20 octubre 2008

Tres años de descubrimientos continuos en el recinto dolménico

Publicado en Sur
C. Martín

Desde que comenzaron los primeros trabajos de investigación en el Conjunto Arqueológico Dolmenes de Antequera en torno a 2004 no han parado de sucederse hallazgos que están cambiando los conceptos de los investigadores sobre el sepulcro megalítico de Menga y sus alrededores.

El primer descubrimiento de relevancia se puso de manifiesto a principios de 2005 cuando los estudios del equipo del profesor Simon Key, de la Universidad inglesa de Southampton, indicaban que el perímetro del túmulo -montículo de tierra y piedra que cubre la estructura funeraria- tendría un eje longitudinal de 120 metros, el doble de lo que pensaban los expertos. Las investigaciones del equipo inglés revelaban además indicios de una posible nueva estructura en la parte trasera del dolmen, que debería confirmar el Instituto de Geofísica de Granada. Se pensó que la cámara secreta era una cantera, cuyas piedras fueron utilizadas por el hombre de la Prehistoria para construir las paredes del dolmen de Menga. Sin embargo, la cantera se localizó posteriormente al noroeste del dolmen de Menga, que está orientado hacia la Peña de los Enamorados.

Precisamente en esta montaña, el estudio de campo realizado por los profesores de la Universidad de Sevilla Leonardo García Sanjuán y Víctor Hurtado Pérez puso al descubierto pinturas rupestres y se apuntó la existencia de un pequeño dolmen al pie de la Peña. Además, el equipo que dirigía Primitiva Bueno localizó restos de pinturas rupestres en el interior de Menga.

Durante las excavaciones de Francisco Carrión, se localizaron en el atrio de este dolmen los restos del cadáver del 'santón' musulmán de un 'morabito' (especie de ermitaño de un lugar de culto musulmán) y, cercano a este enterramiento, se halló el de un adolescente musulmán.

Además, mientras se intentaba localizar el suelo original del sepulcro, los expertos localizaron una cavidad tras el tercer pilar del dolmen de Menga. Tras una excavación a cargo del equipo de Carrión que contó con medidas de seguridad extremas se determinó que tenía 19,5 metros de profundidad, la longitud que tiene la cámara. Los expertos concretaron que era un pozo para la extracción del agua, posiblemente contemporáneo del yacimiento megalítico.

Las excavaciones de Carrión también pusieron al descubierto un poblado de la Edad de Cobre coetáneo o incluso previo a la construcción del dolmen de Menga y abandonado una vez que el sepulcro se erigió. También se hallaron otros poblados.

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