.
El doctor Roger Henderson, que ha analizado numerosos documentos de la Edad Media, asegura que las comidas medievales eran mucho mejores que la dieta mediterránea de los romanos.
Mejor que los romanos
En Roma tomaban pescado, fruta, trigo y aceite de oliva, pero los ricos cenaban en exceso y los pobres no tenían suficientes alimentos.
Mientras tanto, el campesino medio inglés comía cerca de dos panes al día y unos 250 gramos de carne o pescado que acompañaba de verduras y vegetales.
Si tenemos en cuenta la alimentación (no tomaban azúcares refinados) y las horas de trabajo, "el hombre medieval tenía mucho menos riesgo de sufrir enfermedades cardíacas y diabetes del que tenemos hoy en día", aunque entonces "si pasabas de los 40 años eras un privilegiado", concluye Henderson.
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17 diciembre 2007
Valencia: La excavación del PAI del Mercat saca a la luz una necrópolis tardorromana
Tina Herrero
La excavación ha permitido desenterrar la necrópolis y el arrabal de la Boatella, así como parte de las calles originales existentes en esa zona de la ciudad en la Baja Edad Media. Con todo este material -recogido ya en el almacén del Servicio de Investigación Arqueológica Municipal y entre el que se cuentan 105 enterramientos romanos-, se elaborará un estudio que posibilitará un conocimiento más exhaustivo del urbanismo en Valencia, además de las técnicas de construcción en todos estos períodos históricos y los estilos de vida en la ciudad de entonces.
Los trabajos comenzaron hace poco más de un año, en noviembre de 2006, con la financiación del agente urbanizador del PAI del Mercat: Valencia Paraíso. Desde entonces, los especialistas han perforado los solares que integran el Plan de Actuación Integrada y han dejado para el final la exploración de las zonas recayentes bajo el asfalto. Estas labores empezaron en septiembre pasado y finalizaron ayer.
En concreto, los expertos han sacado a la luz la necrópolis de la Boatella, datada entre el final del siglo III y el V, y consistente en 105 enterramientos en fosa simple y sin ajuar funerario. En el siguiente estrato arqueológico se ha hallado el arrabal de la Boatella, consistente en restos de viviendas islámicas y trozos de calles. Todo ello data de mediados del siglo XII y su ubicación en aquellos momentos estaba fuera de la muralla que cerraba la ciudad. Por último, las excavaciones han sacado a la superficie tramos de las calles originales que existían en la Baja Edad Media (siglo XIV) y principios del Renacimiento (siglo XV), éstas ya dentro de la muralla cristiana.
Con estos descubrimientos, los especialistas esperan obtener información «muy valiosa» acerca del urbanismo y la Historia de la ciudad.
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Cabuerniga.- La remodelación de la iglesia de Terán pone al descubierto restos funerarios
E. Tresgallo
Las obras de rehabilitación de la segunda fase de la iglesia de Terán de Cabuérniga han dejado al descubierto un yacimiento funerario en el interior del templo. Se trata de un hallazgo de restos humanos sin datar que podrían corresponder a los enterramientos que se ubicaban dentro de las iglesias durante los siglos XVIII y XIX, según señalan los expertos. Los trabajos de remozado interior de solados y bóvedas que se llevan a cabo, por encargo de la Consejería de Cultura, han abierto esta puerta de la historia que ha llegado a ver la luz gracias al boca a boca de los vecinos.
Necrópolis medieval
Durante el pasado mes de marzo, a tan solo unos metros de la iglesia, un equipo de arqueólogos, profesores y alumnos vinculados al Instituto de Enseñanza Secundaria Valle del Saja de Cabezón de la Sal realizaba los trabajos de catalogación y recuperación en una necrópolis medieval del siglo octavo. Y es que este entorno está lleno de restos arqueológicos de la Alta y Baja Edad Media, ubicados en un importante conjunto arquitectónico del siglo XVII. Este periódico ha podido saber que los restos encontrados dentro del templo estarían, por el momento, fuera de catalogación y sin datar.
Un hecho que contrasta con los trabajos realizados en el exterior de la iglesia donde, hace unos meses, este equipo dirigido por el Catedrático de Historia y arqueólogo Ramón Bohígas recuperó los restos de la necrópolis. Actualmente, las tumbas halladas, algunas de la etapa visigoda, se encuentran totalmente documentadas y los restos humanos encontrados están siendo analizados por el antropólogo Francisco Echeverría, galardonado por su labor en los trabajos de recuperación de la memoria histórica. En aquella ocasión, después de documentarse todo el material, se procedió a finalizar los trabajos de canalización del gas que se llevaban a cabo y se volvió a cubrir el yacimiento.
El boca a boca
El boca a boca de los vecinos ha puesto al descubierto el secreto de las entrañas de este templo dedicado a la advocación de Santa Eulalía. Cada piedra o losa que se levanta en este entorno, dentro o fuera de él, da lugar a algún tipo de hallazgo. Las fotografías de Javier Rosendo no dejan lugar a dudas de la existencia de estos restos que, en opinión de los expertos, deberán ser catalogados para después continuar con los trabajos de rehabilitación.
Importante inversión
La inversión de la Consejería de Cultura en la remodelación del centro sobrepasa los 360.000 euros. Se trata de una segunda fase ya que se acometió primero la rehabilitación de la cubierta del edificio por importe de unos 200.000 euros. El emblemático templo del siglo XVII y de tradición gótica, destaca por su torre de cinco cuerpos que se puede observar desde casi cualquier lugar del valle de Cabuérniga. En su interior contiene un retablo mayor, de orden salomónico, del siglo XVIII y una copia de una representación de las santas Justa y Rufina de Murillo. También destaca la parroquia local, por el órgano de tipo barroco, donado por el general de Cos.
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Basílica de Arcos: Envuelta en el misterio
Las clases del Departamento de Humanidades de la Universidad de La Rioja se trasladaron ayer a la ermita de Arcos de Tricio y a los monasterios de Suso y Yuso en San Millán de la Cogolla. La coordinadora de la actividad, Begoña Arrúe, transmitía que el fin de esta experiencia es que los alumnos conozcan 'in situ' estos monumentos y, al mismo tiempo, analizar la conservación del patrimonio artístico en la Comunidad de La Rioja.
Precisamente, estos tres monumentos se han elegido, entre otros méritos, por ser ejemplos actuales de intervención en el patrimonio. Pero el proyecto de la Universidad de La Rioja incluye otras jornadas que llevarán a los alumnos de Humanidades a visitar otros monumentos riojanos.
La clase de ayer reunió a medio centenar de estudiantes, tanto de la licenciatura como del doctorado. Se inició con una visita a la basílica de Arcos de Tricio.
La ermita constituye un edificio que, «en algunos aspectos, sigue siendo misterioso», en palabras del arquitecto Óscar Reinares, quien habló principalmente como colaborador del proyecto de intervención en el entorno de la basílica. Le acompañaban otros profesores venidos de las universidades de La Rioja y del País Vasco, así como la arqueóloga del CSIC, Mª Ángeles Utrero.
Una aproximación
Las intervenciones de los profesores iban encaminadas a realizar para los alumnos una aproximación histórico-artística de los monumentos mientras que los especialistas presentaban las líneas fundamentales de su investigación.
De esta forma, al término de las charlas los estudiantes tuvieron la oportunidad de conocer de cerca los monumentos en contacto con expertos en la materia.
Así, ,mientras los alumnos recorrían la ermita de los Arcos contemplando todos sus detalles, la coordinadora de la actividad Begoña Arrúe ponía de manifiesto los caminos que ha abierto la investigación histórica para la datación de esta basílica, que inicialmente se atribuía al siglo V, aunque ahora otras teorías retrasan esta fecha.
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Prehistoria bajo los escombros
Teresa Flaño
El futuro de la cueva de Praileaitz, situada en la cantera de Sasiola en Deba, es incierto. Mientras Gobierno Vasco y la empresa Zeleta que explota la zona consideran que las medidas tomadas para su protección son las adecuadas, otros sectores sociales como la agrupación Amigos de Praileaitz o Aranzadi opinan que hay que salvaguardar toda la ladera para impedir que esta caverna del Paleolítico Superior, con pinturas rupestres que le dotan de un carácter excepcional, se vea afectada. En Gipuzkoa hay algunos ejemplos de cuevas y yacimientos arqueológicos que se han perdido. Ermittia, Labeko Koba y Lezetxiki son tres ejemplos de actuaciones distintos.
El arqueólogo oñatiarra Álvara Arrizabalaga, profesor en la UPV, es uno de los miembros de Aranzadi que mejor conoce el proceso de desaparición de estos enclaves y hace una matización que considera importante: «No es lo mismo que desaparezca una cueva que un yacimiento, incluso cuando en la cueva hay un yacimiento. En las obras, tanto públicas como privadas, se pueden prever medidas correctoras, marcadas por la ley, que incluyen la posibilidad de hacer una excavación integral del contenido de la cueva de forma que el yacimiento se saca y se lleva a un museo o a otro lugar para seguir su investigación».
Cuevas desaparecen muchas. Prácticamente todas las obras públicas -gaseoductos, oleoductos, carreteras, y ferrocarriles- y las privadas -construcción de edificios, polígonos industriales o explotaciones como las canteras- que inciden sobre la caliza termina afectando a las cuevas. Estas cavidades pueden estar o no rellenas de sedimento, que a su vez puede ser o no arqueológico. Hay ocasiones en las que se procede a la excavación de urgencia de un yacimiento que se encuentra dentro de una cueva de forma que en caso de desaparecer sólo lo hará la cavidad.
Por ejemplo, el caso actual de Praileaitz (Deba). Comenzó como un yacimiento, es decir patrimonio mueble porque se podía trasladar, pero al encontrarse en 2006 los dibujos con puntos y rayas pasó a convertirse en patrimonio inmueble, cambiando su estatus y obligando a conservar no sólo el contenido sino también el continente porque es el soporte de un bien arqueológico que no se puede trasladar.
Ley de patrimonio
Desde 1990, cuando se aprobó la Ley de patrimonio cultural vasco y con el desarrollo de normativas complementarias por parte de las diputaciones forales, se aplica un régimen más protector del que había. Hasta entonces se habían producido hechos que afectaron a núcleos arqueológicos importantes como es el caso de las cuevas de Ermittia (Deba), relativamente cerca de Praileaitz. Cuando se abrieron los túneles de Itziar de la autopista Bilbao-Behobia, uno de ellos pasaba por debajo de la cueva. Al hacer una voladura en 1970 se vació todo el contenido de Ermittia al hacer en ella un gran cráter.
Este yacimiento, descubierto por José Miguel de Barandiarán el 7 de junio de 1924, está situado muy cerca de Sasiola y Astigarribia, en el borde del antiguo camino Real, y data de hace aproximadamente entre 28.000 y 10.000 años. Durante 1924 y 1926 fue excavado por el propio Barandiarán y Telesforo de Aranzadi, en un área de quince metros cuadrados de superficie y de dos metros de profundidad. En sus extractos, pertenecientes a cuatro niveles culturales -Neo-noelítico, Aziliense, Magdaleniense y Solutrense-, guardaba abundante e importante material hueso, como arpones y agujas, cerámicas, moluscos, material lítico y faunístico, con restos de macho cabrío, ciervo...
Barandiarán, en un escrito sobre los hallazgos que había realizado en Ermittia señalaba que «en tres años sucesivos removimos y cribamos una parte de sus estratos empleando en este trabajo de una a dos semanas cada verano. No continuamos más las excavaciones por respetar los derechos de la ciencia del porvenir, que sabrá utilizar mejor que nosotros los datos archivados en el subsuelo de aquella caverna. Lo poco que de allí extrajimos demostró que el yacimiento es rico y que, de llevarse a cabo su total exploración con método, tiento y sólidos conocimientos en la materia, proporcionaría buenos datos que dieran gran impulso a nuestros estudios prehistóricos».
Investigadores preparados
El antropólogo describía un canto alargado con varias líneas finamente grabadas que forman la figura esquemática e incompleta de un caballo que «viene también a corroborar la idea de que muchos documentos del arte magdaleniano yacen ignorados en nuestras estaciones prehistóricas, esperando que investigadores bien preparados los saquen de la región del silencio y de las tinieblas que son las cuevas y las simas, tan numerosas en nuestro país». Lamentablemente, en el caso de Ermittia no sólo no se sacaron a luz sino que se volaron.
También Praileaitz II, junto a la caverna que ahora está sumergida en medio de la polémica, fue excavada antes de 1990, concretamente un año antes, de forma que fue vaciada después de una excavación de urgencia subvencionada por la Diputación Foral de Gipuzkoa, volada y la cantera Sasiola siguió adelante. Las piezas que ahí se encontraban correspondían a la Edad de Bronce, a la época romana y algo de fauna del período Paleolítico, pero muy poco significativo.
Álvaro Arrizabalaga tiene un caso propio: Labeko Koba en Arrasate. Fue la primera vez que, en previsión de que el yacimiento iba a desaparecer, se procedió a su vaciado. Fue excavado en su integridad entre 1987 y 1988, siendo a continuación destruida la cavidad que lo albergaba por las obras de construcción de la variante. «Es uno de los yacimientos más importantes del Paleolítico Superior del País Vasco y de la Península».
Al publicarse la memoria de los hallazgos del yacimiento, el entonces diputado de Transportes y Carreteras Anton Jaime Ugarte señalaba que «la construcción de la variante de Arrasate y el proceso de excavación e investigación de la riqueza del yacimiento de Labeko Koba constituye el mejor ejemplo de conciliación de dos actividades; la mejora de la calidad de vida desde la vertebración infraestructural de una comarca, y el conocimiento de nuestro pasado a través del legado arqueológico».
El arqueólogo señala que Labeko Koba incluía una interesante secuencia estratigráfica con una castelperroniense -la primera cultura considerada como propia del Paleolítico Superior hace 35.000 años-, otra Protoauriñaciense y tres niveles adscritos al auriñanciense antiguo, hace 30.000 años, en un total de cuatro metros de potencia estratigráfica, sobre una superficie media de veinte metros cuadrados, fueron recuperadas más de cincuenta mil restos arqueológicos, divididos casi a medias entre restos de fauna y de industria lítica u ósea.
En Labeko Koba se encontraron los restos más antiguos de fauna como mamuts, renos, rinocerontes lanudos, además de hienas, osos, lobos, zorros. Después, con la primera ocupación intensa, que apareció hace 32.000 años hasta el 29.000 con industria en piedra y hueso. Destaca un pequeño canto de calcarenita, con dos líneas grabadas que es uno de los restos más antiguos del comportamiento artístico de la Península Ibérica.
Buen hacer
Lezetxiki es un caso muy particular porque obligó a cambiar el trazado del Tren de Alta Velocidad. Arrizabalaga lo pone como ejemplo significativo de «qué pasa cuando todos los mecanismos funcionan de manera ajustada y adecuada».
En 1997, cuando el anteproyecto del TAV estaba sometido a información pública, el Ayuntamiento de Arrasate se puso en contacto con el antropólogo para comentarle que estaba previsto que el tren pasara por el valle que discurre justo debajo de Lezetxiki. Las trincheras que necesita un equipamiento de esta magnitud implicaban la destrucción de seis yacimientos arqueológicos, entre ellos Lezetxiki.
En este caso no había arte rupestre en sus paredes, sino que eran bienes muebles, pero las dimensiones de algunos de estos espacios, sobre todo Lezetxiki, hacía impensable que en un plazo medio de diez años se pudiese vaciar con una metodología adecuada todo el yacimiento. Después de 25 años está excavado el 50% de su superficie, trabajos que comenzó, una vez más, Barandiarán entre 1956 y 1969.
El Ministerio de Fomento y el Gobierno Vasco atendieron las alegaciones y como consecuencia se desvió la vía doscientos metros a una zona donde también hay cuevas, pero de las que no existía constancia de que tengan tanto valor. Además se tomarán medidas correctoras una vez que se estudien.
Lezetxiki es uno de los grandes yacimientos de la Península Ibérica, especialmente en Paleolítico Medio. Tiene restos físicos humanos. Un húmero que aparició en las excavaciones de Barandiarán es el más antiguo del País Vasco y probablemente de todo el Cantábrico. Es un depósito emblemático con restos de homo heildebergensis, una especie anterior al hombre de neandertal.
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16 diciembre 2007
Hallan un cueva sepulcral de hace 6.000 años en el entorno del castillo de Loarre
Mercedes Pérez
El entorno del castillo de Loarre estuvo poblado hace unos seis mil años. Así se desprende del hallazgo de una cueva sepulcral en la que han aparecido restos humanos de aproximadamente unos veinte individuos así como fragmentos de cerámica y distintas piezas de ajuares funerarios. Las primeras impresiones de los arqueólogos indican que el yacimiento puede datar de final del Neolítico o principios del Calcolítico, aunque para determinar la época exacta habrá que esperar a que se realicen los estudios correspondientes.
El hallazgo se debe al guarda del castillo José Antonio Santolaria, que descubrió de forma casual, en febrero pasado, unos huesos en las inmediaciones de un abrigo natural localizado sobre un pequeño barranco situado a unos 400 metros de la fortaleza. Aunque este primer vestigio no arrojó ninguna pista que hiciera pensar en que allí hubiera una cueva sepulcral de la prehistoria, Santolaria volvió a dar con otros restos óseos que motivaron la intervención de técnicos del departamento de Cultura del Gobierno de Aragón.
Veinte individuos
Las arqueólogas, Mariví Pastor y Diana Vicente realizaron una excavación hace algo más de una semana y comprobaron que efectivamente se trataba de un enterramiento. "Cuando vinimos pensamos que iba a ser menos. Quedaba un agujero en la roca y conforme íbamos excavando aparecían huesos", relató ayer Mariví Pastor. "El primer día estábamos impresionadas porque no hacíamos nada más que sacar huesos. La cueva es muy pequeña, pero ha dado muchos frutos", añadió.
Ni el riesgo por lo escarpado del lugar, ni las dificultades por lo angosto de la cueva, ni el frío han podido con el entusiasmo de estas profesionales que aseguran además haber disfrutado de una vista privilegiada del castillo durante sus largas horas de trabajo a la intemperie.
"Hasta ahora nos hemos dedicado a sacar todos los materiales, pero por los cráneos y huesos nos atrevemos a aventurar que puede haber unos veinte individuos, entre ellos varios niños. No obstante, es difícil concretar la cifra, el sexo o edad porque ninguno estaba en posición anatómica, sino que han ido saliendo huesos de forma aleatoria, fémures por un lado, calaveras por otro... esto hace pensar que conforme morían los iban depositando allí y que no murieron todos de vez sino que fue a lo largo de un periodo de tiempo determinado".
Las arqueólogas volvían el lunes a Loarre y ayer por la mañana concluían su trabajo de extracción de todos los materiales. Ha sido una labor dura dadas las escasas dimensiones de la cueva que no permitía el acceso nada más que a una persona y las obligaba a trabajar encorvadas.
Ajuar funerario
Toda la tierra extraída ha sido cribada lo que ha permitido encontrar piezas de adornos funerarios: colgantes de hueso, cuentas de collar de distintas clases de piedra y de conchas, láminas de silex y fragmentos de cerámica. "Encontrar este ajuar ha sido muy interesante porque es lo nos permite deducir que pueda tratarse de un yacimiento del año 4.000 antes de Cristo, es decir de final del Neolítico o del Calcolítico", apuntaron las expertas. "Es un yacimiento inédito, hasta ahora no había evidencias de que hubiera asentamientos de esa época por aquí".
Mariví Pastor y Diana Vicente no se atrevieron a aventurar dónde podrían haber vivido estos hombres prehistóricos. Puestos a imaginar todo cabe, incluso que debajo del mismo castillo podría hallarse el lugar donde se situaba su asentamiento.
Todo el material encontrado ha sido depositado en el Museo de Huesca donde permanecerá hasta que se decida qué tipo de estudios se realizan. Las expertas explicaron que varias de las muestras de restos humanos se enviarán a un laboratorio especializado en Europa para hacer los análisis del Carbono 14 que permitan datarlos aunque no dará otro tipo de referencias sobre su modo de vida. "Estos datos nos los aportaría el asentamiento, no la cueva funeraria", explicó Mariví Pastor. "No obstante, sabiendo la época podemos comparar con cualquier otro poblamiento y sacar conclusiones similares".
También hay que hacer un estudio antropológico y con todos los datos que se obtengan y el estudio de los materiales se hará una informe que permita conocer qué tipo de sociedad formaban estas personas y como vivían.
La pequeña cueva que guardaba el osario prehistórico no se considera, en principio, que tenga que ser protegida dado que no queda nada en su interior. No obstante, dada la estrechez del lugar y la inmediatez con el barranco no se recomienda el acceso a las personas para evitar que puedan correr riesgos.
"Hubo un asentamiento cerca"
Vicente Baldellou, director del Museo de Huesca, afirmó que los restos procedentes de la cueva sepulcral del entorno del castillo de Loarre "son prehistóricos, seguro" y añadió que la presencia de este yacimiento indica "que hubo un asentamiento relativamente cerca, aunque no sabemos donde podía estar".
Este experto tampoco se atreve a descartar que pudiera tratarse de un grupo humano que se "moviera bastante".
Baldellou, que ha inspeccionado las piezas que las arqueólogas han depositado en los almacenes del Museo, prefiere ser prudente y esperar a que se realicen los estudios pertinentes antes de precisar la época a la que pueden pertenecer. "Por los materiales que yo he visto no es fácil establecer una cronología concreta. No obstante, yo diría que pueden ser de final del periodo Neolítico o de principios del Calcolítico".
De momento, el hallazgo, con ser importante, se circunscribe a la cueva funeraria. Baldellou explicó que este enterramiento puede ser de la misma época de los dólmenes y apuntó que restos humanos de la época de la que podrían datar los de Loarre se han hallado en dólmenes y en alguna otra cueva y que corresponden a enterramientos colectivos. Algunos de ellos se han encontrado en la provincia y otros en distintos puntos de la cuenca del Ebro. "Es un tipo de enterramiento bastante extendido geográficamente", comentó.
El director del Museo de Huesca señaló que se sabe que la provincia de Huesca está habitada desde el Paleolítico inferior.
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15 diciembre 2007
Los arqueólogos creen haber hallado el templo de Augusto en el subsuelo de la catedral de Tarragona
La prospección geofísica realizada en el subsuelo de la Catedral de Tarragona ha permitido localizar un templo de ocho columnas frontales igual al dedicado a Cesar Augusto, por lo que los arqueólogos dan prácticamente por seguro que se trata del construido en honor del emperador romano.
En rueda de prensa, el arqueólogo del Institut Català d'Arqueologia Clàssica (ICAC), Josep Maria Macias, ha revelado que se trata de un templo de 25 por 40 metros, cuyos vestigios se encuentran a un metro y medio de profundidad, bajo la actual nave central de la Catedral.
Estos restos corresponderían al templo de Augusto, tal y como afirman los arqueólogos, aunque no lo suscriben al cien por cien hasta que no realicen un estudio más profundo de los restos encontrados, y han subrayado que los resultados expuestos hoy tienen un carácter "preliminar".
En este sentido, los responsables de las prospecciones han pedido "prudencia" y, para corroborar la principal hipótesis de los expertos, podrían realizarse algunas intervenciones arqueológicas selectivas durante la cuarta fase de restauración de la Catedral, a finales de 2008 o principios de 2009.
Además, el equipo de científicos del ICAC y de la Facultad de Geologia de la Universitat de Barcelona, en colaboración con la Universidad de Palermo y del Museo Bíblico Tarraconense, todavía analiza los resultados de las prospecciones, que se realizaron el pasado mes de septiembre con tecnología "punta y poco agresiva".
Estas técnicas de inducción electromagnética han permitido la obtención de "centenares de miles de datos de toda la extensión del subsuelo y hasta diez metros de profundidad", de modo que se dispone de "una imagen tridimensional" de las entrañas de la Catedral.
La imagen tridimensional muestra un templo con una estructura de ocho columnas frontales, situado en el centro de una plaza porticada y que se levanta sobre un podium, los cimientos del templo, que todavía se conservan bajo el pavimento de la Catedral.
Esta estructura permite a los arqueólogos mostrarse "optimistas", por lo que el director del Museo Bíblico Tarraconense, Amadeu Muñoz, ha señalado que los datos recogidos dejan "poco espacio a otras interpretaciones" que no pasen por la existencia del templo de Augusto en los cimientos de la Catedral de Tarragona.
En la misma línea, la directora del ICAC, Isabel Rodá, ha reconocido que "la lógica dice que éste es el templo de Augusto".
El principal argumento para creer que los restos corresponden a ese lugar de culto es que los vestigios corresponden con unas monedas que se acuñaron con la imagen de Augusto, en una cara, y la de un templo con ocho columnas frontales dedicado al emperador romano después de su muerte, datada en el año 15 dC.
No obstante, Macias ha apuntado que "no sabemos si la imagen acuñada en las monedas se corresponde con el templo real", si bien ha asegurado que, de no tratarse del templo de Augusto, "tendríamos un problema, porque no sabríamos ante qué construcción estamos".
Ya en los Anales de Tácito queda documentada la existencia de un templo de culto dedicado al emperador Augusto en la antigua Tarraco, e incluso parece probado que una embajada tarraconense viajó a Roma en el siglo I dC, y obtuvo el permiso de Tiberio, sucesor de Augusto, para la construcción del recinto.
Durante años, se ha creído que el recinto de culto se ubicaba en el Fórum de la Colonia, en la Part Baixa, donde se desarrollaba la vida económica y social de la ciudad, pero las excavaciones realizadas en la zona no han arrojado luz a estas hipótesis y sólo han podido documentar la existencia de un templo republicano.
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"Continuar las excavaciones en Ánimas es vital para el yacimiento"
A. F. González
Después de meses de gestiones tanto con los vecinos de la zona, como con la empresa propietaria de los terrenos en los que apareció el yacimiento fenicio en el cerro de El Castillo, las actuaciones siguen paradas, en lo que a los trabajos anunciados en la calle Ánimas se refiere, vía bajo la que discurre el muro fenicio encontrado en el solar anexo y catalogado como un hallazgo de gran importancia desde un principio.
En este sentido, los arqueólogos responsables del yacimiento han hecho hincapié en la importancia de continuar los trabajos previstos en dicha calle, "una vía bajo la que, con toda probabilidad, discurre el muro fenicio de un metro encontrado en el solar anexo, un hallazgo de gran valor y único, y que podría venir acompañado de pavimento y otros restos que aporten nuevos datos sobre el yacimiento", ha destacado la arqueóloga Paloma Bueno al respecto. Por este motivo, el equipo de técnicos responsable del yacimiento ha trasladado ya en varias ocasiones a los representantes municipales la importancia de continuar los trabajos previstos en esta zona, unas actuaciones para las que se está buscando financiación, según ha asegurado recientemente el delegado municipal de Vías y Obras, Nicolás Aragón.
Cabe recordar que los trabajos anunciados en la citada calle acumularán el próximo mes de enero un retraso de un año, ya que fue precisamente en ese mes pero de 2006 cuando se hizo público por parte de los anteriores responsables municipales la intención de iniciar los mismos, un compromiso que con posterioridad se ha reiterado en diferentes ocasiones, la última de las cuales el pasado mes de septiembre, por parte del actual delegado de Vías y Obras.
Ante tal demora, y dada la relevancia de los trabajos, los propios arqueólogos responsables del yacimiento han apuntado la posibilidad de acudir incluso a la iniciativa privada para desbloquear un proyecto de gran trascedencia cultural y científica para la localidad y que está encontrando innumerables trabas respecto a su financiación, pese a la buena intención continuamente manifestada por instituciones y administraciones.
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