06 octubre 2007

Leitzaran: la frontera de la Edad de Hierro

Publicado en Diario Vasco
Felix Ibargutxi

La Edad de Hierro -el primer milenio antes de Cristo- plantea una incógnita muy sugestiva: ¿por qué hay cromlech en casi todo el Pirineo, desde la línea del río Leitzaran hasta Andorra, y sin embargo no hay más ejemplares de esa construcción funeraria al oeste del Leitzaran? En esa misma época había poblados fortificados al oeste del Leitzaran -como los de Buruntza (Andoain), Basagain (Anoeta-Irura), Intxur (Albiztur-Tolosa)- pero aquellas gentes no construyeron cromlech, al contrario de sus «vecinos» de escasos quince kilómetros al Este. ¿Sería porque al Este del Leitzaran vivían los bascones y al oeste los várdulos? El arqueólogo Xabier Peñalver se inclina por esa tesis.

Peñalver -conocido en esta última época por ser el director de las excavaciones de Praileaitz- ha pasado dos décadas analizando el fenómeno de los cromlech, que en euskera ha recibido varios nombres, el más difundido el de mairubaratza. El fruto de esa investigación, un extenso estudio y catálogo de los cromlech pirenaicos, desde el Leitzaran hasta Baqueira-Beret, ha visto ahora la luz en forma de libro: Los crómlech pirenaicos (Edit. Bolskan, Revista de Arqueología Oscense, Huesca). Anteriormente, hace tres años, publicó la obra en euskera, mediante la revista Munibe, de la sociedad de ciencias Aranzadi. Esta nueva publicación está actualizada, contiene nuevos índices y nuevas tablas. En la anterior edición aparecían 1.104 cromlech; en ésta 1.452.

Los cromlech tienen fines funerarios. Son círculos de piedras, prácticamente perfectos, con un diámetro de, generalmente, 4-5 metros. «Por lo general, están en collados, cimas y lugares referenciales. El espacio interior está rebajado, y se ve que están construidos con piedras del entorno. Las piedras pueden ser lajas, y en ocasiones esos testigos son bastante altos. Aquellas gentes usaron esos espacios para esparcir las cenizas de sus muertos. Unas veces echaban las cenizas directamente, y en otras ocasiones construían estructuras diversas de piedra para esos restos calcinados. En ningún caso se ha documentado que el cadáver se quemara 'in situ'», comenta Peñalver. «El cromlech aparece en ocasiones aislado y en ocasiones -menos veces- formando conjuntos. Aquí destaca el conjunto de Illarrita, en Okabe (Baja Navarra), con 26 cromlech. Una zona con gran aglomeración es la la Corona de los Muertos, en Huesca; hay ahí más de 100 cromlech».

En los últimos años han aparecido muchos cromlech. «No hay fin de semana que no aparezca un nuevo yacimiento, porque hay varias personas recorriendo sistemáticamente los diferentes cordales del Pirineo. Tenemos dos donostiarras que han descubierto muchos en los últimos años: Luis Millán e Iñaki Gaztelu».

Carbones y huesos
Por lo general, en el interior de los cromlceh aparecen restos de huesos y maderas calcinados. «El ajuar es muy pobre: sobre todo raspadores y láminas, y algún anillo y botón de bronce, por ejemplo en Oianleku (Oiartzun). Pero eso no significa que fueran poblaciones pobres; simplemente, el ritual era así, sin mayores ofrendas», prosigue el arqueólogo.

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