Manuel J. Albert
"Papá, mira que piedra más rara, ¿qué será?", preguntó Álvaro, de 10 años, a principios de agosto en la desembocadura del río Piedras, en Nuevo Portil (Cartaya, Huelva). "Una costilla", le respondió su padre Miguel Ángel Oliver, el periodista y presentador de Noticias Cuatro y aficionado a la paleontología. No se equivocaba. Era el hueso de un mysticeto, un cetáceo emparentado con las ballenas azules y rorcuales, que podía medir entre 10 y 20 metros de longitud y que vivió hace más de cuatro millones de años durante el plioceno inferior, según el informe elaborado por paleontólogos de la Delegación Provincial de Cultura.
Álvaro y su padre descubrieron así uno de los yacimientos paleontológicos más peculiares de Huelva compuesto, al menos, por cuatro ballenas prehistóricas que nadaron en el mar que separaba Europa y África cuando la línea de costa dibujaba un perfil distinto del actual. La Junta de Andalucía envió al profesor de la Universidad de Huelva y experto en la materia, Fernando Muñiz, quien constató que, efectivamente, era un yacimiento de gran valor.
En total se han recogido unas 80 piezas entre vértebras, costillas, mandíbulas, escápulas, húmeros y neurocráneos, algunas de las cuales podrían pertenecer a un ballenato o neonato. "Lo excepcional del yacimiento es haber encontrado restos de al menos cuatro individuos, cuando lo normal en Huelva había sido encontrar uno o dos como mucho", explicó Muñiz, el paleontólogo encargado del informe inicial. Muñiz añadió que los huesos están localizados en el mismo nivel estratigráfico carbonatado por lo que el depósito de los cadáveres se realizó en poco espacio físico y temporal.
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