Publicado en La Nueva España
J. L. Argüelles
El ingeniero y consultor alemán Rolf Hoehmann, uno de los mejores expertos europeos en grandes instalaciones fabriles, pidió ayer un proyecto político coordinado para conectar y dar coherencia a la recuperación del patrimonio industrial asturiano, que calificó de muy importante por la actividad portuaria, minera, siderúrgica o ferroviaria de una región que reúne numerosos vestigios industriales.
Hoehmann, responsable de arqueología industrial de Darmstad, aconsejó al Principado que, en ningún caso, imite el modelo de conservación y recuperación que siguió la ciudad valenciana de Sagunto, que sólo mantiene un alto horno tras el cierre de su siderurgia durante la crisis de los pasados años ochenta. «La verdadera recuperación pasa por una conexión de todos los elementos que constituyen el patrimonio industrial», explicó.
El especialista germano es un firme defensor de la adaptación de los vestigios industriales a otros usos: «Lo primero es hacer inventario; después, preservar y, por último, dar un uso readaptado. Pero esas operaciones suelen tener un coste no siempre fácil de asumir por las administraciones públicas o las empresas. Hoehmann subrayó que alguno de los proyectos por los que se ha apostado en Alemania -el país que, a su juicio, «juega un papel más importante en la conservación de altos hornos- ha permitido recuperar el 30 por ciento de las inversiones. «Lo más importante es que el número de trabajadores es ahora el mismo que cuando se trabajaba en la producción de hierro», resaltó.
El ingeniero alemán habló ayer en Quinta La Vega, sede del Instituto Portuario, sobre los grandes «monumentos» de la industria. Fue en una de las sesiones de las IX Jornadas internacionales de patrimonio industrial que organiza la Asociación de Arqueología Industrial «Máximo Fuertes Acevedo» (Incuna). «La preservación es sólo uno de los ejemplos específicos y se convierte en materia de urgencia; la magnitud de dichos trabajos y la problemática de la preservación y conservación requiere un enfoque coordinado por parte de Europa», señaló.
Hoehmann hizo un documentado repaso por el estado y situación de algunas grandes factorías en distintas zonas del mundo, desde los Urales a Japón, pasando por Alemania, Italia, Francia, Luxemburgo, República Checa, Polonia, Portugal y España. «En Sagunto se ha perdido casi todo y estoy expectante por ver qué ocurre en Bilbao». Lamentó la situación de Inglaterra o Suecia, donde, pese a su tradición siderúrgica, apenas quedan vestigios. En Alemania hay, por ejemplo, dieciséis altos hornos en funcionamiento, igual número que las instalaciones ya recuperadas. «¿Por qué conservar ese montón de óxido?», preguntó con cierta ironía, para encadenar: «Son nuestras raíces». Hay ejemplos que justifican los temores y advertencias del ingeniero. Un ejemplo es Mieres, donde apenas quedan vestigios de su importante pasado siderúrgico, pese a su importancia como centro fabril pionero en el Principado. Los expertos siguen con atención, por ejemplo, los planes previstos para Avilés. Hoehmann, al que le parece excelente el gijonés Museo del Ferrocarril, dedicará estos días al estudio de la situación del patrimonio en Asturias.
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