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Luís Sánchez-Moliní
Tartessos, el mito de la gran civilización andaluza de la antigüedad que tanto ha inspirado a escritores, visionarios y políticos, se derrumba a la luz de los últimos datos arqueológicos y de la reinterpretación de los textos grecolatinos. Según se desprende del libro Tartessos desvelado (Almuzara), escrito por Álvaro Fernández Flores y Araceli Rodríguez Azogue, el legendario reino de Argantonio nunca fue tal, ni estuvo compuesto por misteriosos y sabios andaluces. Sencillamente, fue el fruto de la tarea colonizadora fenicia desarrollada entre los siglos XI y VI antes de Cristo.
"Tartessos no fue una civilización indígena, sino la realidad que conocieron los griegos cuando llegaron a la Península Ibérica en el siglo VII a. C., un conglomerado de colonias fundadas por orientales que llevaban dos siglos viviendo en ellas", afirma Fernández Flores, director de las excavaciones arqueológicas realizadas en el cerro de El Carambolo, el histórico yacimiento donde un grupo de albañiles descubrieron (el año que viene hace medio siglo) el tesoro que lleva su nombre.
Inspirador de novelistas como Caballero Bonald, de arqueólogos románticos como Schulten (descubridor de Troya), de poetas como Rafael Montesinos o de los padres ideológicos del nacionalismo andaluz, Tatessos pierde así toda su dimensión mítica para convertirse en una "sociedad agropastoril" que se desarrolló en paralelo con el modelo colonial fenicio durante al menos tres siglos.
"El ocaso de esta cultura, fechado generalmente en el siglo VI a. C. coincide con el fin de este modelo, que pervivirá solamente en la ciudad de Gadir (Cádiz)", dicen los dos arqueólogos.
Las afirmaciones de Álvaro Fernández Flores y Araceli Rodríguez Azogue no son frutos del capricho, sino el resultado del análisis de las últimas excavaciones arqueológicas (especialmente en El Carambolo alto) y del estudio riguroso de las fuentes escritas clásicas. "Si no pone un punto y final a los estudios sobre Tartessos, Tartessos desvelado sí pone un punto rotundo a una cuestión" que ha dado alas a algunas imaginaciones desmesuradas, dice el editor de la editorial Almuzara, David González.
Para los arqueólogos queda demostrado que el cerro de El Carambolo (tradicionalmente considerado como el yacimiento arquetípico del periodo tartésico precolonial) sería un lugar dedicado al doble culto de Melkart y Astarté, ambos dioses que están relacionados con la navegación (hay que tener en cuenta que entonces este cerro se encontraba en la antigua desembocadura del Guadalquivir).
Tampoco se libra de la revisión el tesoro del Carambolo (en el Museo Aqueológico de Sevilla).
El que para José de Mata Carriazo era prueba del genio indígena es para estos arqueólogos una obra oriental, al menos el collar. El resto podría ser el resultado de esos fenicios que llevaban viviendo en la Península dos siglos.
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Más información sobre el Tesoro de Carambolo en Wikipedia y en la Universitat de Valencia
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