05 enero 2009

La identidad de los indígenas canarios

Publicado en La Opinión de Tenerife
José Farrujia de la Rosa

Tras el redescubrimiento de las Islas Canarias en el siglo XIV, los indígenas canarios fueron catalogados por el "pensamiento occidental" como bárbaros o infieles, pues éstos eran objeto de evangelización, esto es, de asimilación, de grado o por fuerza, a través de la cristianización forzosa. De esta manera, quedaba así legitimada la conquista, colonización y evangelización de las islas y de sus moradores. Téngase presente, en relación con esta visión etnocéntrica, que la construcción de la identidad va asociada a la sensación de control, de poder, de diferencia moral, de superioridad sobre los fenómenos de la naturaleza humana y sobre los otros. Y los que supuestamente no tienen esta sensación son considerados, simplemente, como primitivos, salvajes, no tan humanos.

Con posterioridad, una vez incorporadas las Islas Canarias a la Corona de Castilla, la conquista y la colonización generaron la presencia de una población multiétnica en el archipiélago. Paralelamente, la intervención de la Iglesia católica romana propició que los nativos canarios fuesen considerados como seres humanos, hecho que implicaba que los cristianos debían aceptar que los indígenas canarios eran también descendientes de Adán y Eva y, por tanto, originarios del Próximo Oriente. Así, entre los siglos XV y mediados del siglo XIX, los distintos estudiosos especularon si los indígenas canarios podían ser descendientes de los iberos, cartagineses, israelitas, cananeos o incluso de los tartesios, mientras que escritores todavía mucho más imaginativos afirmaban que eran los descendientes de los supervivientes de la Atlántida.

¿ABORÍGENES?
A partir de finales del siglo XIX, la práctica totalidad de los autores que se dedicaron al estudio arqueológico y antropológico de los indígenas canarios se refirieron a ellos, de forma genérica, con el término aborigen, independientemente de cuál fuese la cuna de origen propuesta y el hipotético momento de su arribada a las islas. El término aborigen se ha seguido empleando hasta la actualidad, generalizándose su uso en el lenguaje académico y popular, a pesar de que tal denominación no es correcta para el ámbito canario por diversas razones.

En primer lugar, porque con el término aborigen se hace referencia a las poblaciones que están en un lugar desde los orígenes, que son originarios del suelo en que viven. Por tanto, si tenemos presente que los primeros pobladores de Canarias proceden del norte de África, no pueden ser catalogados como aborígenes una vez asentados en las islas. Tales poblaciones fueron aborígenes en su punto de origen africano, pero no en Canarias.

En segundo lugar, con el término aborigen se designa a los que son originarios de un país o territorio, por oposición a los que se han establecido posteriormente. Por consiguiente, los primeros pobladores de Canarias fueron oriundos (del latín oriri unde, traer origen de alguna parte) del norte de África, y sus descendientes serían indígenas (del latín inde geniti, engendrados allí) canarios.

Y en tercer lugar, no debemos perder de vista que el término aborigen tiene un carácter peyorativo, discriminatorio, pues mantiene presente el discurso neocolonial y las relaciones sociales de dependencia económica, social, política y cultural de los conquistados en relación con los conquistadores. El término, además, está asociado con seres que aún no han llegado al estadio de la "civilización" e implica la infravaloración de la identidad e historia de sociedades a las que se considera diferentes e inferiores.

INDÍGENAS.
Por consiguiente, el término indígena es, etimológicamente, el más correcto y menos discriminatorio para definir a los antiguos pobladores de Canarias, pues con él se hace referencia a las personas nacidas en un lugar, independientemente del momento cronológico en que esto acontece, pero en el caso canario dentro de la Prehistoria. El término indígena tiene un carácter descriptivo-objetivo y es, a la vez, una categoría etimológica y semánticamente correcta.

Sin embargo, fuera del ámbito de la arqueología, y en el caso de las sociedades contemporáneas, el término indígena se emplea para identificar a los grupos étnicos, lingüísticos o raciales que tienen una continuidad histórica con las sociedades anteriores a la invasión y que tienen la determinación de preservar, desarrollar y transmitir a futuras generaciones sus territorios ancestrales y su identidad étnica como base de su existencia continuada como pueblo, de acuerdo con sus propios patrones culturales, sus instituciones y sus sistemas legales. Este es el caso, por ejemplo, de las comunidades indígenas de América Latina.

En el caso canario, esta continuidad histórica entre las sociedades indígenas precoloniales y postcoloniales existió desde el punto de vista biológico, pero no desde el punto de vista socio-cultural, pues el proceso de aculturación desarrollado en Canarias a raíz de la conquista supuso la progresiva destrucción de los valores sociales y culturales de la sociedad indígena, el denominado etnocidio, pero no así la destrucción biológica, pues estimaciones recientes indican que en torno a un 10% de la población indígena se incorporó a la nueva sociedad resultante de la conquista. No perdamos de vista al respecto que la economía canaria pasó a caracterizarse a partir de entonces por un modelo de crecimiento agrario, inscrito a su vez en el marco de una economía atlántica e internacional. Ello dio pie al desarrollo de una economía dependiente y periférica desde el siglo XVI, así como de una sociedad colonial.

Por consiguiente, mientras que en Canarias el concepto indígena se emplea para designar a sociedades "fósiles", arqueológicas, en el caso americano la realidad es bien distinta y la significación del concepto trasciende a la contemporaneidad. Por tanto, el concepto indígena, aplicado al caso canario, lleva implícitamente una clara connotación temporal: hace referencia a las poblaciones insulares presentes en las islas desde el primer poblamiento del archipiélago hasta su redescubrimiento en el siglo XIV por los europeos, momento a partir del cual comenzaron a quebrarse las bases del mundo indígena.

EL EJEMPLO AUSTRALIANO.
Otra realidad histórica que refuerza la idoneidad del concepto indígena para el caso canario la encontramos en el ámbito australiano, es decir, en otro territorio insular. En este contexto la palabra aborigen aparece en inglés desde al menos el siglo XVII y ha sido usada para describir a sus pobladores indígenas ya desde el año 1789. Pronto se convirtió en un nombre propio y se empleó para referirse a todos los indígenas australianos. Sin embargo, como nombre ha adquirido connotaciones negativas, incluso despectivas entre algunos sectores de la propia comunidad indígena, que lo ven como poco sensible e incluso ofensivo. Durante un tiempo se pensó que la expresión más aceptable y correcta era "Australian Aborigines", aunque también ésta luego tendió a evitarse por las asociaciones históricas hechas con el colonialismo. Actualmente, la expresión indígenas australianos ("Australian Indigenous") es la que ha ganado más aceptación, particularmente desde los años 80 del siglo XX.

¿PREHISPÁNICOS?
Otro concepto igualmente erróneo y generalizado en el lenguaje académico -y por ende en el lenguaje popular- es prehispánico. Tal denominación se comenzó a aplicar en la Arqueología canaria durante el franquismo para designar el periodo histórico comprendido desde el primer poblamiento de las Islas Canarias hasta la anexión de las mismas por la Corona de Castilla. El término fue introducido en el ámbito canario por Julio Martínez Santa-Olalla, un autor falangista afín al régimen y, de hecho, tal denominación lleva implícita toda una carga ideológica, pues con ella se reforzaba la vinculación de Canarias con la identidad y nación hispana, al tiempo que la identidad cultural precedente se anulaba, cobrando ésta sentido sólo en función del aporte hispano. Baste recordar que, por esas fechas, la lectura nacionalista de la Prehistoria canaria se tradujo en la vinculación de los indígenas canarios con las culturas ibero-mauritana e ibero-sahariana, cuya cuna de origen se ubicó en el Sahara Español. Es decir, con tal denominación, la cultura indígena existente antes de la conquista y colonización de las islas era simplemente prehispánica, anterior al aporte civilizador español, aspecto éste que implicaba la infravaloración del propio bagaje cultural canario y, por ende, del bagaje norteafricano de los primitivos isleños (de raigambre líbico-bereber), el cual encontraba sentido a partir de un marco de referencia español. La denominación, por tanto, obedece a un criterio seudohistoricista y no a una realidad objetiva per se.

El término prehispánico tampoco puede aplicarse para designar la fase final de las culturas canarias, es decir, el periodo comprendido entre el redescubrimiento de las islas por los españoles y europeos y la desaparición de la cultura indígena, pues habría que presuponer que la cultura indígena desaparece, repentina e irremisiblemente, tras la conquista y colonización de las islas, algo que no parece haber sucedido. Asimismo, de todos es sabido que el redescubrimiento de las islas no fue una tarea exclusivamente hispana (intervinieron también genoveses, normandos, etc.), por lo que el término prehispánico, empleado para definir ese periodo, también es incorrecto a todas luces.

El uso del concepto prehispánico durante el franquismo, por tanto, pone de manifiesto la existencia de una clara intencionalidad significativa -en el ámbito conceptual- que entronca, obviamente, con la propia naturaleza del discurso nacionalista del régimen franquista. El lenguaje, al ser una creación subjetiva o intersubjetiva, es un medio de transmisión del pensamiento y un instrumento a través del cual los sujetos exponen su concepción del mundo. Es decir, la infraestructura metahistórica lleva implícita una explicación por implicación ideológica. Por consiguiente, el uso hoy en día del concepto prehispánico es erróneo y lleva implícita una carga ideológica que, paradójicamente, ningunea la realidad cultural de las sociedades indígenas canarias objeto de estudio.

EN SÍNTESIS.
La desafortunada pervivencia en el lenguaje académico -y por ende popular- de conceptos como prehispánico o aborigen, pone de manifiesto que su uso ha estado en función de lo que se ha aprendido, de lo que se ha visto, de lo que se admite como probable y de lo que se postula. Y todo ello ha acontecido en un contexto científico en el que la reflexión teórica y conceptual ha sido prácticamente inexistente. El empleo de ambos conceptos en el ámbito de la Arqueología canaria es, por tanto, erróneo. En el caso concreto del concepto prehispánico, su incongruencia no radica exclusivamente en el hecho de que sea una herencia del franquismo sino, además, en el hecho de que tal concepto no describe una realidad objetiva per se y en que es excesivamente reduccionista desde el punto de vista crono-cultural.

Noticia completa en La Opinión de Tenerife

No hay comentarios: