Publicado en El Adelantado
La iglesia de Santiago en Turégano esconde un singular altar románico labrado en piedra a finales del XII, descubierto hace 18 años y que espera ser restaurado
El descubrimiento se produjo tras restaurar la iglesia de Santiago. “Se mancharon los retablos de cal y organizamos cuadrillas de vecinos para limpiarlos”, rememora el párroco, aportando numerosos detalles a pesar de que han transcurrido dieciocho años, “para mayor comodidad se retiró el sagrario del conjunto situado en el altar mayor y, cuál fue nuestra sorpresa, cuando vimos un pequeño hueco”. Esa curiosidad les hizo buscar una potente linterna y adentrarse, gateando, por esa angosta ventana. “Alucinamos de lo que había oculto conforme iluminábamos la pared”, exclama el veterano sacerdote rememorando ese momento inolvidable: “Me quedé atónico, casi como si asistiera a un milagro”.
Parapetados entre la espalda del retablo y la pared, en un recinto de no más de un metro de ancho, contemplaron un alto relieve del que destacaba un personaje masculino “barbado, de larga melena, descalzo y que portaba un bastón”. Alguien sugirió que podía ser una espada y representar, por tanto, a San Pablo; pero el religioso no tuvo dudas, “se trataba de Santiago peregrino con su palo de caminar, porque la iglesia lleva su nombre”. Más difícil fue identificar el segundo conjunto escultórico. “Sobre una repisa distinguimos un Pantocrátor y debajo un conjunto de seis bustos humanos”. En esa primera ojeada, los presentes creyeron descubrir a los “tres reyes magos y unos pastorcitos que adoraban al Niño”. En visitas posteriores comprobaron que se mantenían “claros vestigios de policromía”, cubriendo las imágenes ahora protegidas por una gruesa capa de yeso. También, se conservan en el piso bajo del hemiciclo unas pinturas murales geométricas en damero con tonos ocres y blancos.
Los pocos análisis que se han podido realizar para estudiar este retablo pétreo sí han aclarado que encima del alto relieve, que se atribuye a Santiago Apóstol, “se dispone una serie de tres figuras, dos bustos humanos y una máscara de lobo”. Los capiteles de la ventana central del ábside “se decoran con una serie de personas sedentes y unos leones afrontados”. Entre esta ventana y otra más meridional, se dispuso un magnífico grupo escultórico con un Pantocrátor bendicente rodeado del Tretamorfos. Bajo la visión celestial se observan seis personajes.
Noticia completa en El Adelantado, parte I y II
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