Vía: Diario de Cádiz
La intervención en el Castillo de San Romualdo (San Fernando, Cádiz) vuelve una vez más a revelar detalles sobre su historia. En esta ocasión los hallazgos arrojan una luz casi reveladora sobre el origen de la fortificación que podrán incluso provocar una modificación relevante sobre el proyecto originario que el arquitecto José Carlos Sánchez concibió para la fortificación.
La construcción del Castillo data de la segunda mitad del siglo XIII y en concreto, los coordinadores de los trabajos, Antonio Sáez y Miguel Ángel Tabales, afinan más, el levantamiento se produjo casi con toda seguridad entre 1250 y 1270, y para ello no se empleó demasiado tiempo, debido a la inminencia de un ataque de los musulmanes que perdían terreno lentamente acuciados por la reconquista cristiana. Fue en ese periodo cuando ellos pasaron por esta zona de Andalucía. De ahí la precisión de la fecha.
Dos caminos han servido para confirmar lo que hasta ahora carecía de evidencias. Por un lado, el estudio de paramentos y por otro, el meticuloso proceso de descarga de las bóvedas en la parte alta del Castillo, que continúa actualmente en el ala sur. De ambas intervenciones se deduce el momento histórico y también las prisas por levantar la fortificación, ya que la cara externa del Castillo está construida con mucho menos cuidado que las zonas interiores, con peores materiales pero también con ajustes más imprecisos.
Aunque el trabajo que prácticamente no deja dudas a que esto fue así es la doble altura que se encuentra en el ala oeste entre un nuevo hallazgo de almenas y la torre situada a continuación. Esta torre fue la primera que se levantó, por encima de la construcción posterior, precisamente para proteger y defender todo el proceso interior de la obra. Unas conclusiones que han podido extraerse gracias a esta serie de merlones que dan forma a la parte alta del Castillo. "Nos revelan el proceso de construcción de la fortaleza", puntualizó Tabales.
Se trabajó de forma muy rápida en el levantamiento de los muros externos para salvaguardar la actuación posterior dentro de la fortificación. Por esta razón pudo hacerse con más lentitud y precisión, "y construyeron con una calidad y combinación de los materiales superiores a la media", señaló Tabales. Prueba de ello es el casi perfecto estado de conservación de las bóvedas de las galerías interiores, a pesar del paso de los años y los múltiples usos.
En un gran estado de conservación han hallado también un elemento defensivo propio de estas construcciones, un buzón matafuegos, situado justo encima de la que fue puerta principal del Castillo, "que se utilizaba para sofocar los incendios de las fuerzas invasoras en la puerta, uno de los métodos más usuales en el asedio a una fortaleza", explicó Sáez.
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