Publicado en Hoy Digital
Celia Herrera
La apertura de una zanja en la plaza de Santo Domingo para hacer una acometida de agua ha dejado al descubierto esta semana unos esqueletos que despertaron un gran interés entre los vecinos.
Al aparecer estos restos junto a la puerta del convento de San Andrés, utilizado durante la Guerra Civil como cárcel, algunos llegaron a avisar a responsales de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, al barajar la posibilidad de que se tratara de restos de los fusilados cuyos cuerpos nunca se encontraron.
Sin embargo, y a la espera del informe definitivo, fuentes del Consorcio Monumental aclararon ayer que probablemente se trata de tumbas vinculadas con la antigua iglesia de San Andrés ya que, prácticamente desde el Medievo, los cristianos se enterraban en los templos y zonas aledañas. Según la estratigrafía del hallazgo, los esqueletos datarían de los siglos XVI, XVII, y XVIII.
Seguimiento habitual
El descubrimiento de estos huesos, aún siendo interesante, no ha motivado una nueva excavación arqueológica en la zona sino que, al tratarse de la apertura de una zanja por una obra, los arqueólogos del Consorcio se limitaron a hacer un seguimiento de los trabajos, documentar de forma rigurosa los restos, y recoger los huesos aparecidos.
Gran área funeraria
El solar en el que se encuentra el antiguo convento es un gran área funeraria en el que los emeritenses se han enterrado desde el siglo XI hasta prácticamente el siglo XIX, cuando se permitió que los parroquianos de Santa María pudieran usar también el cementerio de Santo Domingo.
Durante la excavación arqueológica que se realizó en el 2004 en esta zona se extrajeron casi medio millar de esqueletos, siendo los más antiguos los que se encontraron al pie de la primera muralla islámica, después derribada.
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