12 noviembre 2007

La arqueología es un estorbo para el `boom´ inmobiliario

Entrevista a Manuel Corrales. Arqueólogo-director del Teatro Romano de Málaga, publicada en La Opinión de Málaga.
Alejandra Guillén

Luchador infatigable por la defensa de nuestra historia más lejana, Manuel Corrales ha hecho de su trabajo una pauta de vida. Tímido y sencillo, el arqueólogo-director del Teatro Romano de Málaga se siente muy afortunado de trabajar en lo que le gusta y en un proyecto de estas características.

-Se podría decir que es el principal conocedor de las civilizaciones que se han asentado en la provincia. ¿Qué hemos heredado de nuestros ancestros?
-Fundamentalmente el espíritu comercial y emprendedor. Es el aspecto que más nos asemejamos a las civilizaciones anteriores.
-¿Cómo calificaría la evolución de la provincia hasta el momento actual?
-Ha sido una acumulación de experiencias de muy diversos pobladores, que nos da un carácter muy concreto. Hemos pasado del Bronce final hasta ahora a través de muchísimas ideologías, puntos de vista y latitudes muy distintas.
-Pero ha sido constructiva o destructiva.
-Se dan los dos polos. Es una de las características que nos marcan. Por un lado está esa vena comercial que no importa destruir nuestro patrimonio histórico y, por otro lado, está esa filosofía emprendedora que comprende que existen unos valores en nuestra historia que incrementan ese reto comercial. Esto lo hemos visto en operaciones tan interesantes como la calle Larios, la prolongación de la Alameda, que han favorecido mucho a la cultura. Gracias a los esfuerzos de muchos sectores de la cultura y de los medios de comunicación en los últimos años, al ciudadano se le está concienciando de esos valores culturales y, de hecho, el reflejo está en las actuaciones políticas que están favoreciendo estas tendencias culturales.
-¿Qué elemento define el avance de la capital?
-Sin lugar a dudas, el puerto. Ha sido como una especie de internet que nos ha abierto el conocimiento y los contactos con los lugares más lejanos del mundo. Es lo que realmente ha marcado al malagueño. No se entendería Málaga sin la historia de su puerto. Ha sido clave.
-Frente al trabajo para la protección del patrimonio histórico, otros se dedican a hacer negocio a través de los expolios. ¿Es posible acabar con estos saqueos?
-Sí. La clave está en la concienciación y educación desde las instituciones y todos los sectores sociales.
-¿Se siente un incomprendido por la sociedad?
-La arqueología es un gran estorbo para el `boom´ inmobiliario, es decir, aquellas operaciones urbanísticas de desarrollo que consisten en la destrucción del patrimonio a través de grandes obras o construcciones privadas. Pero si hacemos comprender que la defensa de este patrimonio histórico es un valor añadido a una ciudad, a una promoción o a una obra civil, creo que avanzaremos muchísimo.
-¿Qué le diría a aquellos que piensan que los descubrimientos arqueológicos son un puñado de piedras cubiertas de polvo?
-Que desconocen la realidad del patrimonio histórico, porque éste se compone de grandes edificios monumentales que han estado enterrados durante muchos siglos y que ahora que se conocen son fundamentales para la historia.
-¿El Teatro Romano es su mayor orgullo?
-Es mi trabajo, mi vocación y mi tiempo. Uno se siente muy afortunado trabajando en lo que le gusta y en un proyecto de estas características, como es la recuperación del monumento.
-¿Qué pieza le gustaría tener expuesta en el salón de su casa?
-La verdad es que ninguna, porque siempre he pensado que el mejor sitio para mostrar y guardar los restos arqueológicos son los museos, para que los pueda ver todo el mundo. Por deformación profesional, no concibo un hallazgo en un lugar privado.
-¿La arqueología es lo único que le hace feliz?
-Afortunadamente no. Es un elemento importante en mi vida, pero no él único. Me hace muy feliz la amistad, compartir con la gente y sacar adelante proyectos que beneficien a la ciudadanía. Cada minuto hay que llenarlo de felicidad plena.


Entrevista completa en La Opinión de Málaga

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