13 enero 2009

El Cerco al descubierto

Publicado en La Opinión de Zamora
Tania Sutil

Las estructuras de las antiguas cañoneras que a finales del siglo XVIII y principios del XIX servían a los zamoranos para defender a la Bien Cercada de los ataques foráneos constituyen en la actualidad mucho más que historia escrita. La reconstrucción del tramo de muralla derribado el pasado mes de septiembre debido a las fuertes lluvias ha puesto al descubierto este nuevo tesoro de la historia zamorana que se reescribe con cada hallazgo. Una cata lineal en la parte superior de la muralla vació el terreno «hasta una profundidad de algo más de 2,5 metros con la aparición de una estructura de cañoneras justo en el lugar de derrumbamiento», explica el arquitecto Francisco Somoza, responsable de la restauración en paralelo a la actuación en el Castillo.


Las estructuras de las cañoneras se mantendrán descubiertas por el momento a la espera de que el Ayuntamiento tome una decisión firme sobre la intervención en los jardines del Castillo para evitar la presión de los rellenos sobre la fortaleza medieval. Tanto la cañonera como la excavación en la zona sur donde se aprecia la cota original de las fusileras y el nivel de suelo del siglo XIX permanecen abiertas aunque protegidas, sin que se conozca a día de hoy si también se harán visitables.

Necesidad de intervención
La rápida y efectiva reconstrucción de este tramo de muralla derrumbado en septiembre pone en evidencia la necesidad de intervenir en otros sectores del Cerco dada la presión que ejercen los rellenos contemporáneos y las filtraciones de aguas. Sin embargo, en este caso fue necesario un desencadenante externo -las lluvias tormentosas- para la intervención. A pesar de que la rehabilitación iba dirigida a la recuperación del tramo de muralla caído al exterior, el derrumbe puso de manifiesto la precariedad en la que se encontraba la muralla «e hizo necesaria una comprobación del estado en el que se encontraba la cara interna», explica el arqueólogo director de los trabajos, Luis Villanueva. El proyecto contaba con catas distribuidas de manera aleatoria en todo el parque del Castillo y tras el derrumbe «decidimos concentrar el esfuerzo tanto en el interior de la cara norte como en la sur para comprobar el estado de conservación y ver qué efecto tenían los rellenos del parque sobre la muralla», repasa el experto.

Idénticos sistemas de aparejo
La rehabilitación del sector de muralla derrumbado se ha basado en la reutilización de buena parte de las piedras derribadas con los mismos sistemas de aparejo y acuñado utilizados en la muralla original, con morteros de cal y cuñas de pizarra. Este último método fue el que logró la horizontalidad de la reconstrucción y la estabilidad del sellado.


El inicio de los trabajos partió de la identificación y clasificación de todas las piedras en función de su tamaño y estado de conservación. Sin embargo, varios de los sillares externos derrumbados se encontraban fragmentados por la caída, por lo que fue necesario buscar piedra de Zamora similar a la del paño «tras un rastreo por toda la ciudad y teniendo en cuenta la altura de las hiladas», puntualiza el arqueólogo. Además, y previo a la instalación de las piedras externas, se instaló un andamio de grandes proporciones que permitió el acceso a todos los puntos del tramo derruido. El sistema de colocación a través de grúa «fue complejo si se tiene en cuenta que cada piedra pesa 250 kilos como mínimo», explica Somoza, inquieto al igual que Villanueva por el estado de la muralla. El zamorano matiza también que «no sólo se cayó una pieza de muralla sin más sino que se desplomó con todo su espesor, de ahí la complejidad de la reconstrucción».


Los trabajos arqueológicos realizados durante las últimas semanas han revelado la existencia de añadidos contemporáneos a partir de finales del siglo XIX que sellaban una serie de estructuras artilleras que datan de finales del siglo XVIII. Estas tareas han recuperado la cuota de suelo a la profundidad a la que se encontraba en la época con la aparición de un suelo de cal sobre tierra apisonada. Se crea así un macrocomplejo fortificado y defensivo compuesto por el Castillo, la muralla, la Casa de los Gigantes y la propia Catedral.



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