Tana Oshima
Desde hace más de un siglo, y especialmente en las últimas décadas, los arqueólogos se han lanzado a una ávida carrera por hallar las evidencias más antiguas de esa delicadeza que se presupone a quienes fueron capaces de hacer arte en la prehistoria. Una vez más, las cuevas alemanas de Hohle Fels, que constituyen una mina arqueológica sin parangón de la cultura auriñaciense (Paleolítico Superior), han aportado nuevas evidencias de que la música era ya una práctica común hace 35.000 años, poco después de que los humanos modernos procedentes de África colonizaran Europa.
Tras unas fructíferas excavaciones llevadas a cabo en 2008 en las cuevas del suroeste de Alemania, Nicholas J. Conard, de la Universidad de Tubinga, y colegas se están enfrentando a la detallada descripción e identificación de grandes tesoros artísticos del Auriñaciense. Tan sólo unas semanas después de describir en Nature la figura femenina tallada en marfil más antigua hasta ahora conocida, salida de Hohle Fels, hoy publican, en la misma revista británica, los hallazgos de varias flautas en las mismas cuevas que se suman a la cada vez más amplia colección de instrumentos musicales, estatuillas y herramientas que han dado estos yacimientos. Las flautas aparecidas en esta región alemana son, de hecho, las evidencias convincentes más antiguas (anteriores a hace 30.000 años) de prácticas musicales humanas.
Funciones sociales
La cantidad de fragmentos y pequeñas piezas de instrumentos encontradas en la zona junto con restos de animales y herramientas dan cuenta de lo extendida que estaba la práctica musical en el Auriñaciense y de que la música cumplía funciones sociales diversas.
Al tratarse de una tradición ya arraigada hace 35.000 años, los arqueólogos concluyen que la música, como parte de otras expresiones artísticas y simbólicas de la época, contribuyó «al mantenimiento de redes sociales más grandes (...) y por lo tanto a la expansión territorial y demográfica de los humanos modernos en relación con las poblaciones de Neandertales, culturalmente más conservadores y demográficamente más aisladas», dice el artículo.
Las flautas son una reliquia típica de ese periodo, pero lo que distingue al reciente descubrimiento de los anteriores es que una de ellas, hecha con el radio de un buitre leonado, ha sido reconstruida casi al completo a partir de 12 fragmentos. Es, hasta ahora, la reconstrucción más completa de las flautas halladas en estas cuevas, cuyas piezas suelen estar sueltas y sin conexión con otras.
La flauta reconstruida mide 21,8 centímetros de largo y unos 8 milímetros de diámetro. En ella se identifican cinco orificios para colocar los dedos sobre ellos, así como dos hendiduras en forma de «V» en el extremo superior del tubo, por donde los músicos probablemente soplaban. La otra punta de la flauta, el extremo inferior, permanece rota por la mitad del quinto agujero.
Huesos de ave
A falta de una réplica con la que estudiar mejor sus cualidades musicales, los investigadores han comparado esta flauta con otra hallada anteriormente en las proximidades (en Geissenklösterle), ésta de tres orificios, que produce cuatro notas, más otras tres adicionales según cómo se sople. «Dado que la flauta de tres agujeros produce un rango de notas comparable a muchos tipos de flauta modernos, creemos que la de Hohle Fels ofrece un rango de notas y posibilidades musicales comparables o incluso mayores», escriben en su artículo.
Además de lograr la reconstrucción de la flauta de hueso, los arqueólogos han rescatado de su alijo de Hohle Fels pequeños fragmentos de lo que muy probablemente sean dos flautas de marfil, y una tercera pieza del yacimiento de Vogelherd. Aunque representan sólo piezas aisladas, el marfil aporta siempre más interés a los hallazgos debido a que requiere mucha mayor habilidad por parte del artesano.
A diferencia de los instrumentos con hueso de ave, para fabricar una flauta de marfil es necesario tallar en línea recta una pieza que es por naturaleza corva (como es el colmillo de un mamút). Pero además, para hacer el tubo hueco de la flauta, es necesario hacer un cuidadoso corte vertical de modo que la pieza quede cercenada simétricamente en dos, perforar el marfil para hacer los orificios, cavar el hueco en cada mitad y sellar las dos partes sin dejar aire atrapado ni fisuras.
Las flautas pertenecen a un yacimiento arqueológico muy estudiado de los albores del Paleolítico Superior, y los controles de termoluminiscencia y otros métodos indican que son anteriores a hace 35.000 años. Por su parte, la estratigrafía sugiere que podrían tener, incluso, 40.000 años de edad. Una edad nada desdeñable para la música humana.
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