10 enero 2009

Hallan en la cueva de Coímbre el rastro de los pescadores del Magdaleniense

Publicado en El Comercio Digital
Eva Sanromán

Cuando un grupo de investigadores de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) se interesó por la cueva de Coímbre (sita en Peñamellera Alta) lo hizo porque tras ella, decían entonces, se escondía «mucho potencial arqueológico». Pues parece ser que no se equivocaban. Las investigaciones no han hecho más que empezar y el grupo de expertos, tutelado por José Yravedra y David Álvarez, ya ha encontrado los primeros frutos. «Vamos muy despacio pero de momento los resultados son interesantes», explica Yravedra. Y es que, dice, «hemos encontrado vértebras de peces». Un hecho «muy relevante», según el investigador, ya que «revela información desconocida hasta el momento en el yacimiento». Es decir, «que sus pobladores no sólo cazaban, sino que también, muy probablemente, eran pescadores, algo poco común en los yacimientos del resto de la comarca», calcula.

Cuando llegaron a la caverna, escondida entre las localidad de Alles y Niserias, hacia el núcleo de Besnes, lo hicieron para hallar, hacia el mes de octubre, útiles de cazadores magdalenienses. Aquel fue su primer hallazgo, el que más claro tenían tras realizar lo que ellos llaman trabajo de campo. Por eso, «por entonces no pudimos descubrir lo que nos estamos encontrando ahora en los laboratorios», comenta el investigador.

Sedimento
Porque aunque los investigadores no están aquí, han continuado su trabajo en varios laboratorios. Allí se dedican a seguir trillando, separando y lavando el sedimento que recogieron en pequeñas bolsas durante las excavaciones.

Pero los nuevos descubrimientos les animan a continuar con la investigación. «El hecho de encontrar estas vértebras nos da muchísima información», celebra Yravedra. A su juicio, «los pobladores tuvieron que pescar, es la hipótesis que consideramos, con lo cual estaríamos hablando ya de la puesta en marcha de las actividades pesqueras», explica. Lo que no impide, como así lo demuestran los útiles encontrados en el yacimiento, «que también cazaban».

El caso es que «todo lo que hemos averiguado hasta la fecha nos lleva a pensar que la época en la que los habitantes de la gruta la poblaron se remonta al Paleolítico Superior». O lo que es lo mismo, «hablamos de entre 11.000 y 12.000 años».

Es pronto
Aún es pronto, comentan, para «establecer las diferencias con otro tipo de yacimientos de la comarca porque aún nos falta muchísimo material por analizar».

Pero siguen teniendo claro que «esa zona es interesante porque su ambiente es apto para los ciervos y las cabras, pero también han aparecido restos de gran bóvido y caballo». Esa variedad, «ese nivel de fauna», ha sido lo que «más trabajo nos ha dado y nos sigue dando». No obstante, dice Yravedra, «estamos aún en los pasos iniciales de la investigación, ya que aún nos encontramos arañando el sedimento».

Lo dice porque su estancia en la caverna peñamellerana no se prolongó más de diez días, con lo que «no tenemos demasiadas informaciones como para determinar las conclusiones finales».
Por aquel entonces dividieron la caverna en dos zonas. La zona «A» -donde se encuentra el grabado de un bisonte de 1,24 metros- y la «B». Ellos comenzaron las excavaciones en esta última, la más lejana a la actual entrada a la caverna y la única que no ha sido alterada por la mano del hombre actual.

Y pese a reducir tanto el espacio de la investigación de una caverna que se descubrió en 1971 y que jamás se había excavado en su interior, hallaron en aquel entonces «muchos restos de indrustia lítica», explica Yravedra. Eran «utensilios de los cazadores magdalenienses -espátulas, punzones, partes de arpones-, restos de fauna que ellos se comieron -como astas de ciervos-, huesos quemados y carbones -de las hogueras que encendían-», explicaban los investigadores.

Medio Ambiente
Después de aquel mes de octubre en el que entraron en la caverna peñamellerana cerraron la investigación de campo del año pasado con la posibilidad de conocer, más adelante, cuál era el medio ambiente de la zona en épocas pasadas. Lo harían una vez estuvieran analizadas las plantas. Sin embargo, el proceso está aún en marcha y ese análisis también.

Lo tienen abierto en Gijón y en Madrid. Los restos de fauna, por ejemplo, están en la capital española. Ahí la clasifican, la limpian y comienzan los estudios más profundos de los hallazgos.
Sin embargo, «nos falta más de la mitad del sedimento por lavar», con lo que las respuestas a todas las cuestiones que surjan entorno a los pobladores de la cueva peñamellerana podrían alargarse en el tiempo. Sin embargo, «seguimos pensando que podemos encontrar cosas de una relevancia importante dentro de esta gruta».

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