07 octubre 2008

"Cuando miras los cubos de basura, ves que todo es igual desde hace 5000 años"

Entrevista a Eloisa Bernáldez, Investigadora del Instituto Andaluza de Patrimonio Histórico
Publicada en Andalucía Investiga
J. García Orta

Pregunta (P.-) Se dice que para conocer a una persona no hay nada mejor que mirar en su basura. ¿Cómo hemos sido los andaluces según nuestros desechos? ¿Cómo hemos evolucionado?

Respuesta (R.-) Igual que la mayoría. Hace 5.000 años cogimos a la vaca, el cerdo, la cabra y a la oveja y de ahí no hemos salido. Somos muy poco originales. Luego nos entró la gallina con los fenicios, el pavo por América, y poco más. Tenemos muy pocas especies porque hay que criarlas y esto supone una gran inversión energía. No podemos estar criando veinticinco especies. ¿Para qué? si lo que yo quiero es carne. La verdadera diferencia reside en que cada cultura tiene su forma de descuartizar, de consumir determinadas partes, echa en un sitio o en otro, … Son pequeñas pistas las que resuelven el enigma, como los forenses.

(P.-) Entonces, ¿siempre hemos generado los mismos desechos?

(R.-) Cuando miras los cubos de basura, ves que todo es igual desde hace 5.000 años. Quizás algo más allá, en el Neolítico, haya algún bicho silvestre, cabras hispánicas, etc. Pero es todo igual. Yo me dije “qué aburrimiento”, hasta que empecé a medir los cambios de tamaño y las cantidades que se consumen. Por ejemplo, esperas que en época del Islam no se consumiera cerdo, pues sí se hacía. Esperas que coman menos, pero comen mucho. Todo es una cuestión de proporciones. Son cinco especies que se enzarzan en una carrera en la que ahora destaca una y luego otra. Eso me determina culturas o momentos. En el siglo XVI-XVIII, la Edad del Hielo, faltó trigo y toda clase de comida. Entonces, ahí me encuentro con posos ralos, con poca cantidad. Esos son los registros, hay que ir con mucha finura mirando dónde están los cambios.

(P.-) ¿Es posible diferenciar la cultura según su basura?

(R.-) A veces no distingo la cultura por la basura. Entre la basura cristiana y la árabe, yo no sabría diferenciar, debido a la variedad que contienen. Fue dándole vueltas como encontré, a través de la metodología que yo empleo, que está basada en las densidades, que no hay que medir que aquí hay tres vacas y allí dos, sino ver tres vacas pero, ¿en qué volumen? La cantidad no te debe nublar, hay que ver la densidad o la media, como se diría popularmente.

(P.-) No obstante, hemos pasado por diversos momentos artísticos, culturales, etc.

(R.-) Si tuviera que contar la historia con los cambios, a mi me quedarían sólo cinco, mientras que los arqueólogos encuentran decenas de cambios por la cerámica, las construcciones, etc. Ellos saben que el hombre tiene en un momento un comportamiento determinado en arquitectura, pero eso no lo conocemos tan bien en la alimentación. Yo trato de tener ese conocimiento que ellos tienen al ver un trozo de cerámica blanca y saber que es del siglo XVI, por ejemplo.

(P.-) En su conferencia Basureros históricos, pronunciada en el marco del XI Seminario Internacional de Periodismo y Medio Ambiente, celebrado en Córdoba los pasados 24, 25 y 26 de septiembre, se refiere a menudo a huesos y conchas. ¿Qué otro tipo de materiales encuentra en los paleobasureros?

(R.-) Me vienen a quedar siempre las partes duras como los huesos y las conchas. Una vez me encontré resilium en una concha del siglo XV, lo que significa que se quedó en una especie de bolsa de aire, como el ámbar, pero es muy difícil que se conserven las proteínas. También encuentro polen, que es sílice prácticamente. En algunos casos se halla madera, pero suele ser en climas muy secos como en Egipto. Con eso tenemos suficiente para trabajar.

(P.-) ¿En qué proyecto trabaja actualmente?

(R.-) Tenemos un proyecto sobre bioestratonomía, una palabra desconocida para mucha gente y que se refiere al estudio de los cadáveres encontrados en los estratos. Lo que hago es discriminar en los yacimientos, tanto en la sierra como en la playa, el comportamiento del hombre de un posible comportamiento de otro animal. En la playa, por ejemplo, he descubierto una cosa muy bonita. Muchos de los yacimientos que están en la costa y que permanecen en la costa, cuando tienen conchero, muchos arqueólogos deducen que son de consumo, porque las conchas que se encuentran son grandes. En este sentido, hemos hecho un trabajo durante tres años sobre cómo se forman las tiras de conchas y no se forman igual en la playa. Tienes una playa, la más larga, que está llena de chirlas, en el caso de nuestra costa, y luego están las zonas que se llaman de tormenta, donde sólo acaban las más grandes de ciertas especies. Exactamente las mismas que encuentran los arqueólogos en las excavaciones, lo que indica que son depósitos de tormenta. De ello se registra que la tormenta afectó a la aldea.




Entrevista completa en Andalucía Investiga

1 comentario:

Anónimo dijo...

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