12 octubre 2008

Los misterios del Homón

Publicado en La Nueva España
Eduardo García

El Homón de Faro, la impresionante muralla de 400 metros de longitud que se eleva frente al campamento romano de La Carisa, cuya construcción puede datar de finales del siglo VI o principios del VIII, protagonizó ayer buena parte de las intervenciones en la jornada inaugural del congreso «En los orígenes del reino de Asturias, causas políticas y militares», organizado por la Asociación de Amigos de La Carisa. El análisis militar del Homón y el Muro, en el Camín de la Mesa, estructuras alejadas entre sí pero que comparten forma y probablemente objetivos, será abordado hoy en una de las ponencias estrella de las jornadas por el general de división Francisco Ramos Oliver y el teniente coronel Francisco Jiménez Moyano, quienes trabajaron con los arqueólogos para definir las posibles estrategias bélicas en la zona.

Ramos Oliver señaló ayer a este periódico que «quien diseñó la barrera defensiva del Homón sabía mucho, era un militar profesional con conocimientos profundos de defensa». Enfrente quizá tenía algún contingente militar árabe, tropas de conquista que utilizaban la misma vía de penetración a Asturias desde la Meseta que unos nueve siglos antes habían utilizado los romanos al mando de Publio Carisio.

En el Homón de Faro se encuentran dos barreras defensivas. Asegura Ramos Oliver que «la primera se abandona pronto, de hecho, ni siquiera llegó a terminarse», pero la segunda es un ejemplo de cómo hay que plantear una defensa.

Sus extremos son las zonas más fuertes. En el inferior se levantaba una torre de planta cuadrada que podría tener unos seis metros de altura y dos o tres pisos. La muralla era de módulos. La defensa está emplazada de tal forma que es imposible que el enemigo se despliegue, y lo obliga a concentrar el ataque en un punto, que es la zona más segura, atacada desde ambos flancos.

Jorge Camino, el arqueólogo que lidera desde hace años las excavaciones en la zona de La Carisa, recordó ayer en una de sus intervenciones que «la muralla está arrasada», y lo está con métodos inequívocamente bélicos. No hablamos de un episodio de guerra, sino más bien de formas de actuación. Hay una sistemática labor de zapa, con incendio incluido que afectó a toda la estructura de madera que complementaba a modo de empalizada el relleno de piedra.

El general Ramos Oliver también opina que «no hubo combate. Es posible que se llegara a una negociación y a un posterior acuerdo pacífico». A pie de los restos de la torre, que podría haber tenido una cubierta de madera, se amontonan hoy cientos de cantos rodados. «Eran los depósitos de la munición que no llegó a utilizarse». Jorge Camino concretó más las características de este arsenal inmovilizado durante 1.200 años. «Tienen forma redondeada y, sin embargo, no provienen de ningún cauce fluvial. Los hay de todos los tamaños, con diámetros entre los seis y los doce centímetros, y pesos entre los 300 y, aunque muy escasos, los dos kilos. El peso medio se sitúa en los 600 gramos».

Podían unos defensores ástures frenar con piedras el paso de poderosos ejércitos. Las piedras se lanzaban con hondas o con fustíbalos que, en el fondo, son hondas con palo, con mayor capacidad propulsora. «Podían lanzar piedras hasta distancias de 200 metros y causar serios problemas físicos».

El Homón de Faro y la Mesa son desde un punto de vista técnico cierres de paso de montaña. El profesor de Arqueología de la Universidad de Oviedo Avelino Gutiérrez recordó durante su ponencia que estructuras defensivas de este tipo se dan también en los Pirineos. «Las defensas lineales surgen en torno al siglo VIII en toda Europa», y aún hoy quedan ejemplos muy característicos. De hecho -explicó-, la referencia toponímica «Faro» viene a ser la traducción local de las torres de comunicación árabes. En Asturias hay varios Faro, pero lo más sorprendente es que Gutiérrez presentó un mapa de la península Ibérica con centenares de topónimos en torno a esta palabra. «Es evidente que en Asturias se produjo la conquista, que no fue un paseo, aunque tampoco parece que hubiera demasiada resistencia», entre otras cosas, porque las élites locales funcionaron como intermediarias, como había ocurrido siglos atrás con Roma.

La estructuración interna de las élites locales, con su enorme capacidad de asimilación con el que viene de fuera, explica de algún modo la configuración del Reino de Asturias. «El surgimiento de la capital en Cangas de Onís no responde sólo a un determinado episodio. El Reino de Asturias no surge de la nada, sino de estructuras de poder ya existentes. Silo, por ejemplo, es más bien el último magnate romano y no tanto uno de los primeros reyes asturianos», apuntó Avelino Gutiérrez.

Todo el entorno de La Carisa es un misterio. Jorge Camino se refirió a las tres colosales trincheras situadas a unos 1.000 metros detrás del Homón, con anchuras que llegan a los 25 metros y profundidades que se acercan a los 15. ¿Tercera línea de defensa o estructuras mineras del oro? Pronto lo sabremos.

La lección inaugural corrió ayer a cargo de todo un maestro, Francisco Diego Santos, pero una afección de garganta lo dejó en el dique seco. Lo sustituyó Ignacio Ruiz de la Peña, quien presentó el congreso en compañía de la arqueóloga Yolanda Viniegra; el director de Patrimonio, Rodríguez Asensio, y el alcalde de Aller, Gabriel Pérez Vilalta, junto al director de la Obra Social de Cajastur, José Vega.

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